Por Alberto F. Mena Mallén
“No podemos reprobar a ningún estudiante”, aseguró una maestra de segundo de secundaria ubicada en la Ciudad de México.
“Eso está muy mal, -dijo en una charla-, ya que podemos señalar esto como una impunidad más que se presenta en el país”.
También aclaró: es algo así como dejar de competir por lo que nos debe de interesar como nación. Todos seremos catalogados con el mismo rasero y no habrá desigualdades, lo que en un principio está bien, porque los deseos de la 4T es que no haya desigualdades.
Pero, sentenció: no habrá avances ni desarrollo ya que a los alumnos no les interesa estudiar y menos progresar, sobre todo cuando tienen apoyos ya sea en la familia o del gobierno, el cual “no nos ha apoyado a nosotros como profesores, porque por ejemplo, yo imparto la materia de arte y todo el material lo deben de adquirir los estudiantes y otros los pongo de mi bolsa”.
Antes, comentó la licenciada en odontología:
“Yo daba química, física y biología, pero con esta nueva administración, cambiaron las cosas, ya que estas materias que impartía, ahora se las dieron a profesores normalistas, lo que está bien, porque ellos manejan la pedagogía mejor que nosotros los profesionistas que, por una u otra razón, tuvimos que dedicarnos a la docencia”.
“No les interesa aprender a los chamacos, solo van a la escuela para entretenerse un poco, por lo que yo busco alternativas dentro de mi materia para que se interesen por las artes. Por ello, todos los fines de semana voy a museos para conocer las novedades que ahí se presentan y a su vez enviarlos a los mismos para que aprendan, aunque sea físicamente y en vivo y a todo color lo que representan las diversas exposiciones que ahí se muestran”.
Recordó que cuando ella comenzó a dar clases cometió muchos errores, entre ellos hacerse amiga de los estudiantes -entre 14 y 15 años-, quienes abusaban de esto, ya que había ocasiones que hasta pena le daba el cómo la trataban. “Había ocasiones que desde el tercer piso donde se encontraba el salón donde me correspondía dar clases alguno de los muchachos gritaba ¡Ya llegó mi novia!, lo que arrancaba risas y carcajadas de quienes se encontraban en el lugar, incluso la directora solo sonreía por el hecho”.
“Hubo otra ocasión -agregó-, que uno de los muchachos me llevó serenata a mi casa, y utilizó la radio de su vochito, fue en la noche. Mi papá enojado me cuestionaba de qué se trataba y no tenía más remedio que explicarle lo que pasaba. En ese entonces tenía unos 21 años y estaba joven. Ahora, ya dejé de ser su amiga y me muestro como su maestra, para lo cual siempre les hablo de Usted a los chicos, quienes siempre tratan de encontrar un huequito para poder tomar confianza y así buscar privilegios en las calificaciones, aunque ya sabemos que no se les puede reprobar por indicaciones superiores”.
Esto no debería de suceder, reiteró la profesora, ya que qué va a pasar con los muchachos cuando accedan a la preparatoria o universidad. Por ello, los índices que se tienen de aprobados en estos niveles son bajos, ya que muchos de los adolescentes no están capacitados ni preparados para salir adelante académicamente.
Eso sí, ya volvió la materia de civismo a las aulas, pero ello no representa que los muchachos se vuelvan buenos, inteligentes o respetuosos. La edad determina su comportamiento, pero con el asunto de la falta de competencia, van de mal en peor, destacó la maestra.
Otro aspecto que comentó fue el de los apoyos que deberían de tener las escuelas, mismos que han disminuido por la famosa austeridad republicana y no se tienen todos los elementos que se requieren para lograr una mejor educación y de mejor calidad. Uno de esas prestaciones eran los consultorios odontológicos para apoyar a los muchachos y sus familias, pero se argumentó que ahí no era centro de salud por lo que se eliminó esta ayuda, sólo quedó el consultorio médico para atender las emergencias y canalizar a posibles heridos a los hospitales correspondientes.
De la inseguridad en los alrededores del plantel, destacó, que existe, puesto que son constantes los robos de celulares y de lo poco que puedan traer los estudiantes a la escuela, para sus gastos y adquirir golosinas que siempre compran en el recreo o al salir del inmueble rumbo a sus casas.
De lo que ha sucedido con los destrozos que se han presentado por las marchas y manifestaciones en la Ciudad de México consideró que no es adecuado dejarlos que hagan lo que quieran y no buscar a los responsables de los daños que se presentan para sancionarlos, ya que ello genera una ambiente de impunidad, -como en los estudiantes que no compiten por una buena calificación-, y con el tiempo puede aumentar este asunto para mal de todos los que habitamos en esta ciudad de México.
Además, el hecho de que las autoridades capitalinas busquen acciones para contrarrestar estos comportamientos como los denominados “cinturones de paz”, podrían ser adecuados, pero que también pueden generar enfrentamientos con los anarquistas que sólo buscan desestabilizar y provocar problemas a las autoridades de la metrópoli.
Consideró que estaban mejor las barricadas de acero que anteriormente se colocaban frente a los negocios por donde transitan las manifestaciones ya que así los daños disminuían considerablemente, aunque siempre los había porque no se puede controlar a una turba de jóvenes que sólo buscan perjudicar a otros.
Sugirió que las autoridades en este tipo de eventos, particularmente en las manifestaciones de jóvenes, deberían de generar o realizar eventos musicales o actividades diversas que logren atraer a estas personas y así bajar la dinámica que traen para esos momentos. Atraerían a las familias y tal vez no se atrevan a generar violencia como cuando andan en pandillas, que es cuando buscan saciar sus inquietudes a costa de otros como el comercio que es uno de los más afectados por sus comportamientos.
Una sugerencia es solicitar el apoyo de las empresas o industrias que podrían aportar algo en su beneficio y con ello tener una actividad ocupacional o tal vez relacionado con la fecha en la que se participa.
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