Perplejos en México y Abusadores en EU; ¿Quién es Responsable?

De Fondo

Por Jesús Michel Narváez

Firmado el nuevo acuerdo comercial T-MEC, en México fue día de fiesta. Desde el Presidente, su gabinete, el sector privado –no todo- y hasta la Iglesia manifestaron su “alegría”. Ocurrió el miércoles pasado. Faltaba la ratificación del Senado de la República.

Transcurrieron dos días para que la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuyo subsecretario Jesús Seade ha tomado en sus manos algo que debería corresponder a Economía, para que fuera transcrito el documento. Finalmente llegó y Ricardo Monreal Ávila, el jefe político de Morena en la llamada Cámara Alta negoció con los coordinadores parlamentarios del PAN, PRI, PRD y MC para planchar su aprobación.

Dicho y hecho. Diría un par de días antes Marcelo Ebrard: “Misión Cumplida”.

Nadie contaba con la astucia de Donald Trump. Mientras en México la fiesta seguía, el sábado -clásico sabadazo-, el presidente de Estados Unidos enviaba una iniciativa de ley a su Congreso para que se apruebe la creación de “agregados laborales” en la representación diplomática ubicada en Paseo de la Reforma.

¿Qué significa la incorporación de un nuevo miembro en el personal diplomático de la Embajada?

¡Que fungirán como inspectores para hacer cumplir la legislación laboral!

Y todos los que andaban de fiesta abandonaron el guateque para clamar: es una traición de Estados Unidos.

“Nosotros firmamos de buena fe”, afirmaba Seade ante representantes de los medios de comunicación, con lo que reafirmaba que los senadores no leyeron el adéndum, el propio subsecretario dio por buena la transcripción –si es que la leyó- y la titular de Economía, Graciela Márquez Colín, desaparecida de los escenarios en los que solamente estaban los negociadores.

Gustavo de Hoyos Walter, el líder de la Coparmex, acusaba la incapacidad y la falta de conocimientos de los negociadores mexicanos.

Una acción inesperada. Una decisión que avasalla la Soberanía de México y pone en riesgo a toda la industria nacional y extranjera que cuente con trabajadores sindicalizados.

El Gobierno de Andrés Manuel López había rechazado la llegada de inspectores laborales. Argumentó violación de la soberanía y, eso “no lo vamos a permitir”, clamaría Ebrard.

Al final de la jornada, Trump les madrugó y metió un gol desde fuera del área grande. Sí, más allá de 3 mil 897 kilómetros que separan la Casa Blanca de Palacio Nacional.

Seade viajó ayer a Washington. Tratará de arreglar el entuerto, pero oh, sorpresa, se trata de una iniciativa del Ejecutivo al Congreso de Estados Unidos, no de una que salió de Palacio Nacional al Senado o la Cámara de Diputados en “donde todo se puede y si la Constitución y las leyes estorban, que se modifiquen”.

México cedió. Y como preguntó el senador independiente, Emilio Álvarez Icaza “¿cuál es la prisa por arrodillarse?, cuando Monreal impulso la aprobación en fast-track.

El propio Monreal confirmó, conocida la iniciativa de Trump, que lo aprobado en el Senado de la República es “definitivo”.

Una falla de enormes consecuencias. Otra acción equivocada del zacatecano. Y una más para el canciller Ebrard y, por supuesto, de Jesús Seade.

¿Qué Sigue? Aceptar lo que decida el Congreso de Estados Unidos y apechugar, por no decir la vulgaridad de Paco Ignacio Taibo II sobre los dobleces fálicos.

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