Pero la Realidad no
Por Horacio Armando Hernández Orozco
“Las Tortugas También Vuelan” (“Lâkpošthâ ham Parvâz Mikonand”), coproducción de Irán e Irak, dirigida por Bahman Ghobadi; con la actuación de Avaz Latif (Agrin), Soran Ebrahim (Kak Satélite), Hiresh Feysal Rahman (Hangao), Saddam Hossein Feysal (Pasheo), Abdol Rahman Karim (Rega) y Ajil Zibari (Shirkooh); estrenada en 2004.
Los habitantes de un refugio del Kurdistán iraquí, en la frontera entre Irán y Turquía, buscan comprar una antena parabólica para conseguir noticias acerca del inminente ataque de Estados Unidos contra Irak; los niños sobreviven recogiendo y vendiendo las minas antipersonas que están en todo ese territorio; al lugar llegan un chico mutilado, su hermana y un niño pequeño; este joven tiene una premonición: la guerra está cada vez más cerca.
En esta historia no importa el origen ni las consecuencias de la llamada Guerra del Golfo, Bush y Saddam Hussein son un simple pretexto para dar contexto a los verdaderos protagonistas: los infantes que sobreviven en una situación límite como lo es un conflicto bélico; fue la primera película grabada en territorio iraquí desde la caída de Saddam Hussein.
LA PARABÓLICA VERSUS LA PREMONICIÓN
La historia transcurre antes de la invasión de Irak por parte de la coalición de países liderada por Estados Unidos de 2003; en un campo de refugiados del Kurdistán iraquí, los damnificados buscan orientar sus antenas de aire para tener buena señal y así recibir noticias sobre la guerra que se avecina; hasta que Kak Satélite convence a las autoridades que deben comprar una antena parabólica con la suficiente potencia como para poder enterarse de las noticias internacionales.
En el filme hay una sutil crítica sobre el papel de los medios de comunicación, pues aunque logran comprar la antena parabólica, lo cierto es que nadie ahí habla inglés ni entienden las imágenes de la transmisión, además está esa perversa tendencia de los medios de convertir en objeto de noticia a los que, hasta hace poco, eran sólo meros espectadores pasivos del circo audiovisual, y obviamente la manipulación de la información.
Y la verdad sobre ese inminente ataque a territorio iraquí vendrá de Hengov, un chico mutilado de ambos antebrazos, que tiene el don de predecir el futuro, quien señala con precisión que se desatará la invasión norteamericana a Medio Oriente.
De tal forma, la cinta muestra ese distanciamiento con las supuestas bondades del mundo occidental, pues resulta revelador que la información sobre el inicio de la esperada guerra no llega a través de la televisión por cable, sino por la revelación del muchacho que tiene visiones; tan es así que, a un médico kurdo iraní, que quiere estar bien informado, le dicen se compra una antena parabólica, y éste contesta: “¿Una antena parabólica? ¿Y qué hago yo con eso? Sólo cuentan lo que les interesa. Mienten y se llenan los bolsillos de dinero”.
EL COMERCIO NEGRO DE ARMAS.
Kak Satélite, al que también llaman ‘Hollywood’, lidera a los niños que se encuentran en el campo de refugiados kurdos, entre sus más fieles están Pasheo, quien perdió un pie al estallarle una mina, y Shirkooh, otro menor muy noble y sensible; estos niños están marcados por la guerra, mutilados, huérfanos, hambrientos, desgarrados, la única forma de conseguir ingresos para sus necesidades básicas es recogiendo minas antipersona y vendiéndolas en el mercado negro, sin ningún tipo de equipamiento ni artilugio específico para eso.
El director de la película, narra que de niño oía historias de su madre y su abuela sobre personas mutiladas por las llamadas minas antipersonales, y Kurdistán ha sido y sigue siendo uno de los países más afectados por ellas; los fabricantes norteamericanos y europeos se las vendieron a dictadores como Saddam u otros que las diseminaron por todo el país; cada día, cada hora, hay una persona inocente que muere o queda mutilada por ellas; incluso hay familias en el Kurdistán que ponen el nombre de Mina a sus hijos recién nacidos.
Existe una Convención sobre la prohibición de minas antipersonales, también conocida como el Tratado de Ottawa, que fue dispuesta para su firma los días 3 y 4 de diciembre de 1997 y depositada el 5 de diciembre del mismo año en Nueva York ante el Secretario General de las Naciones Unidas; la misma está en vigor desde el 1 de marzo de 1999.
Este Tratado prohíbe sólo las minas antipersonal; no incluye las minas antivehículos que fueron reguladas por la Convención de las Naciones Unidas de 1980 sobre Ciertas Armas Convencionales y las normas generales del derecho internacional humanitario.
Para febrero de 2009, 156 países han ratificado el Tratado y dos Estados lo han firmado, pero sin ratificarlo; 37 Estados, incluyendo la República Popular de China, la India, Rusia y los Estados Unidos no son parte de la Convención, que son los principales fabricantes y vendedores de este tipo de artefactos bélicos.
LA AMISTAD EN TIEMPOS DE GUERRA.
Al campo de refugiados llega Hangao junto a su hermana menor Agrin y el pequeño Rega, que es hijo de esta niña, Kak Satélite se interesa en ella, aunque guarda cierta distancia por que se escuchan historias de Hangao, no obstante que no tiene brazos, es duro para pelear.
Al principio, los demás niños del campo los ven como extraños a su comunidad, y estos tres menores se sienten ajenos, pero pronto se dan cuenta que todos son víctimas de las circunstancias, que ninguno de ellos ha decidido donde nacer ni cómo crecer.
La amistad es algo muy presente a lo largo del filme, la situación extrema en que viven estos infantes lo obliga a crear lazos que van más allá de recuperar y vender minas antipersona; algunos han quedado mutilados por el estallido de alguna de las minas; otros han muerto; y en medio de este panorama se organizan para sobrevivir y resistir, pero con base en la lealtad y amistad desinteresada, estos niños y niñas se ayudan unos a otros, se apoyan solidariamente; la escena en que Kak trata de salvar al pequeño Rega, que está rodeado de minas antipersona, es en verdad conmovedora, sobre todo el llanto de Kak tras el funesto desenlace.
Una película kurda, cuya población que, junto a Palestina, Sáhara Occidental y todos aquellos pueblos sin reconocimiento internacional, viven inmersos en un estado de permanente sufrimiento;
Las tortugas también vuelan es una cinta interesante, necesaria, impactante y emocionalmente sobrecogedora, la historia de estos niños que viven en una sociedad donde la vida es un don realmente preciado, en el que la muerte, en forma de minas antipersona, hambre, pobreza, miseria e indefensión, forma parte de su vida cotidiana; pero ¿será cierto que las personas que viven en situaciones límite como la que describe el filme tienden a ser más solidarios?
La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…