Por David Marklimo
Inmersos, como estamos, en una pandemia, cabría preguntarse cómo sabemos si lo que se está realizando es correcto. Ya hemos hablado del indicador de movilidad, para saber si nuestro desempeño en el distanciamiento social es correcto. De momento esta es la única medida lógica y técnicamente correcta que es posible implementar. El debate está en el momento de aplicación y en la profundidad de la medida. A la par del distanciamiento, en el futuro, el Covid será recordado como un momento en que se puso a prueba e sistema de salud pública.
Por ello, no está de más preguntarse cómo saber si nuestro sistema de salud está teniendo éxito. No es fácil responder a una pregunta tan simple. Revisando la literatura, la Universidad John Hopkins, determina algo interesante: el ámbito de acción de la salud pública es la población, no el individuo. Por eso un médico que sea ministro de salud, no puede dirigir la salud pública de un país con conocimientos únicamente de medicina, sino que tiene que tener conocimientos suficientes sobre diversas disciplinas relativas al tipo de población que se da en un territorio, sobre las leyes (en México, en particular sobre la Ley General de Salud) y los Derechos Humanos (en particular sobre los derechos de los médicos y los pacientes), sobre los procesos de la Administración Pública … por eso se dice que la salud pública es un campo del conocimiento, no una disciplina.
Este enfoque multidisciplinar es lo que haría complicado establecer si un sistema de salud tiene éxito o no. Pero podemos decir algunas cosas, siempre de acuerdo a los materiales que la Universidad John Hopkins ha ido publicando.
- El éxito se puede medir a partir de la respuesta de los sistemas de salud. Dos ejemplos: en los Estados Unidos prevalece el sistema privado de salud con una alta participación de aseguradoras privadas que deja sin cobertura a cerca de 45 millones de personas. A eso sumemosle el innegable federalismo que caracteriza a los estados miembros de la Unión. Todo esto los ha llevado a mostrar un impensable desorden en el abordaje de la pandemia. En cambio, España e Italia tienen sistemas públicos con más o menos organización y funcionamiento. Parece ser que la evidencia ante un evento atípico como lo es una pandemia señala que los sistemas públicos de salud únicos o integrados están mejor preparados que aquellos que no están integrados. Pero hay que decir que de nada servirá si el tiempo de reacción o, más bien, la rapidez con la que se toman las decisiones, se demora en el tiempo.
- Ante un evento atípico, como esta pandemia, el éxito podría se puede medir si se logra evitar la saturación de los servicios de salud y esto depende del número de casos que se presenten en el país y de esos, los casos graves que requieren de cuidados intensivos. No hay más que una fórmula: las decisiones del gobierno de la República para tomar las medidas de distanciamiento social y su duración. De hecho, esta parece ser ahora mismo la discusión en México. ¿Cuándo levantarlo? Se especula con que levantarla rápidamente podría producir un rebrote sin conseguir la famosa inmunidad poblacional (es decir, que el virus pierda su virulencia a medida que infecta a más y más personas, algo que ha pasado ya con la gripe, pro ejemplo). Cabe mencionar que, el propio gobierno mexicano, declaró que el objetivo realista, en materia de sanidad y salubridad pública, era justamente ese: evitar la saturación como sucedió en Italia y España.
- Otra forma de medir el éxito está en las poblaciones de riesgo. Es decir, el nivel de protección que logremos de nuestros adultos mayores, a los diabéticos, a los obesos e hipertensos. Esto es lo que probablemente podría generar un bajo nivel de mortalidad.
- Otro indicador de éxito puede ser el número de contagios que se presentan en cortos períodos de tiempo. Se ha hecho común preguntar la relación de contagios con respecto al día anterior, para establecer si hay la famosa duplicación de casos. Este indicador apunta a que las medidas generales de distanciamiento social no se tomaron en el momento correcto, pero reconozcamos, que dadas las características del coronavirus, que hay otros factores que inciden como lo son el tipo de población.
- Finamente, el objetivo de toda la sanidad pública es salvar y proteger la mayor cantidad de vidas. Así que no parece descabellado que el éxito se mida por la tasa de mortalidad que presenta la enfermedad. El virus es el mismo, como se ha dicho, pero las poblaciones no; por lo tanto, los factores que determinan las muertes en cada país, en cada región o municipio, tiene determinantes diferentes. La correcta valoración debe provenir de la investigación de los mismos. Es tiempo de que el país tenga claro el mensaje de que “vamos a hacer esto cuando suceda esto y vamos a hacer esto otro cuando pase aquello”. Es hora de hacer análisis e investigación que ayude a identificar el plan que nos permita saberlo.
Estos indicadores de éxito deben ir acompañados de una estrategia clara de comunicación. La ciudadanía no es experta en salud pública ni en pandemias, y lo que menos se quiere es una escalada de pánico o escenarios que recuerden diariamente la letalidad del virus. Así que esta estrategia consiste en empezar a narrar “el día después”. Pensar, por ejemplo, en nuevas formas de financiamiento, la economía, las reformas a nuestro seguro de salud y nuestras pensiones, nuevas medidas de higiene que permitan retomar la distancia social. Esto se puede pensar paralelamente mientras se enfrenta la emergencia sanitaria. Parece sensato empezar a hacerlo.
David Marklimo ha sido observador electoral en 2006, 2012 y 2018.