*Quiere Solo sus Buenas Notas
Por Jesús Michel Narváez
Pretender amordazar a la prensa, no es un ejercicio democrático.
Es una acción tiránica.
Las críticas que se formulan por las acciones de gobierno no forman parte de una campaña de desprestigio y no responden a intereses neoliberales, fifís o a los de la mafia de la prensa.
Todas las mañanas el presidente de la República se refiere a los medios y nunca para reconocer la difusión que se le da a sus comentarios disfrazados de respuestas a preguntas sembradas, en apariencia, de su coordinador de (des)comunicación social.
Instaurar la conferencia presidencial de suyo ya es un abuso. Se entiende que en la crisis sanitaria por la que atraviesa el país y que ya cobró la vida de cerca de dos millares de personas, se haya decidido comunicar cotidianamente el estado en que se encuentra el trabajo del sector salud.
Ya es un abuso tener una tercera para “informar” de los microcréditos que se otorgan a los “menos favorecidos” y que por la paralización de actividades no esenciales, sufren las consecuencias de no tener recursos ni siquiera para alimentarse.
Pero anunciar una cuarta conferencia para “transparentar” la entrega de recursos a los programas estelares y personalísimos del presidente, raya en la imposición. ¿Dónde están los padrones de beneficiarios?… ¿Quién puede comprobar que los recursos llegan sin intermediarios?
Porque, dice Andrés Manuel López Obrador que ante el panorama de desinformación que existe entre los medios de comunicación por las acciones para combatir la pandemia del COVID-19, se dará una cuarta conferencia de prensa para que la Secretaría de Bienestar informe sobre la dispersión de recursos.
Desde la óptica que surge en el púlpito presidencial, este nuevo ejercicio de información busca limitar la propagación de noticias falsas y que se elimine la imagen de inacción del gobierno ante la propagación del coronavirus.
Y, otra vez la misma cantaleta: la crítica porque los medios y sus comentaristas actúan como grupos de presión pidiendo que se apliquen las mismas fórmulas que en el neoliberalismo.
Vino el lamento y solamente faltaron las lágrimas rodando por las mejillas. “Los medios de comunicación a veces no nos ayudan a transmitir. Aquí he leído incluso lo que se está haciendo. Como hay mal humor en la llamada clase política y en los que antes eran privilegiados, entonces no nos ayudan, el caso de los medios a informar. Todo lo ven mal. Son puros ataques”. (Aquí los aplausos de los no periodistas).
Ante su afirmación, incorrecta, porque nunca demuestra cuáles son las notas falsas que difunden los medios, lo aconsejable es que muestre los casos y haga congruentes sus palabras para que no haya interpretaciones.
La semana pasada dedicó gran parte de la conferencia a intentar, sin lograrlo por supuesto, elaborar un código de periodismo. Hubo quienes calificaron sus palabras de “cátedra”, lo que, en realidad y sin discusión, es una información falsa.
Al conocer que se escribe de la inacción del Gobierno, diversos comunicadores expresaron: cuando hay acción, las cosas se complican.
El presidente pierde preciosos tiempos en sus acusaciones sin pruebas. Y a abrir nuevos frentes. Lo cierto es que no se deja ayudar. Y pedir sumisión, intentar que solamente se escriba lo que quiere, no es el papel del Jefe de Estado democrático. ¿O sí?
Usted saque sus conclusiones. Yo tengo las mías y las expreso públicamente y no me escondo.
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