*Cinco años sin Mario Vázquez Raña
Por Jesús Michel Narváez
Como nunca, LA LIBERTAD de expresión se encuentra amenazada. Durante las últimas cuatro décadas hubo importantes avances. El periodismo independiente despegó y nadie ha podido ni podrá bajarlo.
Después de 1968, cuando el estallido juvenil cimbró al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, la prensa tomó nuevos aires. Aires que no ha permitido que nadie sofoque.
Para nadie es un secreto que en el mandato del poblano, su jefe de prensa, Fernando Garza, censuraba la información desde Los Pinos y Palacio Nacional. Jamás se conoció en aquellos tiempos ni aún ahora el número de jóvenes mascarados por el Batallón Olimpia. La presencia de los militares, en franca ventaja frente a quienes protestaban, no inhibió los reclamos. Tampoco las balas acallaron a quienes hicieron virar las conductas de gobierno.
Con Luis Echeverría las puertas de la libertad de expresión se abrieron. Era un tanto lavarse el rostro porque los señalamientos de haber sido el responsable de que el ejército saliera de sus cuarteles se multiplicaron incluso con el paso de los años y cuando Ignacio Carrillo Prieto encabezó la a Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, logró que el expresidente fuera sentenciado y remitido a su casa en prisión domiciliaria.
Imposible no reconocer que Echeverría abandonó la censura. Y que Carrillo Prieto realizó un trabaja del que se guarda respeto y admiración.
Los demás presidentes hasta Enrique Peña Nieto, a quien el reportaje del equipo de Carmen Aristegui sobre la Casa Blanca lo minimizó como Jefe de Estado y le fue imposible superar el hecho, jamás buscó censurar o manipular a los medios. Algunos de sus colaboradores en comunicación social sí lo intentaron sin obtener resultados.
Sin embargo, con la actual administración encabezada por Andrés Manuel López, la prensa pasó de ser el medio de comunicación veraz a formar “el hampa de la prensa”.
Por ello, nada qué festejar este 7 de junio. Solamente los que ejercemos la noble profesión nos acordamos de que fue el Día de la Libertad de Expresión que se celebró hasta el 2001 cuando Santiago Creel, entonces secretario de Gobernación. Cambió la fecha.
Año con año se reconocía el trabajo periodístico lo mismo de la prensa escrita que de los medios electrónicos. Había respeto para los reporteros, los periodistas profesionales. Se hablaba de los jefes de información y redacción y en algunos casos se les identificó como excelentes cabeceros. Los directores, los dueños, tenían acceso a información privilegiada y dialogaban lo mismo con el Presidente en turno que con el secretario de Gobernación, los más enterados del accionar político.
Hoy lo que menos hay es respeto por la prensa, como medio, y por los periodistas que no se prestan –no nos prestamos- a ser aplaudidores sino críticos desde el momento de formular las preguntas al Presidente López, a quien le irrita que se le contradiga y por ello ordenó formar un grupo de “periodistas a modos” que le preguntaran sobre los temas en los que se siente cómodo.
Como nunca, a partir del ejercicio legal de la Presidencia, el presidente López ha mostrado respeto por la prensa.
Incluso la acusa de obedecer a los intereses de los adversarios, los neoliberales, los conservadores, los fifís. Y su expresión de “están conmigo o en mi contra” no deja duda de la falta de respeto a las críticas, que no ataques, que se formulan cotidianamente.
Nada que festejar.
- Hoy habría cumplido 88 años Mario Vázquez Raña. Hace cinco, el 8 de febrero, falleció. En lo personal lo recuerdo con afecto. Durante 40 años lo traté. Le realice la primera entrevista como presidente del Comité Olímpico Mexicano. Y desde entonces, desde 1974, nunca perdí contacto con él e incluso me confirmó en mi empleo cuando asumió la dirección de la hoy Organización Editorial Mexicana. Donde esté, que seguramente estará organizando unos juegos olímpicos, le mando me reconocimiento y agradecimiento.
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