Empleo, Desempleo y Subempleo

*Un Millón y Medio de Trabajos Perdidos en Diciembre

*Triste Diagnóstico de Calidad de Vida de los Mexicanos

*Tasa de Desocupación Continuará Subiendo en el País

Por Ezequiel Gaytán

El informe de que en nuestro país se perdieron casi 550 mil empleos de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es un trago amargo para todos, pues significa que en 30 días se esfumaron más de todos los empleos que se habían generado en lo que va de la actual administración. Si a esas cifras le añadimos la estimación de los expertos el resultado para diciembre es que es que en total se perderán un millón y medio de empleos.

Si redondeo los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), una familia mexicana se compone de cuatro elementos, papá, mamá y dos hijos. Imaginemos que del millón y medio de mexicanos que no tendrán empleo en diciembre, un millón tengan familia; eso significa que cuatro millones y medio de mexicanos no tendrán certidumbre de lo que cenarán en Noche Buena.

El concepto de empleos formales significa que son puestos de trabajo con prestaciones de ley y que las familias están amparadas por el IMSS. Léase que se les protege en caso de accidentes de trabajo y de enfermedades, también significa que los trabajadores tienen derecho a prestaciones económicas y sociales, jubilación digna, ayuda de viudez y pago de marcha. De ahí la importancia benemérita de la seguridad social.

Pero en México existen otras dos categorías del ámbito laboral, el empleo por subcontratación o terciarización que también conocemos como “outsourcing” o subempleo, que es un trabajo por honorarios, usualmente a tres meses renovables por una sola ocasión con el propósito de que la persona no tenga antigüedad en la empresa. La subcontratación o subempleo es por resultados, no hay cifras confiables debido a la volatilidad de ese tipo de trabajos, así como tampoco se sabe si los sueldos son por debajo del salario mínimo.

El desempleo, sin entrar en tecnicismos, es cuando una persona en edad de trabajar que no sea estudiante, responsable del hogar o que ya es pensionada, busca trabajo y no tiene.

Empleo, subempleo y desempleo son tres categorías fundamentales, aunque no son las únicas, para elaborar el diagnóstico de calidad de vida de los mexicanos. Aún más, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe de enero de este año y antes del estallido de la crisis sanitaria-asistencial pronosticó las Perspectivas Sociales y del Empleo para México y estimó que la Tasa de Desocupación pasaría de 3.4 % de la Población Económicamente Activa (PEA) en el 2019 al 3.7 % en 2020 y al 4.1 % en el 2021. Dichas proyecciones estimaban que cerca de dos millones, tres cientos mil mexicanos estarían desempleados en diciembre de este año. Repito, antes de la crisis de la pandemia. Ahora bien, aunque me quede con las cifras conservadoras de la OIT, si volvemos a multiplicar las estimaciones de desempleados por familia, ya esteremos hablando de a ocho millones de mexicanos que no sabrán si comerán al día siguiente. Eso sin considerar a los subempleados y desempleados desde hoy.

La creación de empleos es y será la prioridad de todos los gobiernos del mundo porque el trabajo dignifica a las personas. El temor que enfrentarán los desempleados está en la incertidumbre de saber si comerán al día siguiente; lo cual es muy comprensible, pues no sabemos qué política emprenderá el gobierno para convocar a los sectores productivos del país. Lo cual, es importante subrayarlo desde ahora, no es por desidia de los actores, sino porque no se aprecia voluntad política del gobierno.

El futuro del Estado Social está, a mi parecer, en el fortalecimiento de las instituciones públicas, privadas y sociales y, como bien dice nuestra Constitución Política en su artículo 25, mediante la concurrencia responsable de las partes. Lo cual significa un pacto de trabajo en el que los tres sectores se comprometan a colaborar por la creación de empleos formales.

En caso contrario, si continúa la tendencia a estigmatizar y dividir a la sociedad como una estrategia política fin de mantenerse en el poder, por encima de la emergencia laboral nacional, se estará postergando el desarrollo anhelado.

Lo ideal es que todos tengamos trabajos dignos, bien remunerados y con las prestaciones de ley. El reto, a mi parecer, es acotar la terciarización, pero no desaparecerla, fomentar el sector secundario de la economía e impulsar la política industrial y crear escuelas de artes y oficios.

El llamado Milagro Alemán fue hecho por las mujeres entre 1945 y 1960, pues el Estado creó tres turnos laborales, se les otorgó seguridad social, impulsó una política de salarios mínimos controlando la inflación, no escatimó esfuerzos en apoyar a los otros sectores de la producción, fortaleció la calidad de la educación y de ninguna manera alentó la división del país.

 

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