*Ordena Obras sin Permisos, Licitaciones ni Proyecto Ejecutivo
Por Miguel A. Rocha Valencia
A un año de que el presidente López decidió cancelar el aeropuerto Internacional en Texcoco, los mexicanos pagamos con creces esa determinación autoritaria. Aun así, el jefe del Ejecutivo festeja el ultraje a las arcas públicas y a la confianza en nuestro país.
En un tono que parece más de desquite o revancha dice a sus críticos: “Tengan para que aprendan”, cuando ya causó que todos los habitantes de este país, incluyendo sus seguidores, tengan que pagar no sólo las pérdidas financieras y devaluatorias que provocó su decisión y que pretendió cubrir con una falsa o burda “consulta” manipulada por los morenos.
Es decir, no sólo se perdieron cerca de 260 mil millones de pesos en contratos y obras realizada, incluyendo los ochos mil millones de dólares de la fibra E, sino todo lo que ya estaba comprometido.
Pero, además, estamos pagando con desempleo y falta de crecimiento la desconfianza de su decisión autoritaria. El “me canso ganso” cuesta a México caída en crecimiento y desarrollo, en empleo, derivados de la ausencia de confianza en su régimen por parte de inversionistas nacionales y extranjeros, no obstante que a los mismos consorcios que tildó de corruptos en el proyecto del NAIM, hoy los tiene incorporados como su Consejo Asesor.
Grupo de empresarios que, como en tiempos de Enrique Peña, tiene un capitán o coordinador; con aquél, fue Juan Armando Hinojosa, con el de hoy, José María, “Chema” Rioboó.
Pero presume el presidente el inicio de una obra, el aeropuerto de Santa Lucía, que en otros tiempos resultaría ilegal por la falta de permisos que no puede tener ya que carece de al menos un proyecto ejecutivo y al no existir este, tampoco los puede haber en materia de suelos y mucho menos de aeronavegabilidad con el cual justifique su viabilidad operativa con el actual Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Se pasa por el arco del triunfo las recomendaciones internacionales, la negativa de aerolíneas a trasladarse, pero sobre todo los llamados a la sensatez.
Igual que con la pretendida refinería Dos Bocas, cuyos terrenos se inundaron con agua salada y que se está tratando de sacar del pantano o marisma en que se encuentran los terrenos del municipio de Paraíso en Tabasco.
Ambas obras, se realizan bajo el lema “yo mando”, “me canso ganso”, aunque ello implique un desperdicio de recursos que obviamente no pagará el presidente ni sus colaboradores, sino nosotros, todos los mexicanos, chairos y fifís, cortesanos o críticos.
Todos aportamos con nuestros impuestos al pago de esos multimillonarios desperdicios, de esos caprichos o revanchas de López, quien actúa, según sus propias expresiones y acciones, con el más puro de los autoritarismos.
Y apenas llevamos un año.