Por Jesús Michel Narváez
Como tarea de memorización, las fechas corresponden a palabras presidenciales.
Unas de ellas se pronunciaron el 11 de junio del año pasado y las otras apenas hace 46 horas.
Las primeras se escucharon en la alcaldía Gustavo Madero y las segundas desde el púlpito instalado en el Salón Tesorería de Palacio Nacional.
Aquellas tenían como destinataria a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Las nuevas al doctor epidemiólogo y vocero sanitario del Gobierno federal.
¿Todavía no acierta?
Le doy pistas.
A los dos personajes, dice el Presidente, se les han enderezado campañas sucias, de desprestigio, que buscan minar la calidad de la cuarta transformación.
El año pasado las críticas en contra de Claudia Sheinbaum abundaron como ocurre hoy en día. No es novedad leer o escuchar mensajes contradictorios, aunque habría de reconocérsele que se ha salido un poco de la línea que marca López Obrador.
Este año, porque en el pasado sencillamente no existía sino en la nómina de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell ha sido señalado (acusado verbal y en la tinta y los medios electrónicos) de manipular las cifras de fallecidos e infectados a causa del letal Covid-19.
Y eso, por supuesto –en ambos casos- no le gusta al Presidente.
Cada vez que tiene oportunidad y es casi a diario, la emprende en contra de los medios de comunicación que, según sus palabras y sin mostrar prueba alguna, están al servicio del poder… económico, por supuesto, porque nadie con dos dedos de frente aceptaría ser contratado por el Gobierno federal a excepción de aquellos que reciben las preguntas que se le “deben hacer al Presidente”.
¿Ya empató las fechas?
¿Todavía no?
El lenguaje utilizado por Andrés Manuel López Obrador parece de campaña y aplicado cuando uno de los suyos es blanco de referencias por no desempeñar bien su trabajo y por mentirle a la sociedad.
Cuando expresa sus apoyos no parece un Jefe de Estado sino un provocador oposicionista, a cuyos seguidores les aplicaron a rajatabla las críticas sustentadas en datos duros, aunque él tenga otros.
¿Ya adivinó?
No se la hago más de emoción. Las fechas tienen en común que el Presidente lanzó su grito de defensa: ¡No estás sola… no estás sola! al dirigirse a Sheinbaum y ¡no estás solo… no estás solo! mirando fijamente y señalando con el dedo índice a López-Gatell.
¡Cuánta frivolidad y que forma de manifestar sus apoyos y afectos!
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