La fe no sucumbe ante la pandemia de COVID-19

Las organizaciones eclesiásticas y los fieles han encontrado la manera de realizar las actividades de Semana Santa pese al resguardo domiciliario por el COVID-19: haciendo uso de las redes sociales y los medios de comunicación.

Por ejemplo, las arquidiócesis de Yucatán, Puebla, Oaxaca y el Estado de México, han realizado las ceremonias a través de transmisiones en vivo desde sus cuentas de redes sociales, e invitan a las familias a llevar a cabo acciones sencillas, pero significativas, dentro de sus domicilios.

Todo esto con el afán de no dejar que los cuatro días destinados a la festividad, pasen desapercibidos.

La gente participa, colocando símbolos religiosos, como cruces y veladoras en balcones, ventanas y puertas; siguen manifiestando su fe, aún en tiempos de zozobra e incertidumbre.

Pese al esfuerzo, vivir las festividades de esta manera ha resultado inusual para algunos creyentes, como la señora Guadalupe, de 86 años.

Por más de 20 años, participó activamente en la realización del recorrido del viacrucis en el Santuario Parroquial de Nuestra Señora de los Lagos, ubicado en la alcaldía Venustiano Carranza de la Ciudad de México.

“Se organizaban excursiones a otros estados, la gente íba a San Juan de los Lagos, a Aguascalientes a ver al Cristo Roto… también preparábamos las 14 estaciones para la representación del viacrucis, las tres caídas y los rezos en la parroquia”, recordó.

No obstante, la declaración de emergencia sanitaria la llevaría a vivir de una manera completamente difetente la Semana Santa de este año, esta vez en el municipio de Ixtapaluca, del Estado de México, donde reside actualmente.

“Aquí nos avisaron con un cártel que no se llevaría a cabo nada, ni la Pasión, ni misas, nada de nada… y pues uno lo entiende, primero está la salud”. expresó.

Sin embargo, aproximadamente una semana antes de hacer el aviso oficial de la suspensión de las actividades de Semana Santa, Guadalupe señaló que la iglesia llevó a cabo un recorrido en cada una de las cerradas de la unidad habitacional en la que vive.

“Son 30 casas por cerrada, y en todas salimos a ver pasar al Santísimo, para recibir la bendición del sacerdote y rezar un momento”, dijo.

Durante este pequeño recorrido, las medidas de cuidado y sana distancia pasaron a segundo plano, pues ni el gel antibacterial, ni el llamado a conservar un metro y medio de distancia entre personas se hicieron presentes.

Otra medida tomada por Guadalupe y su familia es ver las misas a través de un canal extranjero de televisión para que ella no salga, debido a que pertenece a uno de los grupos vulnerables ante la enfermedad.

“Veo la misa en la tele, pero no es lo mismo, yo quisiera estar en la iglesia, sentirme cerca de Dios, pero de nuevo, lo más importante es cuidarse mucho, esperar que todo esto pase y que todos estemos bien”, subrayó.

La sensación de que algo hace falta durante estas fechas es inminente, al igual que el fervor de Guadalupe para seguir rezando y pedir porque la situación mejore, porque su familia se mantenga sana, porque en el futuro, la Semana Santa vuelva a ser lo que era antes.