Por Jesús Michel Narváez
Amenazaron con desalojarlos. Ellos y ellas, sin embargo, no se amilanaron. Están curtidos. Tienen su historia y nadie los moverá: exigen lo que les corresponde y no dádivas que compran votos.
Sí, los campesinos y ganaderos hicieron que los diputados pospusiera, otra vez, el dictamen y la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación porque no hay acuerdo aunque Mario Delgado, el jefe político en San Lázaro, cante a los cuatro vientos que hay reasignaciones importantes para el sector agropecuario.
Habla de los “programas del presidente López Obrador” como el de Sembrando Vida que genera muchos empleos y rescata a miles de ejidatarios, comuneros y hasta pequeños propietarios.
Pero no convence a quienes tienen tomado el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Y en Palacio Nacional la irritación crece y se fortalece la posición: a los dirigentes de organizaciones campesinas y ganaderas “ni un centavo”.
“Todo se entregará de manera directa… sin moches”, clama el Presidente López Obrador.
Sin embargo, eso de “entregar directamente a los beneficiarios” no deja de ser una utopía.
¿Qué significa sin intermediarios?
Por lo que se sabe, los Siervos de la Nación”, el ejército electoral de López Obrador, llevan dinero en efectivo. Los han asaltado varias veces. Se presume que ellos son los enviados del Presidente y lo representan personalmente. Por ello no hay intermediarios.
Eso dicen en las Secretarías de Bienestar, de Agricultura, de Desarrollo Urbano Territorial.
¿Quién controla a los Siervos?
¿Se está plenamente seguro de que el dinero llega directamente a los interesados?
La postura presidencial es irreductible: se acabó la corrupción.
Y como experto en tauromaquia, agita el pañuelo blanco. No sé si se refiera a que a la corrupción le cortaron el rabo y las orejas.
Si mañana viernes no se resuelve el presupuesto y los campesinos son retirados con el “uso legítimo de la fuerza”, las cosas podrán complicarse más de lo que aún.
Nada garantiza que los legisladores de la mayoría guinda y sus aliados alcancen los acuerdos necesarios para que “regresen a su casa” o, en última instancia, lleguen como arrimados a otra sede que, por supuesto, sería rentada y pagada con los recursos públicos.
¿Cuánto se gastó en el vistosos -¡hay que reconocer que fue excelente!- desfile con motivo del 109 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana?
Gratis no fue.
¿No sería mejor gastar el dinero público en partidas financieras que beneficien a quienes más sufrieron bajas en la Revolución y la que no les ha hecho justicia en 109 años?
La obra legislativa está suspendida. Le faltan permisos para que los actores salgan al escenario. Mañana: cuarta y ¿última? llamada. Ojalá y la escenificación se realice. Por el bien de los pobres.
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