La Salida: Tranquilidad Espiritual…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez
Soy mexicano y no, no tengo una “tranquilidad espiritual”.
Por el contrario, me encuentro sumamente preocupado porque el presidente López Obrador cediera la plaza a un grupo de sicarios para, según su óptica, “salvar vidas”.
No, no estoy viviendo momentos de tranquilidad espiritual.
Porque la tranquilidad espiritual no frena los crímenes cotidianos, la violencia generalizada y no regresa la paz.
Como de costumbre, López Obrador tiene una “salida” para justificar sus desaciertos.
De nueva cuenta se enfoca contra los “conservadores” que quieren que el país sea un cementerio. Lo es.
Y no solamente por las omisiones de gobiernos anteriores, sino por lo que ha dejado de hacer para contener a los criminales.
Su fraseología, surgida de la oquedad, lo lleva a pedir que las mamacitas y abuelas les jalen las orejas a los descuartizadores, envenenadores de millones de personas por la venta de droga, asesinos de sangre fría.
“Abrazos no balazos”… “becarios sí, sicarios no”… “fuchi, guácala…”, forman parte de la retahíla cotidiana cuando habla de la violencia creciente en el país. Y siempre, sin importar el tema, sostiene que son los adversarios, los conservadores, los que no entienden que su gobierno no es como los de antes.
“No estaría yo, como estoy ahora, y como están en Culiacán, y todos los mexicanos no estaríamos con esta tranquilidad espiritual, porque quién sabe cuántos hubiesen perdido la vida”. ¿De verdad lo cree?
Si está convencido y su destino es ser pastor de una Iglesia, que se coloque el alzacuello, suba a su púlpito y comience el sermón: Hermanos, “nosotros vamos siempre a respetar la vida de todos los seres humanos”.
Y bajo la justificación de que los criminales son personas -¿cómo habrá llegado a esa conclusión?- cuyas vidas también se deben respetar, con sus sermones está llevando al país a un callejón sin salida en el que los sicarios, los dueños de almas, corazones y cuerpos de cientos, miles de hombres, mujeres y niños, son los que tienen las llaves. Porque el Gobierno desconoce cómo abrir las cerraduras.
No, no, Presidente, la decisión del caso Culiacán, no me trajo tranquilidad espiritual. Si a usted le llegó, disfrútela y no piense por los demás. Hágalo por sí mismo y punto. Ya no pontifique. Ya no justifique. Ya gobierne.
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