El PRI Como Oposición

*El Servilismo Abyecto que Apoya Toda Decisión

*Los Supuestos Pactos Entre Peña Nieto y AMLO

*Los Priistas lo Único que Saben es Gobernar

*La Apabullante Aplanadora Oficial de la Actualidad

Por Ezequiel Gaytán

El pasado 4 de marzo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cumplió 91 años y el festejo pasó casi desapercibido. Esperé a que transcurrieran unos cuantos días a fin de observar la reacción de los medios de comunicación y de los colegas. Para mi sorpresa fue un acto escasamente cubierto y fueron contados los analistas que escribieron al respecto, lo cual tiene explicaciones muy lógicas, pues hay otros temas en la agenda nacional que mis cofrades consideran prioritarios y no dejan de tener razón. No obstante, decidí escribir acerca de uno de los capítulos más importantes en la historia de México y un tema fundamental en la ciencia política: la hegemonía de un partido político diferente a la ejercida por los partidos comunistas de Europa Oriental.

El PRI fue conformado desde el poder y dominó en todas las entidades federativas, en todos los congresos del país y su presidente en turno se convirtió, para fines prácticos, en un “Ministro Sin Cartera” del titular del Poder Ejecutivo Federal en turno, lo cual les permitió a los mandatarios gobernar con un instrumento metafísico, sobre todo porque ahí se condensó, en gran medida, una conducta sociológica que aún vemos en el gobierno actual. Me refiero al servilismo abyecto que aplaude toda decisión y discurso del presidente.

Desde afuera de esa otrora poderosa Institución, me pregunto las razones por las cuales es una pálida oposición. No lo sé debido a que no me paro en el Senado, ni en la Cámara de Diputados, ni en el inmueble de Insurgentes Norte, ni conozco a los actuales líderes. Consecuentemente lo que escribiré a continuación son tres hipótesis que he leído en los recientes días acerca de las razones por las cuales el PRI no logra estructurarse como una oposición en el Congreso de la Unión.

La primera sostiene que Enrique Peña Nieto acordó con el presidente López Obrador un pacto mediante el cual las bancadas del PRI en ambas cámaras federales no se comportarían como una oposición sistemática y consistente a cambio de que no se investiguen los recursos del mexiquense. Dicha hipótesis me parece inverosímil debido al carácter del actual presidente y porque los actuales representantes de dicho partido no tienen que rendirle pleitesía a un individuo que no vive en México y que su gestión fue tan desaseada que eso fue un motivo más que facilitó el triunfo de Morena.

La segunda hipótesis sostiene que los priistas no saben ser oposición, pues sólo saben gobernar. Dicho supuesto tampoco es creíble debido a que fueron oposición durante doce años de panismo y lo han sido en muchos congresos locales. El planteamiento hipotético se cae, además, porque quien sabe gobernar, sabe acerca de las fallas coyunturales y estructurales de un gobierno. Consecuentemente, los diputados y senadores del PRI sabrían cómo y cuándo ser precisos en su oposición.

La tercera sostiene que el PRI si se comporta como partido de oposición, pero la aplanadora del hoy Partido Oficial es tan apabullante, que los argumentos del PRI ni se notan. Hipótesis que también me parece pueril, pues de todos es sabido que los priistas son maestros en el arte de cacarear el huevo.

Son tres hipótesis cuyas bases son débiles y no logran explicar con razones de peso por las cuales el PRI actúa con un perfil bajo y discreto en el Congreso. Lo que mostraron las encuestas en el año 2018 durante la contienda electoral es que entre el 30 y el 35 por ciento de los potenciales votantes decían que elegirían a cualquier partido menos por el PRI y así sucedió.

En otras palabras, la imagen de corrupción que cosechó la pasada gestión fue ofensiva y por eso la gente no confía en el partido tricolor. De ahí que una de las primeras tareas que se propuso el PRI fue recuperar la confianza social.

Ello demuestra que conocen el diagnóstico, pero no tengo la impresión de que sepan cómo remediar la situación. Y, en efecto, no es fácil que los seres humanos volvamos a confiar en alguien cuando se nos ha traicionado.

Aún no encuentro una razón de peso que me explique los motivos por los cuales el PRI no se comporta como una oposición inteligente, estratégica, sistemática y consistente. Cumplió 91 años y los discursos fueron los de siempre. Su crisis interna y externa debe ser superada, pues se avecinan el próximo año elecciones a diputados federales y en algunos estados se erigirá gobernador. Me parece que su actitud tímida no es el camino a seguir. Pero será una decisión de los priistas.

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