Por Emilio Hill, (Segunda parte)
En una escena de Rojo Amanecer (Jorge Fons, 1989), Carlos (Ademar Arau), de escasos diez años, ve por la ventana de su departamento en la Unidad Tlatelolco hacia la Plaza de las Tres Culturas. Con cierto tono alegre e inocente, cometa: “mira mamá, bengalas en el cielo”. Es miércoles 2 de octubre de 1968.
Ese momento, será el preludio de la tragedia. La llamada Matanza de Tlateloco, está por comenzar. El filme se centra en las vivencias de una familia al interior del departamento que habitan. El hogar, de hecho, funciona como microcosmos que ahoga a sus habitantes.
El choque generacional está presente en la familia desde -al principio- la cariñosa reconvención del padre, un hombre de mediana edad producto de los beneficios del desarrollo estabilizador, Humberto (un siempre acertado Héctor Bonilla), quien les reclama a sus hijos -la mayoría jóvenes en edad universitaria– Jorge (Demián Bichir) y Sergio (Bruno Bichir) el que se involucren en el movimiento estudiantil de 1968, reproche al cual se une su esposa Alicia (María Rojo) y Don Roque (Jorge Fegan), un ex militar revolucionario que se molesta de manera más clara. El cuadro lo completan los más pequeños: Graciela (Estela Robles) y el ya mencionado Carlos, quienes estudian la primaria.
La familia, en un relato que sube de tono gracias a la dirección de Fons y sobre todo al guión de Xavier Robles, en un principio llamado Bengalas en el Cielo, sufrirá la represión y consecuencias de involucrarse en el movimiento.
Rojo Amanecer -estrenada en 1990- armó una fuerte polémica en su momento. El tema, en pleno inicio del salinato, llegó a incomodar a algunos sectores, como el ejército. Es también un antes y un después dentro del cine mexicano por varias razones: en medio de una declarada crisis de la cinematografía nacional, el largometraje forma parte de una nueva etapa de filmes que sirvieron para expulsar a géneros populares como la sexy comedia. Se buscaba a otro público y dar una calidad de temas y artístico.
En realidad, la película, además, aborda el tema del 68 después de muchos años de no tocarse. No es el primer filme que lo hacía -basta recordar El Grito (Leobardo López Aretche, 1968)- documental filmado al momento de los hechos-, pero en la película de Fons, hay una valentía narrativa que presentaba la matanza, desde la vivencia y posterior inmolación de una familia. Lo hace sin concesiones.
En su momento se habló de censura hacia la película. A pesar de esto, Rojo Amanecer, sería el banderazo de salida del tema. En 1991 el cineasta Gabriel Retes, presenta El Bulto. No toca el tema de la matanza de Tlatelolco, pero sí lo que sucedió el Jueves de Corpus de 1971. Otra tragedia que marcaría al país.
La película cuenta la historia de Lauro (Gabriel Retes) un fotógrafo que es víctima de un fuerte golpe y queda en estado de coma dos décadas. A partir de esta premisa, se percibe una crítica a la izquierda que se adocenó al sistema, ya que sus amigos son todos unos señores muy adaptados y cómodos en el mundo y el universo que antes criticaban. Algunas pequitas, ciertas arruguitas diría Mario Vargas Llosa en Los Cachorros.
El tema del Jueves de Corpus, lo aborda -sin que sea el asunto central- Alfonso Cuarón en Roma. La pequeña historia: contar un acontecimiento histórico, desde la perspectiva de la gente común. En este caso una familia de clase media alta.
El tema ha dado también para jugar con los géneros cinematográficos, ya que Borrar de la Memoria (Alfredo Gurrola, 2010) con un guión del crítico de cine Rafael Aviña, cuenta la historia de un periodista Germán (Adalberto Parra) al cual le encargan investigar un sangriento hecho criminal sucedido en julio de 1968.
Ese acontecimiento vinculará al personaje en una investigación que busca esclarecer sombras sobre la matanza de octubre. Un buen argumento, cuidado y pulido durante muchos años por Aviña, tuvo la mala suerte de encontrarse con la mediocre ejecución de Gurrola.
Desde muy distintas perspectivas se ha abordado el tema de los movimientos sociales. Falta aún mucho que decir, y resultará interesante la mirada de las nuevas generaciones.
