¿El Covid-19 Cómo Anillo al Dedo? Mejor Oremos

Por Nidia Marín

Con la pena, pero el Covid-19 le ha estado robando cámara al Presidente. Un día sí, y el otro también le está abollando el ego y de ahí la foto feliz, feliz, feliz jugueteando con Cuauhtémoc Blanco.

Y mientras, los deudos lloran a sus muertos, los enfermos sufren, sus familias se aterran, los profesionales de la salud actúan y millones de mexicanos están prisioneros en sus hogares. Más para López Obrador, la paradoja: el coronavirus, le vino “como anillo al dedo”, para afianzar su proyecto de presunta transformación.

Esas palabras son dignas de varios adjetivos, uno de los cuales es el egoísmo, mismo que aplica para aquella persona que busca su propio interés permanentemente (como el presidente), sin tener en cuenta a los demás, sean mexicanos o extranjeros. Sólo falta que diga que se están muriendo los corruptos.

Otras palabras que embonan con quien saca provecho del dolor de la gente son: arribista, calculador, ególatra, buitre, ingrato y materialista, pero sobre todo malagradecido.

¿Por qué López Obrador es tan irreflexivo? ¿No se da cuenta de que sus palabras hieren a millones de mexicanos? ¿No le importa nada más que su proyecto y como Presidente agredir e insultar a quienes no se hincan a su paso? La historia se lo va a cobrar.

Eso sí, presentó un informe irreal, en el cual repitió lo mismo que en su campaña, así como en las tantas veces que ha acudido al zócalo, además obviamente de lanzar su odio y desprecio contra los mismos.

Por ello, nosotros mejor vamos a orar, con rezos de las distintas Iglesias, por los enfermos de coronavirus.

Un rezo católico es:

“Ten compasión de ellos, Señor. Desde ahora te lo pedimos. Bendícelos a todos y haz que vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión”.

Una oración presbiteriana dice primero el nombre del enfermo y enseguida:

“…que el Dios de toda misericordia te perdone tus pecados, que la libere del sufrimiento, y restaure a la integridad y fortaleza.”

El rezo de los ortodoxos menciona:

“Santo Dios visítanos y cúranos de nuestras dolencias, a causa de tu nombre. Señor ten piedad, señor ten piedad, señor ten piedad, Gloria del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos Amén”.

Los cristianos de la Iglesia Evangélica dicen:

“Padre mío, renueva cada tejido, cada arteria, cada órgano dañado,
cada hueso fracturado o debilitado, cada articulación que no funcione correctamente,
purifica sus músculos con tu mano bendita,
limpia de toda suciedad el cuerpo de esta persona querida en el nombre de nuestro Salvador Jesús y por tu inmenso poder”.

Algunos judíos por su parte oran así:

“Yo he dicho: “Señor, tenme compasión;
cúrame, aunque he pecado contra ti”. Mis enemigos me desean lo peor: “¿Cuándo morirá y se perderá su recuerdo?” Vienen a verme, y no son sinceros; guardan en su memoria todo lo malo, y al salir a la calle lo dan a saber. Los que me odian se juntan y hablan de mí;
piensan que estoy sufriendo por mi culpa…”
Y una oración budista, específicamente tibetana para pedir salud en el mundo señala:

“Así como las suaves lluvias llenan los arroyos, se vierten en los ríos, y se unen en los océanos puede el poder de cada momento de tu bondad fluir hacia el despertar y curar a todos los seres los de aquí ahora, los anteriores, los aún por venir.

Por el poder de cada momento de tu bondad, mayo será para que los deseos de su corazón pronto se cumplan, completamente brillantes como la brillante luna llena,
como por arte de magia, como un deseo-como el pulimento de una gema”.

Y los islamitas expresan:

Te pedimos Oh Allah que bendigas a Tú Profeta y Mensajero, a sus compañeros, a su familia y a todo aquel que le haya seguido virtuosamente hasta el Día del Juicio Final”.

A su vez los espiritualistas rezan:

“Jesús, gracias porque te has hecho hombre y has querido venir al mundo para curar nuestras dolencias y sanar nuestras almas. Señor, alivia nuestras enfermedades, las de nuestros padres, familias y amigos. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos que sufren, especialmente por los que no te conocen o no creen en tu poder sanador”.

 

 

 

 

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