Por Jesús Michel Narváez
Hace 103 años y en Querétaro, en el ahora llamado Teatro de la República se proclamó la vigencia de la Constitución surgida del movimiento armado de 1910 y si bien la mayor parte de su texto obedece a la de 1957 tuvo y tiene agregados que la convirtieron en un referente global.
Su contenido social no se conocía en ninguna de las antiguas Constituciones. Ni siquiera las de Estados Unidos o Francia abordaban la atención al ser humano sino el planteamiento general de los derechos que cada cual debía tener siempre y cuando el Estado instrumentará las condiciones para llevarlas a cabo.
Por ambas tuvieron orígenes distintos. La de Francia a causa de la revolución que terminó con la monarquía e instauró la democracia. La de Estados Unidos porque fue el resultado de una comunidad de migrantes que formaron la hoy conocida Unión Americana aunque en su guerra de secesión la división fue su primigenio argumento.
La de México, con textos de ambas más la del Reino Unido, tuvo sus propias definiciones. Una de ellas que sus gobernantes tendrían que respetarla y hacerla respetar.
Hoy, aunque con cerca de 700 intervenciones quirúrgicas que intentaron, algunas, que no saliera del quirófano, está vigente pero poco respetada.
Mas en esta administración se tomó lo que podría ser una perversa decisión: si la Constitución y las leyes que de ella emanan impiden los nombramientos o las acciones “que se cambien y punto”,
Y eso ha hecho la administración de López Obrador.
Si se trata del medio ambiente, al diablo; si es para dotar de energía eléctrica a decenas y cientos de poblados con el uso del viento, al diablo; si de construir una refinería que en 15 año será inservible hay que destruir miles de hectáreas de manglares, al diablo; si hay que dejar sin medicamentos a millones de mexicanos porque las farmacéuticas chantajean al Gobierno, al diablo y que haya escasez; si de respetar contratos firmados en el pasado y le gusta, al diablo.
Y para eso tiene a sus generales en el Congreso de la Unión para reformar la <Constitución a modo, pera que sus proyectos avancen al costo que fuere.
La Constitución no es letra muerta, pero se le puede inducir el coma mediante cambios que no fueron previstos por el Legislador y cuyo espíritu obedecía a darle el poder al pueblo no a un hombre.
Ña autocracia no está concebida en la Constitución.
Sí la separación de poderes y el único de los tres: Legislativo, Judicial y Ejecutivo que no es divisible y se deposita en una sola persona es el Ejecutivo. Los otros responden al pueblo y al Pacto federal y a la interpretación correcta de lo que marca la Constitución.
Es algo que no se ha comprendido en la llamada 4t y cuyas antecesoras supieron, desde la Cádiz hasta la de 1917, que sin respetar la Constitución no hay Estados de Derecho ni garantías que no puedan ser violadas por el autócrata que tiene el poder Ejecutivo.
A pesar de las múltiples operaciones y de las violaciones de que ha sido objeto, es tiempo de defender la Constitución sin filias ni fobias, solamente por el prurito de que es el marco que permite la sobrevivencia del país y de sus habitantes.
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