Por Emilio Hill
Los expulsados de la modernidad, los parias sin remedio ni redención posible. La agudeza y anti virtud. Personajes que repelen y provocan simpatía a la par, son temas que se ven en Parásitos (Corea del Sur, Bong Joon-ho, 2019). Y lo anterior convierte en sorpresa la nominación al Premio Oscar en la categoría de Mejor Película al filme. No así, la que corresponde a largometraje en Lengua no Inglesa, que ya se esperaba.
El filme de Bong Joon–ho, traslada al espectador a una narrativa no habitual en Hollywood, con personajes esperpénticos de forma permanente, en la que la heroicidad está dejada de lado, claro ejemplo y ventana de lo que se puede filmar fuera del monstruo estadounidense.
Su éxito de crítica a nivel mundial y el buen recibimiento por parte del público cargan los dados para que sea triunfadora la noche del 9 de febrero. Pero en la categoría de Lengua no Inglesa –película extranjera, vaya-. Ya que, en la terna principal, la coyuntura social, política e incluso bélica coloca a 1917 (Sam Mendes, 2019) como casi segura ganadora.
1917, es un delicado e innovador plano secuencia de 119 minutos que no da una lectura diferente al género, pero que la narrativa visual le significa a Hollywood algo digamos innovador.
La anti heroicidad de Parásitos, la aleja de esa categoría principal. Otro pequeño detalle del filme –obvio- no es hablado en inglés y el público estadounidense no está habituado a leer subtítulos, el mismo Bong Joon–ho, en su discurso triunfador en los Globos de Oro, en la categoría de Mejor Película Extranjera invitó al gringo a no limitar su experiencia cinematográfica, por la flojera de leer. Pero una costumbre tan arraigada no se aleja por unas palabras dichas en una premiación.
Dos visiones de la trayectoria narrativa se contraponen: el héroe habitual con destino luminoso –manifiesto dirían los clásicos- y la trayectoria de los perdedores simpáticos y repelentes sin dejo de virtud. El primer caso corresponde a 1917, el segundo a Parásitos.
En una industria de códigos culturales establecidos, ¿Cuál cree usted que gane?
La posición de Parásitos –muy cómoda en las apuestas del Oscar- deja mal parada a la confesión cínica y melancólica de Pedro Almodóvar y su Dolor y Gloria (España, 2019).
En otro contexto, la tierna búsqueda de la identidad y el recuento con fantasmas de la vida, no tendría desperdicio, pero la familia de parias, que se apropian de una casa de gente acomodad desde la posición de su trabajo en el área de servicio, no la pone tan fácil para el director manchego.
Dolor y Gloria, es agridulce, pero menos polémica. Parásitos, es incómoda, cuestiona la modernidad y resulta un ojo indiscreto de la forma de ver la vida de los grandes excluidos del capitalismo. Pero no es empática con ninguno de los personajes. Todos, ricos y pobres repelen por momentos.
Así es que la lucha, en la Categoría de Mejor Película, está entre un muy bien portado cine bélico, sobre dos soldados en la I Guerra Mundial, Schofield ( George Mackay) y Blake (Dean–Charles Chapman) que deben evitar una trampa para su batallón y que presume de una narrativa en plano secuencia y un filme que le exige al espectador, sobre todo estadounidense y el absorbido por Hollywood un poco de compromiso y por otro lado, un largometraje de anti corrección política social.
Conocemos a la industria y parece que el primer caso, el de 1917 será el que triunfe en la terna principal.
Pero Parásitos, tiene por otro lado todas las de ganar en Filme extranjero. La confusión agridulzona de Almodóvar, que pelea esa categoría, quedará como anécdota, pero no ganadora.
No se debe dejar de lado, que en una de esas Érase una vez en Hollywood (Tarantino, 2019) se convierta en el fiel de la balanza de varias categorías. Y Hollywood tendría un regodeo en su cultura, uno más.
Tómese en cuenta que jugar al Brujo Mayor y hacer pronósticos, es deporte de riesgo.