“Los de Abajo”

Del Cine y las Leyes

Y los de Arriba

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“Los de Abajo”, película mexicana, basada en la novela homónima de Mariano Azuela; dirigida por Chano Urueta, con fotografía de Gabriel Figueroa, música de Silvestre Revueltas y estelarizada por Miguel Ángel Ferriz (Demetrio Macías), Esther Fernández (Camila), Emilio “El Indio” Fernández (Pancracio), Carlos López Moctezuma (Luis Cervantes), Domingo Soler (Anastasio Montañez), Isabela Corona (La Pintada), Alfredo del Diestro (El Güero Margarito) y Miguel Inclán (El Nico); se estrenó el primero de junio de 1940 en el otrora cine Regis.

Demetrio Macías es un campesino que está al margen de la lucha revolucionaria, sin embargo, es atacado por los federales debido a que don Mónico, el cacique del pueblo, lo acusa de ser un alborotador; esto provoca que los demás pobladores se levanten en contra del gobierno y apoyen a Demetrio, quien se convierte en un jefe revolucionario; en una batalla, el protagonista es herido y es atendido por Luis Cervantes, un médico que desertó del ejército federal con la intención de unirse a la causa.

La película retrata las vicisitudes de una tropa villista durante la Revolución Mexicana, se les ve como asaltantes sanguinarios que cometen atrocidades, razón por lo que eran criticados, pero a la vez admirados por Azuela.

¿POR QUÉ LUCHAR?

Demetrio Macías vive en las cercanías de Juchipila, un pueblo localizado en el sur del estado de Zacatecas, involucrado en la revolución no por sus ideales, sino por el conflicto que tiene con don Mónico, quien utiliza a los federales para atacarlo con el pretexto de que se iba a levantar, así que le queman la casa y se ve obligado a huir.

Esta escena era común en los tiempos revolucionarios, y al igual que el protagonista, muchos campesinos se unieron a la causa, no por los ideales que la regían, sino como reacción a los abusos de los caciques; estos campesinos no se dejaron dominar y contraatacaron a la amenaza que les imponían el ejército federal.

A Demetrio se le unen Anastasio Montañés, El Manteca, Pancracio, La Codorniz y Venancio, entre otros campesinos, algunos con carabina y otros con un machete, sin instrucción militar, sólo la simple voluntad de combatir con arrojo y coraje, pero nunca se detuvieron a establecer un objetivo ni analizaron la verdadera razón de lo que hacían, sencillamente se involucraron en el movimiento armado.

La incorporación a la Revolución no fue para defender ideales sino para vengarse de los federales o de los caciques; pero la falta de una ideología también se daba entre los militares, pues muchos fueron incorporados a la fuerza, tan es así que la deserción era común.

EL LUCHAR PORQUE…

Luis Cervantes, un joven educado de clase media y estudiante de medicina, deserta del ejército federal, con la intención de unirse a Demetrio, por tener supuestamente “sus mismos ideales”, pero en el momento que lo conoció, quedó sorprendido debido a que los supuestos revolucionarios tenían poca idea del porqué de su lucha.

Al principio, la tropa no confía en Luis, le apodan “El curro” (el señorito), pero eventualmente llegan a aceptarlo, sobre todo cuando cura una herida de bala en la pierna de Demetrio.

Este personaje es la figura del hombre circunspecto que opta por la buena causa, se apropia de los ideales de la revolución: Reforma, Libertad, Justicia y Ley; tiene grandes pensamientos y en su travesía se convierte en el portavoz de aquellos ideales, tan es así que señala: “su causa es la causa sublime del pueblo subyugado que clama justicia, solo justicia”, pero al pasar el tiempo ve que los hombres de tropa, incluyendo a Demetrio, hacen y deshacen con el gran poder que tienen, esto es, hacen lo que les venga en gana.

Aquí viene la transformación de un hombre con ideales a un hombre que sólo busca poder y la satisfacción personal sin mayor sacrificio.

POR QUÉ NO LUCHAR

Demetrio y su gente llegan a Fresnillo, donde se reúnen con el General Natera con el fin de tomar Zacatecas, uno de los últimos lugares ocupados por el ejército federal de Huerta en 1914. Aquí Antonio Solís reconoce a Luis Cervantes y le pregunta: “¿Pues desde cuándo se ha vuelto usted revolucionario?”

Es curiosa esta pregunta, pues va con doble intención, ya que en realidad lo que pretende cuestionarle es: ¿Acaso no te has dado cuenta que esto es una farsa?

Y efectivamente, para muchos participes de la revuelta, la Revolución fue una farsa, la intensión de no cambiar de dictador sino de generar un cambio real en beneficio de todos, cambio que no se apreció y que los ideales revolucionarios fueron traicionados por unos y por otros.

Solís es el personaje que vislumbra a fondo la desilusión; sus pensamientos y sus experiencias vividas muestran el abandonado a toda utopía; como un buen nihilista pierde el sentido de las ideas en las que creyó, ya no le impresiona si muere en cualquier santiamén, ya no le colma de ilusión la lucha revolucionaria, y declara: “La revolución es el huracán, y el hombre que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval…”

Basta que transcurra el tiempo para que Luis Cervantes se apropie de grandes desilusiones, y experimente las mismas sensaciones por las que pasó Antonio Solís, cuya muerte puede ser interpretada como el ocaso de todo ideal.

La novela está basada en las experiencias que vivió su autor Mariano Azuela como médico militar en las fuerzas de Julián Medina y en las anécdotas que escuchó de sus camaradas; de hecho, uno de sus personajes, Luis Cervantes, comparte semejanzas con la vida del autor, como la de ser médico y unirse a las tropas villistas.

El tema principal es el desvanecimiento de los ideales de la Revolución Mexicana, Demetrio está muy desanimado al final y no sabe sus razones para luchar en la guerra, por ende no tiene la convicción necesaria para hacer un cambio en la estructura social; muchos de los participantes fueron atraídos por la aventura o por problemas personales, puede afirmarse que luchaban por su libertad, aunque no tenían una idea precisa de lo que su lucha significaba; salvo ciertos personajes con educación, la mayoría de “los de abajo”, son los que hicieron la Revolución, pero no siempre entendieron sus ideales ni los encarnaron.

Lo que refleja la película, es que el fracaso está en el hombre, no en el proyecto, pero será cierto como lo expresó Daniel Cosío Villegas: ¿Qué todos los personajes de la revolución, sin excepción, quedaron por debajo de las expectativas de ella?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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