Insensatos y Punibles

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

A lo largo de mi vida profesional, uno de los temas principales de estudio ha sido las causas, desarrollo y sobre todo consecuencias de los golpes de estado en la Historia de México; por avidez profesional también he estudiado los cuartelazos en otros países del mundo hispanoamericano y los totalitarismos a que han llegado algunos países europeos a lo largo de los últimos tres siglos.

Hay que distinguir que no es lo mismo un cambio de gobierno debido a un alzamiento cívico-militar y que luego deviene en un proceso revolucionario, a una ruptura del orden constitucional maquinada, financiada y dirigida por las élites de un determinado país. En el primer caso, las experiencias revolucionarias, por regla general, han sido más largas y más sangrientas de lo que sus directores, actores principales y pueblo llano entrevieron al inicio del conflicto. Todas las revoluciones, lo mismo la mexicana que la China y cubana o anteriormente “la Gloriosa Revolución” inglesa, la Francesa o recientemente la sandinista, la de los ayatolas en Irán o la llamada Primavera Árabe, su denominador común es el haber experimentado un inicio moderado, una segunda etapa radical, una tercera etapa dictatorial y, finalmente una etapa institucional pedida por todas las facciones y que no satisface a ninguna facción, pero que resulta preferible a las matanzas propias de la guerra de facciones, ya sean políticas o religiosas.

Por otro lado los golpes de estado tipo reaccionario, que no conservador porque éste quiere conservar los privilegios o sus intereses que los considera esenciales para su existencia, el de tipo reaccionario quiere retrotraer el estado de cosas como si la humanidad y un país en particular no hubiese evolucionado en las últimas décadas o siglos, sumiendo a sus naciones en una larga noche oscura. Otro denominador común de tales movimientos es la violencia policiaco-militar que producen, asimismo construyen todo un andamiaje jurídico a propósito para seguir medrando, para eternizarse en el poder, para y ello es fundamental una legislación muy bien realizada, erudita y sencilla que obstruye la posibilidad de construir una tendencia reformista para modificar al Estado y sus obligaciones. Recuérdese aquella frase de Franco sobre el largo y muy amplio régimen franquista: todo está bien amarrado. O recientemente, antes de la pandemia del Covid-19, el movimiento reformista tendiente a cambiar el marco constitucional que, igualmente a propósito, elaboró la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. En unos y otros casos los gobiernos reaccionarios trabajan para una minoría en la dirección económica del país y para un grupo reducido de parciales; las experiencias de gobierno reaccionarias promueven y logran una estabilidad económica que enriquece a algunos cuantos.

Para el caso del México que acaba de recibir la noticia que se amplía la cuarentena -ello ya se sabía si uno lee bien las declaraciones oficiales y consulta páginas serias internacionales sobre lo que han hecho en otros países- en la república existe una genuina campaña de desprestigio del gobierno de López  Obrador. Debemos conceder que el Presidente muchas veces es su peor enemigo por la manera en que dice las cosas y su empecinamiento en ciertos temas de su agenda sexenal. Pero lo anterior no es razón suficiente para promover, entre veras y bromas, que son igualmente peligrosas, un clima tendiente al linchamiento político y hablar de la posibilidad anticonstitucional, ilegal y debido a la emergencia sanitaria nacional, de aristas que nos pueden llevar a señalar: traición a la patria. Cuando Abraham Lincoln y Benito Juárez, cada quien por su lado, sin conocerse, pero muy parecidos por su formación de abogados y ambos presidentes de diferentes países pero sufriendo una guerra civil, decidieron aumentar sus facultades presidenciales –don Benito siempre adelantó una ley o modificación constitucional antes de dar el paso que siempre fue muy criticado por tirios y troyanos. Como buen estadounidense, Lincoln expresó una frase que sintetizaba su visión de combatir y ganarle al enemigo, ésta pasó a la historia americana de la siguiente manera: no es conveniente cambiar los caballos de una carreta en medio del río.

Siempre he considerado que el movimiento tendiente a la revocación de mandato por parte del presidente López es una gran equivocación. No en sus intenciones primigenias sino en la inminente inestabilidad política que generaría -el siempre apetecible puesto de Presidente. Obrador pudiera perder el puesto, pero lo peor vendría a futuro: se habrían dado las herramientas más convenientes a una clase política mexicana y unos intereses económicos en México que estarían siempre dispuestos a mover piezas, dinero, comunicadores facciosos y un largo etcétera para poner y quitar a sus parciales en la silla presidencial.

La experiencia de la historia de los gobiernos presidenciales en México arroja diversas lecciones: a) se eliminó la figura del vicepresidente porque éste siempre conspiraba contra el jefe del ejecutivo. B) Cuando el presidente era sumamente poderoso como Santa Anna imponía a sucesores, presidentes interinos y sustitutos; c) se legisló para que en ausencia del Presidente Constitucional entrara de manera interina al Presidente de la Corte de Justicia –un individuo que en buena parte de nuestros 200 años de vida independiente carecía del poder para imponerse en la silla presidencial; Juárez fue la excepción y permaneció catorce años en el puesto, una eternidad para esos años presagiando lo que haría su alumno Porfirio Díaz (el factótum). Ya en el siglo XX, después de la Revolución y el periodo Calles-Cárdenas, los políticos mexicanos y la ciudadanía respiró con cierta calma con la institucionalidad en el traspaso de los poderes cada seis años. Lo que llevamos del siglo XXI la democracia formal sentó sus reales, pero no aminoró la pobreza generalizada, por lo que no podemos hablar de los beneficios de un régimen democrático cuando éste sigue debiendo hasta hoy la prosperidad y la felicidad que se debe a su pueblo. Dos elementos esenciales del pacto de gobierno. Minar el prestigio de la actual presidencia, que no su legitimidad porque ésta la obtuvo con los millones de votos, nos puede llevar a muy peligrosos caminos. Como dije al inicio de estas líneas: se les pueden fincar responsabilidades a los calumniadores que pululan por las redes y organismos empresariales…sobre todo ante la actual contingencia sanitaria.

 

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