La Tradición Filosófica Alemana Desde Francia

Alain Badiou y Jean-Luc Nancy.
La tradición alemana en la Filosofía,
Edición y postfacio: Jan Völker.
Editorial: Mardulce, 2020.

Por David Marklimo

Si hay dos países que han vivido enfrentados casi toda su vida, esos son Francia y Alemania. El enfrentamiento viene de lejos, quizá desde antes de Napoleón, pero  es verdad que se recrudeció en el siglo XIX y, particularmente, en el XX. Estaban siempre las cuestiones territoriales (Alsacia y Lorena) pero también el deseo geopolítico de hegemonía continental. No fue hasta que se creó la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), después de la Segunda Guerra Mundial y ya con Alemania dividida, que la relación entre ambos países empezó a mejorar. También, es verdad, influyó la filosofía. Particularmente cuatro pensadores (dos por cada país). Digamos, para ser honestos, que el primer impacto fueron Edmund Husserl (1859-1938) y su discípulo Martin Heidegger (1889-1976) con la fenomenología y el concepto de la historia del olvido del Ser. El testigo de esas ideas lo recogerían nada más y nada menos que Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) y Jean-Paul Sartre (1905-1980), que no se limitaron reproducirlas, sino a desarrollarlas y plasmarlas de distintos modos, particularmente Sartre en su abundante obra literaria. Por ello, ahora hablamos del eje franco-alemán, para analizar la política europea.

Pensar en la importancia de Alemania para la filosofía (un país que tiene a Kant, Hegel, Marx, Schopenhauer, la Escuela de Frankfurt) es todo un reto recurrente. Hacerlo desde Francia, el país de Descartes (aquel que pregona la duda sobre todas las cosas como ejercicio de reafirmación) y la Ilustración, de la división de poderes, quizá no sea tan recurrente. Por ello, es muy llamativo el libro que acaban de presentar los franceses Alain Badiou y Jean-Luc Nancy. Tenemos aquí a dos aclamados franceses pensando en la herencia de ese, el que alguna vez fue el enemigo en común, y ahora es aliado supremo: leeremos alabanzas, criticas, hartazgos. Pero para ello habrá que dejar algo en claro. Exacto: qué es la Filosofía, qué entendemos en el siglo XXI por el amor a la sabiduría. En palabras de Nancy y Badiou la filosofía es una suma, un conjunto de instrumentos para trabajar, no un sistema. No se puede confinarla académicamente, hay que abrirla hacia las artes. el cine, las matemáticas, el psicoanálisis y la Opera. Badiou, por ello, sostiene que ahora mismo la filosofía está en un “nuevo lugar”, donde ya no es posible -según Nancy- leer a los clásicos, sino solo releerlos a la luz del peso de las interpretaciones de las que han sido objeto a lo largo de los siglos. Esta visión es, reconoce Badiou, producto de la hermenéutica. Por ello, más que leer a los clásicos hay que reescribirlos.

El formato del libro recupera el sentido tradicional de la filosofía, tal y como la concibió Sócrates: el diálogo. La idea de una nueva dialéctica (¡Hegel, siempre Hegel!), que tenga en cuenta todo el sentido crítico, es el objetivo de este vis a vis entre dos superlativos. Ahora que, si bien el diálogo entrega ciertos recursos para seguir practicando el oficio incansable de la crítica, hay que tener en cuenta lo que ya los filósofos alemanes señalaron: la filosofía depende de la lengua en la que se piense. Decir es hacer, concluye Nancy. Pero Badiuo, pícaramente, le cita la herencia marxista de la que da fe. Hacer es decir.

Siempre charlar sobre diversas visiones, ya elaboradas previamente, es halagador y enriquecedor. Ver un diálogo sobre el papel de la filosofía, los principales pensadores alemanes y las relaciones entre el pensamiento nacional francés (cartesiano y de la Ilustración) y el alemán (barroco y del Romanticismo) es abundar sobre ese experimento atrofiado que es Europa. Es un libro curioso, muy alemán en su esencia, pues posee una rara cualidad: puede leerse, a la vez, como una introducción y un intercambio dirigido a un público informado.

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