Por Nidia Marín
No es rebeldía, aunque cause escozor. No es otra cosa sino asumir los medios de comunicación las responsabilidades que les corresponden ante la sociedad y que en el caso de Estados Unidos, fueron abandonadas durante cuatro años.
Pero hoy, cargados con nuevas pilas gracias al triunfo demócrata, los medios ya no permiten no sólo que se les insulte, sino que se les obligue a difundir falsedades.
Eso apenas ocurrió en la cadena de noticias Fox News cuando la transmisión de la rueda de prensa de la portavoz de la Casa Blanca fue suspendida por la difusión de acusaciones infundadas de fraude electoral.
Sí, las repercusiones del triunfo demócrata tienen diversos efectos en el mundo y desde luego en México, donde el amor y paz que siempre pregonó el inquilino de Palacio sigue en entredicho. Todo indica que los golpes bajos no cesan y las divergencias entre el secretario de Relaciones Exteriores y la diplomática de carrera y embajadora de México en Washington Martha Bárcena, van viento en popa, ahora por efectos secundarios del caso Trump.
Los trascendidos sobre los desencuentros no dejan lugar a dudas de la ira desatada en el canciller, quien indudablemente es simpatizante de los republicanos y no de ahora. Desde que era titular del gobierno capitalino, hizo gran amistad con varios funcionarios, así como con Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York e inclusive trató de aplicar en la ciudad de México las estrategias de “Cero Tolerancia” exitosa en aquella ciudad, pero que fue un fiasco en esta capital, con todo y el costo de 5 millones de dólares según dijeron.
Por cierto, en aquel tiempo la actividad de Tony Garza, como embajador de Estados Unidos en México, fue importante y Ebrard la aprovechó para desarrollar una política exterior con el vecino país, en el entonces Distrito Federal.
Pero el actual problema entre un titular de la cancillería y un embajador (a) no es nuevo. Ha sucedido en otras ocasiones. Una cuestión vivida por esta reportera en aquel tiempo, fue la confrontación que se dió durante la fase diplomática de la Guerra Irán-Irak, entre el canciller Jorge Castañeda (padre) y Porfirio Muñoz Ledo, que presidía el Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero vaya que ha pasado agua bajo el puente desde entonces. Han pasado mandatarios en México y Estados Unidos. Cinco desde Ronald Reagan hasta Donald Trump allende El Bravo (en 40 días, sí como cuarentena, llegará a la Casa Blanca el nuevo, un demócrata) y siete en México desde José López Portillo hasta el otro López: Obrador.
. También han abundado los cancilleres y los embajadores, por lo que esperaremos a observar las novedades que se avecinan con los demócratas y las bilis oficiales de este lado de la frontera.
No creemos que vaya a ser algo similar al gobierno de Barack Obama, quien ciertamente le quedó a deber a México, aunque fue superado por Trump, mismo que carecía de los conceptos y la estructura política de los republicanos, pero que fue acogido por éstos con todas las consecuencias que hoy vemos, entre otras la peor: la separación de familias en la frontera.
Cuando inicie la etapa de Biden, en 2021, ojalá principie la reparación de daños que dejó la pasada administración, aunque ya lo sabemos: con Estados Unidos siempre existirá no solo la denominada “relación especial”, la asimetría como punto de ciertas imposibilidades, la eterna tolerancia y el odio, ese cruce que va del conflicto a la cooperación.
Como siempre también estará la clave de todo: la necesidad intrínseca de uno y otro país en materia de seguridad y de relaciones comerciales.
Dicen que, por ejemplo, en 2017 las exportaciones dirigidas a Norteamérica (Canadá y México) representaron el 33.9% del total, incrementándose ligeramente respecto a las registradas en 2016 en un 5,8%.
Sin embargo, fueron más los errores que los aciertos en materia de política exterior. En lo interno por allá fue peor, sobre todo la falta de humanismo, de buenos programas y medidas de salud cuando inició la pandemia que hoy tiene a los Estados Unidos crucificado con el primer lugar mundial en todo: en contagios y muertes.
Esas tenemos pues… hasta ahora.
