Por Miguel Tirado Rasso
Si de ocurrencias se trata, difícilmente podría ignorarse lo dicho por la diputada de Morena, Dolores Padierna, vicepresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara baja en relación al proceso para la renovación de la dirigencia de su partido. La legisladora encontró la fórmula para descifrar el enigma en que se ha convertido ese proceso sin “morir” en el intento, o sea, sin fracturar al partido. La diputada sugiere obviar “todo este procedimiento para que se haga una tómbola, una encuesta o un “volado”, entre los tres (aspirantes), y quede cualquiera de ellos,” porque los tres tienen altura para dirigir el partido, según su afirmación. Estos tres son Yeidckol Polevnsky, actual presidenta de Morena; Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional del partido, y Mario Delgado, Coordinador del grupo parlamentario de Morena.
Habría que señalar, respecto de los aspirantes, que por ahí anda uno más, Alejandro Rojas Díaz-Durán, al que la presidenta de Morena, ni lo ve ni lo escucha y, por lo mismo, no lo toma en cuenta, pero que, con todo, se ha convertido en una piedra en su zapatilla. La realidad es que un partido en el poder, cuyo candidato presidencial obtuvo una votación histórica, independientemente de que el mérito de esto haya sido totalmente del personaje, con casi nula aportación del instituto político, debería ser especialmente cuidadoso en sus procesos internos y convertirse en referencia y ejemplo de transparencia y respeto a la democracia porque, suponemos, la evolución que contempla la 4T, también estaría incluyendo al aparato político.
La sana distancia entre el Ejecutivo y Morena, no parece funcionar como su fundador lo imaginó y en su primera prueba de fuego, la renovación de su dirigencia, los de Morena se han enredado al grado de que su guía ha tenido que recortar la distancia para hacer respetuosas recomendaciones ante el riesgo de que los intereses y la ambición de algunos dividan al partido y den al traste con el proyecto político de la 4T. El golpe en la mesa fue contundente, o se ponen de acuerdo en la elección de su nuevo dirigente o él no solo renunciaría a Morena, sino hasta le cambiaría el nombre, advirtió en una de sus conferencias mañaneras. Y ante el desconcierto que prevalecía entre la dirigencia morenista, les sugirió resolver la sucesión vía una encuesta.
Y es que, para empezar, existe un grave problema en torno al padrón de militantes del partido que está cerrado desde 2018, aunque se han registrado afiliaciones irregulares, según denuncia de algunos aspirantes, por lo que no resulta confiable para aplicar el método de elección por voto de consejeros. El padrón de militantes es el gran misterio de Morena, porque sobre la marcha, antes y durante el proceso electoral federal de 2018, se fueron sumando simpatizantes, un tanto oportunistas, algunos, en la medida en que iba quedando clara la ruta triunfadora de su candidato.
Los números de afiliados varían según cada aspirante. Para Bertha Luján, el padrón es de 3 millones 100 mil afiliados, Yeidckol, por su parte, afirma que el padrón legítimo es de un poco más de 317 mil militantes, y Diaz Durán afirma que con posterioridad a que se cerrara el padrón, en 2018, se afiliaron 7 millones más, sólo que no se les registró y carecen de credencial. Al parecer, en lo que casi todos están de acuerdo es en que se trata de un padrón “manoseado” según afirmación de la propia dirigente de Morena y, por lo mismo, poco confiable.
En este río revuelto, no falta quiénes pretendan sacar provecho y para ellos ya hubo un mensaje de ya sabes quién: despido y denuncia. Para que no se diga que las palabras se las llevó el viento, el primer mandatario informó que enviará un comunicado a los empleados del gobierno federal advirtiéndoles que quien intervenga en la elección de la dirigencia nacional de Morena será despedido y denunciado ante la Fiscalía General de la República (FGR). “Quiero dejar en claro que nosotros luchamos por muchos años para que no se usara el gobierno…Nos hicieron mucho daño, porque la elección no era limpia y nosotros no podemos actuar de la misma manera. El gobierno no va a intervenir en las elecciones de Morena y de ningún partido,” comentó.
Pero a pesar de la sugerencia y de las advertencias, para algunos pesan más sus intereses que la lealtad y la disciplina y siguen sin ponerse de acuerdo sobre lo básico que es el método para elegir a la nueva dirigencia. De ahí la ocurrencia de la diputada Padierna que pinta la seriedad con la que ven el proceso. Lo casi último acordado, el pasado fin de semana, fue utilizar el padrón “manoseado,” con corte a noviembre de 2017, que suma 2.6 millones de morenistas; celebrar las Asambleas Distritales que inician el 12 de este mes y concluyen el 10 de noviembre y, hasta después de esta fecha, discutir y definir el tema sobre el método para la elección de su presidente. O sea, patear el bote, a ver si el tiempo los ilumina.
Octubre 10 de 2019