Un Discurso Auto Dirigido y Peligroso

Por Nidia Marín

¡Sorpresa! De pronto, un discurso en el cual el Presidente se inventó la posibilidad de un golpe de Estado, pero también las inmediatas palabras de rechazo de su parte a esa locura, dijo, no sólo por las fuerzas armadas, sino por el apoyo de los votos que recibió en las elecciones del año pasado.

Ninguna cabecita loca había mencionado una asonada, sublevación, sedición, alzamiento o revolución, ni nada por el estilo, pero…

¿Lo perdimos Houston, lo perdimos? Al parecer no, sino que forma parte de una estrategia que pensamos fue ideada por algún acelerado, para preguntarse y responderse, como ocurrió con el bozal de Gustavo Madero… ¡Guau, guau…Grrr!, gruñiría enojado Igor, mi Siberian Husky.

¿En estos tiempos inciertos, donde nadie (ni siquiera él, me refiero al Presidente no al perro) tiene certezas sino complejidades y ambigüedades, sigue siendo este tipo de estrategia un punto relevante? Como dicen los verdaderos consejeros en otros países: no es posible establecer una estrategia cuando las condiciones cambian a una velocidad creciente… a menos que te hayas instalado en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX.

Para ellos, claro, la estrategia es la base que mueve la asignación de recursos, posiciones de inversión, expectativas de desempeño y el diseño de las estructuras organizacionales. ¿Y si no hay?

He ahí el grave problema que hoy vive México y afecta a tirios y troyanos.

Indudablemente, fue sorpresa el discurso autopromovido en las redes, en el cual el presidente señaló: “aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huerta, los Hitler o los Pinochet…” Tácitamente también incluyó a Victoriano Huerta, quien orquestó en su momento el golpe de Estado en contra de Francisco I. Madero.

Claro, entre los eternizados en el poder no mencionó a Porfirio Díaz: 30 años en la Presidencia de México; a Hugo Chávez, 14 años como mandatario de Venezuela; a Nicolás Maduro, heredero del anterior, aunque en su caso el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, le acaba de poner el cascabel al gato, al expulsar al cuerpo diplomático venezolano y desconocer a Maduro como mandatario, lo que ya respondió el de Venezuela al desalojar también a todo el cuerpo diplomático salvadoreño.

Tampoco mencionó López Obrador a Evo Morales, quien ya lleva en el poder 13 años y presuntamente acumulará 19 al permanecer hasta el 2025. O al más eternizado en la presidencia, Alfredo Stroessner, de Paraguay, quien estuvo 35 años como dictador o a Fidel Castro y su hermano Raúl que en total acumularon 32 años el primero y 10 el segundo como mandatarios en Cuba. Y mucho menos a Daniel Ortega, de Nicaragua que lleva ya 12 años como presidente.

No, no se refirió a todos esos dictadores que llegaron al poder primero mediante elecciones o con golpe de Estado y después se eternizaron torciendo la ley o acomodando la norma a conveniencia, pero también saturaron las cárceles de presos políticos, ejercieron el paramilitarismo, violentaron los derechos humanos y atentaron contra la libertad de prensa, además de reprimir las libertades individuales.

Por cierto, no importa si son de izquierda, de derecha o… populistas.

Y recomendó leer la Fábula de las Ranas, Pidiendo Rey, de Esopo, para auto complacerse al expresar “es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de uno muy emprendedor, pero malvado y corrupto”.

En el siglo XXI, por cierto, puede ser emprendedor, respetuoso de las leyes y del Estado de Derecho, con los conocimientos suficientes para sacar al país del atolladero.

Y por cierto, después de ese loco discurso sí empezaron a aparecer en las redes grupos opositores muy molestos. ¡Qué necesidad!

 

 

 

 

 

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