Por Jesús Michel Narváez
Orondo, como todas las mañanas, todos los mediodías, todas las tardes y noches, el Ciudadano Presidente anunció que el “gobierno federal ha invertido dos mil 100 millones de pesos en préstamos sin intereses para 350 mil personas dedicadas al comercio, preparación y producción de alimentos, artesanías y pequeños negocios de giros diversos en el país. Por primera vez confluyen distintos factores en el fortalecimiento de la economía desde abajo para el bienestar de los más humildes”.
La división del total entre los beneficiarios arroja que a cada persona se le otorgaron 6 mil pesos.
¿Qué se puede comprar con esa cantidad?
Parafraseando a Chava Flores cuando Pedro Infante decía:”Oye Bartola, ahí te dejo esos dos pesos: pagas luz, el teléfono y la renta…”, o al exsecretario de Hacienda Ernesto Cordero Arroyo quien osó -e hizo el oso- decir que con 6 mil pesos una familia podía pagar hasta la colegiatura de sus hijos en una escuela privada, ¡todo!
Seis mil pesos alcanzan para montar un negocio, comercio, comprar insumos para las artesanías, producir alimentos y “tomarse una chela”.
Vaya, para ir al parque de diversiones, utilizar energía eléctrica en lugar de carbón o leña, pasear por la alameda del pueblo y comprar un helado o de plano, para ponerse a trabajar y pasar a formar parte de la sociedad que tiene todo y nada paga.
Seguramente el Presidente pretende que todos los “emprendedores” se vuelvan vendedores de tamales y las combinen con las guajolotas; que tengan para comprar el anafre y cocinen quesadillas, que adquieran un bulto de arcilla para “modelar platos y estatuitas” y que pasen a formar parte del mundo creativo del arte culinario o de la plasticidad artesanal de los ancestros.
(Usted sabe: bandejas de madera, muñequitas chinas poblanas con largas trenzas, baleros, trompos, perinolas, títeres y más, que todos los días vemos se venden en las calles de las ciudades en donde hay autos, gente caminando y utilizando el transporte público).
Habría que añadir esa frase de “préstamos sin intereses”, porque el Ciudadano no es dueño del dinero público.
Lo que le permite el manejo de recursos es el pago de impuestos que religiosamente hacemos todos los que no nos apellidamos Polevnsky o Guevara y que debe ser aplicado no en dádivas ni en “prestamos del gobierno” sino en servicios, salud, educación, infraestructura –caminos, puentes, escuelas.
El Ciudadano saluda con sombrero ajeno y hace que la gente que se beneficia piense que “todo se lo debo a López Obrador”.
No es así. La verdad, duele, es que el Ciudadano Presidente presume de dar mucho y que no quedará a deber nada, pero él no genera un centavo. Nunca pagó impuestos. Quizá ahora sí, porque se los descuentan de su nómina.
Prestar dinero si intereses ni garantía alguna, tiene nombre: populismo, le guste o no el término al Ciudadano. ¿Créditos a la palabra o a fondo perdido? Es pregunta sin jiribilla.
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, jesusmichelnarvaez266@gmail.com, Facebook: jesusmichel, Twitter: @jesusmichelMx y en Misión, Periodismo sin Regaños lunes, miércoles y viernes de 11 a 12 horas por ABC-Radio en el 760 de AM