Por Alberto F. Mena Mallén
Imaginémonos que en las próximas elecciones de este año -2020-, en Hidalgo y Coahuila donde se elegirán ayuntamientos y diputaciones, respectivamente y que Morena pierda, como preámbulo de los comicios federales del próximo año, ¿Qué pasará? Será el comienzo de que la cámara de Diputados cambie de estructura y con ello Andrés Manuel López Obrador deje la presidencia con su propuesta de revocación de mandato.
La idea de que pueda perder el gobierno y la legislatura federal viene de todas las críticas y voces en contra, que cada día suman más y que se han generado a raíz de las decisiones que ha tomado el presidente para modificar el régimen político, administrativo y social del país, determinaciones que él considera válidas para efectivamente tener una mejor nación.
Está muy seguro de lo que hace, pero hay muchos mexicanos que no lo consideran así al pensar lo contrario.
Además, son puras elucubraciones, pero éstas se conforman con muchos sucesos y hechos que se presentan, previamente a lo que pueda pasar a futuro. Uno de estos factores son los partidos políticos los cuales desde hace algunos años son materia de debate.
Primero porque no han cumplido con sus funciones primordiales como el de ser organizaciones que conjunten a personas con la misma ideología; aglutinar demandas y propuestas sobre ciertos temas; representar a cierto segmento de la población; generar una agenda de temas que se aborden en el debate público y cotidiano, y lograr espacios de representación.
De todos estos objetivos, el último, es uno de los que han cumplido ya que sólo los representan los miembros en cada una de las cámaras, integrantes del poder legislativo de la unión, pero no cumplen con los propósitos que les dieron vida, ya que han buscado el beneficio personal o de grupo y se han olvidado de los ciudadanos.
Un ejemplo de ello ha sido el Partido Verde Ecologista de México, el que desde su creación ha estado dirigido por una sola familia, y que se ha beneficiado de las prerrogativas que el gobierno le otorga cada año. Y así, hay otros partidos que han nacido y que han dejado de existir con muchos recursos que se les ha entregado y que de nada han servido para la democracia nacional.
También sus padrones de afiliados se han esfumado, incluso, las autoridades electorales informaron últimamente que todos los institutos políticos registrados legalmente no han podido demostrar el número de militantes que afirman tener. Estos arrancan este 2020 con la tercera parte de los militantes que presumían hace dos años.
Ya ni los candidatos independientes a los partidos políticos tuvieron la fuerza, que desde su creación se anunció, por lo que habría que repensar alguna manera de reestructurar estos esquemas electorales, también desde el punto de vista económico, ya que, con los años, los partidos políticos les cuestan mucho a los mexicanos, primordialmente porque se ha considerado que la democracia es cara y cuesta, pero se ha visto que dichos recursos son utilizados más para beneficio de los líderes y sus equipos.
Pero podríamos reflexionar en el sentido de que se debe transitar hacia modelos de partidos más abiertos, puesto que los existentes se han vuelto estructuras burocráticas y cerradas que distinguen entre dirigentes, militantes y simpatizantes que ya no sirven.
Los partidos políticos de la actualidad tendrían que ser organizaciones que permitan a las personas acompañar las causas y discutir la agenda sin necesidad de contar con un membrete o credencial establecida. Cualquier persona debería de poder apoyar de manera directa y tener voz dentro del partido de su preferencia sin necesidad de someterse a una estructura rígida.
Para ello, habría necesidad de modernizar toda esta estructura con la utilización de la tecnología y las aplicaciones que cada día nos sorprenden por los avances que se tienen en todos los campos de la vida nacional, privada y persona, por lo que se podría empezar con las votaciones electrónicas, que sean operadas por el aparato electoral existente y supervisadas por comités ciudadanos para evitar “caídas del sistema”, como ya ha sucedido.
Además, se podría pensar en utilizar la era digital para la creación de partidos políticos y en afiliar a sus militantes y simpatizantes sin necesidad de llevar a cabo la parafernalia que se tiene que hacer para crear un partido político tal y como ahora sucede, lo que resulta muy caro y tardado para estos tiempos.
El sistema político se debe modificar, no sólo para superar el agotamiento del marco político que ha prevalecido y establecer las condiciones para el éxito de las reformas que se pretenden, sino, sobre todo, para responder a la necesidad de articular las demandas del desarrollo del país
El agotamiento de las reglas del sistema político, frente a la complejidad social que impera, ha hecho que se requiera plena transparencia en los procesos de negociación -incluso sobre los puntos que se podrían negociar- entre los grupos sociales y los actores políticos.
Por eso, hay que aprovechar los nuevos horizontes que nos trae la modernidad tecnológica y aplicarla en más campos para que se logren concretar metas que han quedado rezagadas y olvidadas –viejas-, ante los problemas de corrupción, impunidad e intereses que impiden el avance del país, en un contexto globalizado e internacional.
Así, es probable que más mexicanos participen tal y como siempre lo hace con su voluntad de contribuir a causas como el apoyo a damnificados de sismos, o de habitantes que requieren de una manita del ciudadano que tuvo mejores oportunidades que otros y ello se ve a diario en las calles y en desgracias que se presentan ocasionadas por la naturaleza, donde las autoridades a fuerza de presiones cumplen a medias con sus obligaciones tal y como ha sucedido en muchos desastres, donde hay olvido y abusos por parte de gobiernos.
Este gobierno de la 4T ha prometido muchas cosas. Estamos en espera de que realmente se cumplan.
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