Por Jesús Michel Narváez
Después del niño ahogado tapan el pozo. Como anillo al dedo. Porque durante los primeros 23 meses de la LXIV Legislatura cuya mayoría en la Cámara de Diputados coordina Mario Delgado, decidió elevar las penas para quienes cometan feminicidio y abuso sexual.
La sanción es elevar de 60 a 65 años la privación de la libertad. Y la reforma al Código Penal Federal fue aprobada por 415 legisladores de todos los partidos.
Antes no hicieron nada y los feminicidios aumentaron exponencialmente. En 10 días dos casos cimbraron a la sociedad mexicana: los arteros asesinatos de Ingrid –desollada- y el de la pequeña Fátima. Hubieron de ocurrir para que los diputados finalmente se ocuparan del espinoso, delicado y peligroso tema. Elevar las penas y las del argentino Sandro, no inhibirá los asesinatos y la violencia en contra de las mujeres.
Además, la multiplicación de las marchas feministas que pasaron de la pasividad a la agresividad para reclamar ser escuchadas por el presidente López Obrador.
El presidente, sin embargo, se concretó a inventar un decálogo –carente de sustento y lleno de lugares comunes-, a pedir a las feministas que no pinten ni dañes las puertas de Palacio Nacional ni de los monumentos históricos, porque el problema de los feminicidios es “herencia del neoliberalismo”.
Mientras los diputados apretaban el boto de votación, el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas Rodríguez decía durante una entrevista que “la violencia, particularmente la que se comete contra las mujeres es un problema que se metió a los hogares y las escuelas, pues el 25 por ciento de los delitos en el país ocurren en estos espacios de convivencia”.
Anunciaría una acción enérgica del Estado para combatir la inseguridad y la violencia, pero también, pero se necesita un cambio de actitud en todas las instituciones y una de ellas es la familia.
A ver, ahora resulta que la familia es la responsable de la violencia que cobra vidas de mujeres y que en las escuelas se fomenta al igual que en los espacios de convivencia. ¿Qué ha hecho el Estado para impedir la pérdida de valores, si existe, en los hogares y demás sitios que señaló?
¿Cuál será la enérgica acción del Estado cuyos gobiernos, de antes y de ahora, han sido omisos al problema?
Las muertas de Juárez, que no es responsabilidad del actual gobierno, fueron ignoradas por gobiernos del PRI y del PAN. Hubo necesidad de que personajes como Jane Fonda o Jennifer López protestará y produjera una cinta para que los feminicidios se visualizaran.
Dejar en las entrevistas, en los artículos que escriben –porque ahora los que trabajan en política se han vuelto articulistas- y en la charla de café el deleznable tema, no conlleva a resolverlo.
Y tampoco responsabilizado a la familia se frena la violencia. Ahora resulta, pues, que usted y yo somos los culpables de las agresiones a las mujeres. Eso se llama rehuir la responsabilidad, aunque nos obliguen a escuchar y tararear la canción Penas del argentino.
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