Por Jesús Michel Narváez
Si es estrategia mediática, mal. Si es la realidad, peor.
En el primero de los casos, sería una forma de distraer la atención, tender una cortina de humo ante la marcha feminista del domingo y el paro del lunes. No es descabellado suponerlo cuando desde Palacio Nacional se minimiza el reclamo de las mujeres para frenar la violencia en su contra y tener mecanismos para ello.
Es más importante hablar de la rifa-no rifa del avión presidencial que prestar atención a lo que ocurre en el país respecto de las mujeres. Las cifras oficiales revelan que cada 24 horas casi 10 mujeres son asesinadas.
Y la respuesta gubernamental ha quedado en discursos, en anuncio de que se reunirán las mujeres del gabinete ¿para qué? Y que el tema no es simple sino de fondo. Eso se sabe. Pero hasta ahora no hay un mecanismo que permita siquiera prevenir los feminicidios.
Por cuanto a que sea realidad el brote de sarampión, que ya registra cuatro casos detectados en la Ciudad de México y se ignora si hay oros casos en el País, al tiempo de preguntarse cuántos más están en gestación, podría ser una amenaza para la salud de los mexicanos.
¡Otra amenaza! Porque el Covid-19 encuentra la puerta abierta y nadie se preocupa por cerrarla con siete llaves.
De acuerdo con información oficial de la Secretaría de Salud de la capital del País, se dio a conocer que las vacunas contra esta enfermedad (sarampión, rubéola y parotiditis) ya fueron liberadas, por lo que actualmente se encuentran en los estados y se aplican a la población.
La pregunta obligada es: ¿por qué hasta ahora se liberan las vacunas?
Grave, sumamente grave que el Gobierno federal, el de la Ciudad de México y los de los estados, no tengan la visión de prevenir y solo actúan cuando el problema se dispara y se hace público.
En la guerra, porque de eso se trata, contra la corrupción que el presidente López Obrador ha señalado como el mal mayor del país, se dejó de licitar la compra de vacunas porque, según la autoridad, las farmacéuticas elevaban precios y chantajeaban al Gobierno.
Hasta ahora no hay prueba de que la afirmación tenga sustento. Lo que sí es real es el desabasto no solamente de vacunas, que probablemente se tenían almacenadas pero no fueron liberadas sino hasta hace 24 horas, sino de un elevado número de medicamentos que no se hallan en los hospitales del sector salud.
La posible llegada del coronavirus se convirtió, esto sí, en la vacuna que les permite al Gobierno y al Presidente no hablar más del desabasto y mantenerse en su posición de que es falso, es producto de sus adversarios, es una campaña del neoliberalismo la escasez de fármacos,
Y la aparición de casos de sarampión, enfermedad presumiblemente vencida desde hace dos décadas, justamente cuando el tema femenino cobra fuerza y exhibe las no políticas para contener y prevenir la violencia contra las mujeres que termina en la muerte de casi 4 mil al año, tiene un tufillo mediático. Ojalá y si es verdad, se actúe con prontitud y se evite una epidemia a nivel nacional.
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