*Surgió una Nueva Clase Social con Poder Adquisitivo
*También hay Vinculaciones con Bandas Delictivas
*La Evolución y Crecimiento de los Puestos de Alimentos
Por Iván Ruiz Flores
¿Dónde fallamos las generaciones del siglo XX y desde luego sus gobiernos al no educar en el trabajo y el estudio a los hijos y censurar acremente apartarse de la ley y de las normas?
Hace 50 años que en el mundo y desde luego en América Latina (con énfasis en México) se ha desarrollado el delito, que inicia con los de menor envergadura como es el comercio en la vía pública que, en los países con economías deprimidas ha logrado auge, aunque afecta al comercio formal.
En México, como en otras partes de los funcionarios de las diversas administraciones, entidades y ciudades, conceden numerosos permisos para vender en la vía pública; comercio que hoy abarca la tecnología moderna como artículos de computación, telefonía celular y otros productos de gran rentabilidad. Inclusive se ha formado una nueva clase social con poder adquisitivo.
Pero también se han convertido en auténticas mafias, sobre todo en las enormes urbes, donde se coluden con los grupos delincuenciales existentes, como ocurren en nuestra capital con el caso de la Unión Tepito y muchas otras que operan en diversas alcaldías.
Y efectivamente, hay asociaciones ilícitas entre el proveedor, el que roba, hurta o ejerce contrabando de esos artículos, con el que los transporta y abastece a los callejeros y éstos, que son el último eslabón de la cadena comercial, se convierten en otro de una cadena distinta: la delincuencia organizada.
Entre las ventas callejeras, está la de los alimentos. Hace veinte años se calculaba que
Aproximadamente 2, 500.000 millones de personas en todo el mundo consumían alimentos en la vía pública, hoy son muchísimos más y, de ahí las epidemias y hasta las pandemias.
Por su bajo costo y su conveniencia, los alimentos que se expenden en las calles forman parte indispensable de la alimentación urbana y rural del mundo en desarrollo, pero tienen sus riesgos.
Los puestos de alimentos a menudo carecen de condiciones adecuadas de almacenamiento, refrigeración y de medios para cocinar los alimentos e impedir que se contaminen de bacterias.
Donde hace calor y hay humedad, una sola bacteria puede multiplicarse hasta 17 millones de organismos infecciosos en apenas ocho horas. Y la falta de agua potable y de medios adecuados para eliminar los desechos incrementa el peligro de contaminación.
Los vendedores, hay que reconocerlo, han estado aprendiendo las reglas básicas de la higiene alimentaria. Por ejemplo, a mantener separados los alimentos cocidos de los crudos, a fin de evitar la contaminación, y a no preparar alimentos cuando se tiene un resfriado o alguna infección. También están aprendiendo a gestionar su pequeña empresa, porque si no les da buenos resultados, es difícil que le dediquen tiempo y recursos para mejorar la higiene. Y el remate es que en algunos países ya pagan impuestos. En México no en lo general.
Es cierto, además, que a través de la difusión se ha ayudado a los consumidores a reconocer los alimentos buenos y frescos. También se ha logrado para esos expendios callejeros la dotación de agua potable y una forma de eliminar la basura con higiene.
Si bien hay rubros como la calle donde no se ha podido controlar hay renglones en los cuales sí ha sido posible lograrlo, como es en las instalaciones del Metro, donde efectivamente se ha reducido en alto porcentaje.
Los ordenamientos que prevén la prohibición del comercio ambulante o informal en el Sistema de Transporte Colectivo son: el Reglamento de la Ley de Movilidad del Distrito Federal, que prohíbe invadir cualquier área que no esté destinada al transporte de los usuarios, las vías, carriles confinados o los túneles por donde circulan los vehículos de este tipo de transporte.
Además, en los carros, vagones, andenes, estaciones, túneles y corredores, escalinatas, zonas de acceso, salidas y áreas de distribución.