Por Jesús Michel Narváez
Cada inicio de año surgen los propósitos. Pasan los meses y se incumplen. Y la expresión es común: común comienzo el próximo año.
Confieso que esperaba del presidente López Obrador una modificación, pequeña si usted quiere, en su comportamiento hacia sus adversarios. Supuse que 13 meses de machacar sobre el mismo tema sería suficiente tiempo para agotar los rencores, las rencillas, heridas.
Me equivoqué de pe a pa.
En su segunda conferencia matutina de este 2020, el presidente se refirió, sin que hubiera razón para ligar sus comentarios anteriores que se relacionaban con el Tren Maya, el EZLN, su historia al lado de los indígenas, decidió recordar a sus adversarios.
(…) De todas maneras, que no esperen nuestros adversarios, los conservadores de izquierda y de derecha, que no esperen que nosotros actuemos de manera autoritaria, no somos iguales. Nosotros somos pacifistas, nosotros somos partidarios de la no violencia, además, así triunfamos. Cuando pensaban algunos que era imposible lograr un cambio sin el uso de las armas, nosotros insistimos, insistimos que se podía lograr la transformación sin la violencia y triunfamos de esa forma, y se está llevando a cabo la Cuarta Transformación de la vida pública del país.
“Esto tiene muy molesto a los conservadores, porque no hay que olvidar que los extremos se tocan, pero ya se van a ir serenando, tranquilizando, entendiendo que las cosas ya cambiaron, que no es lo mismo”.
Desde la óptica del presidente López Obrador “en 2019 se avanzó mucho, mucho, y con poca confrontación política. La verdad es que los conservadores no terminan de espabilarse, están todavía desconcertados, aturdidos, y sus reacciones no han sido las más inteligentes, están muy enojados y desquiciados. Yo entiendo y, repito, creo que están derrotados moralmente”.
Además de insistir en la descalificación hacia quienes no comparten su forma de gobierno –y que somos muchos millones-, el presidente se regodeo con sus éxitos contra la violencia. En el tercer párrafo de esta entrega está la prueba: Nosotros somos pacifistas, nosotros somos partidarios de la no violencia, además, así triunfamos. Cuando pensaban algunos que era imposible lograr un cambio sin el uso de las armas…”
Quizá se refería a que el cambio propuesto por su gobierno se convirtió en una revolución en la que las armas no encontraron espacio. Si hablaba de la violencia, la delincuencia creciente y el elevado número de muertos, el mayor en un año desde que se tiene registro, no hay tela de dónde cortar.
Admito públicamente que me equivoqué y que el Presidente no cambiará un ápice sus criterios y sus razones.
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