*Su impacto es de corto plazo en ciertas regiones y solo en el consumo
*Se trata de simular que muchas otras variables nomás no caminan
Por Jaime Contreras Salcedo
Al igual que el sector maquilador, el caso de los ingresos por remesas del exterior originalmente no se tomaban en cuenta para efectos de las cuentas nacionales, o se le daba un papel secundario a pie de página de los informes de las finanzas públicas.
De ahí que llame la atención el papel de salvador de la Patria con mayúscula que ahora se imprime a los ingresos de esos mexicanos que viven en el extranjero y que llegan, pensamos, directamente a las arcas familiares. Estos, al derramarse en la economía, generan un impulso sobre todo en aquellas regiones donde la pobreza y la pobreza extrema son el cuadro de cada día.
Como se recordará, el tema de las remesas tomó también mucha relevancia en el sexenio del ahora defenestrado desde la cúpula del poder, Vicente Fox, calificándolas como un verdadero alivio para la nación, sobre todo si se tomaba en cuenta, como entonces, que las cosas no andaban muy bien que digamos en materia de ingresos, a pesar de que entonces los precios del petróleo garantizaban dos tercios de los números gubernamentales, detalle éste por cierto en el que, ahora, todo mundo se pregunta dónde quedó ese dinero multimillonario.
Pero no nos desviemos. Resulta que nuestros amigos del Banco de México divulgaron que en el caso de las remesas, en agosto pasado llegaron al país casi 3 mil 375 millones de dólares, un monto histórico para un mes similar y el más alto desde 1995, cuando el Banxico inició la medición de este indicador, cifra que representa un repunte de 3.20 por ciento frente al mes de julio.
De esta manera, en los primeros ocho meses de este 2019, esos miles de paisanos que se parten el alma, se desloman, casi todos en Estados Unidos, han coadyuvado fundamentalmente al desarrollo de la economía nacional aportando ni más ni menos que 23 mil 900 millones de dólares, lo que también es un monto histórico para un periodo similar desde que se tiene registro, ya que hubo un alza de 8.70 por ciento comparado con igual lapso del año pasado.
Los empresarios del dinero, los banqueros pues, ya nos mandaron decir a través de su presidente, Luis Niño de Rivera que, ni hablar, estos datos son un verdadero apalancamiento del crecimiento nacional, pero sobre todo del bienestar de millones de familias que sin ellas estarían en una verdadera inopia. A juicio de este hombre de negocios, estos recursos se convierten en el generador de divisas número uno para el país, y permite que los mexicanos que han migrado sigan apoyando el crecimiento nacional.
Y bajo ese criterio, seguimos con este personaje disímbolo que algún día fue clavadista y torero, los mexicanos –migrantes o no- tienen una economía robusta “y esto permite entender que son muy productivos los mexicanos que viven en Estados Unidos, donde se han encontrado una nueva vida, pero no se desconectan y siguen apoyando a sus familias que los necesitan mucho en este país”, nos refiere con su singular dicción.
Nosotros tenemos otros datos. En primera instancia, mal hace la autoridad hacendaria y el gobierno federal en su conjunto, dándole a las remesas una calidad que no tiene o no debiera tener. Como las cosas andan mal en casa –el mayor desplome de los ingresos petroleros, las decisiones erróneas o fallidas que han generado estancamiento o de plano disminución de la inversión privada, así como una baja en la recaudación en términos reales-, se apela a que estos connacionales deben asumir su misión: salvarnos de las perversidades del neoliberalismo enviando dinero desde la matriz neoliberal, léase los Estados Unidos.
Nos comentaba un analista chairo, pero realista, con cierto tono de alarma que la ponderación pública de ese dinero que llega procedente del exterior es tanto como si en este momento se pusiera en materia de ingresos muchos millones de dólares procedentes, por ejemplo, del narcotráfico, la trata, o la compraventa de armas. Al fin y al cabo, apuntaba con singular acento, es dinero que se lava en la economía formal o informal, da lo mismo, que de una u otra manera también va a representar dinero en las arcas. “Si es dinero sucio, lo limpiamos en la cartera”, y citó a un cínico de sus colegas.
Pero, además, hay otra lectura a ese incremento de las remesas de marras: de un lado, los mexicanos en el exterior intuyen que las cosas se les van a poner peor, en donde no pocos serán obligados a regresar y más en los tiempos electorales que ya viven, y tratan de apoyar lo más que pueden a sus familias respectivas. Se le conoce como pragmatismo económico. Eso del lado exterior.
Del interno, tenemos que al fallar otras expectativas, la administración de la #4T se aferra al clavo ardiente y en este momento cómo del dinero de esos héroes que expulsó el neoliberalismo, por falta de oportunidades, y que sin duda seguirá haciéndolo esta nueva forma de hacer gobierno, dicen, que en muy poco está ayudando a las nuevas generaciones, con todo y los programas asistencialistas que, en los hechos, no les asegura futuro alguno y ni siquiera garantizarán votos para el partido en el poder ni pondrá en un lugar en la historia, sin mayúscula, a quien ahora detenta los destinos nacionales y el Palacio Nacional, a menos que usted nos diga argumentos en contrario.
Los recursos de eso estoicos paisanos, por lo demás, no son inversiones ni generan empleos. Estimulan marginalmente el mercado interno, insistimos, solo en ciertas zonas y, a contra corriente de lo que digan desde los templos de la #4T, se irán reduciendo paulatina pero ciertamente hacia finales del sexenio.
Cuando venga una reforma fiscal de proporciones inimaginables. Lo veremos.
Antes de que eso suceda, estas Lascas Económicas se mueven en dirección contraria junto a toras piedras seculares que el viento se niega deshacer. Y ya le esperan con toda la calma del mundo en este mismo espacio, pero la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.