Ética y Función Pública

*Las Medidas de Persuasión, Disuasión y Represión

*Si la Policía no las Aplica la Delincuencia Crece

*Además, se Convierte en Crimen Organizado

*El Riesgo: la Construcción de un Estado Fallido

Por Ezequiel Gaytán

Aunque parezca que la ética es un término elusivo y ajeno y aunque parezca que existen tantas éticas como grupos o pueblos, en honor a la verdad, lo que encontramos es que en todas las épocas y en todas los villas, la encontramos con sus principios tales como “trata a los demás como quieres ser tratado” o “no matarás”. De ahí que podríamos afirmar que los principios son reglas y normas racionales que apoyan la formación y desarrollo de las sociedades y los encontramos a lo largo de la historia de la humanidad; si mal no recuerdo mis clases de ética, la maestra nos decía que Kant los clasifica como máximas si son reglas prácticas subjetivas o como leyes si se convierten en elementos objetivos a fin de que esas máximas no sean violadas. Por su parte los valores son cambiantes y varían según las épocas, las circunstancias, los usos y las costumbres, de hecho son aquellos que estructuran la conducta individual y grupal con fines de cohesionar y convivir en armonía social; usualmente les damos elementos subjetivos y destacan entre ellos la justicia, la responsabilidad, el honor, la integridad y el respeto.

La función pública, para fines de este artículo, es el funcionamiento del aparato burocrático que se traduce en la prestación de servicios y en el ofrecimiento de bienes. Léase servicios como educación, salud y transporte y bienes como los libros de texto gratuitos o las medicinas en las clínicas de salud.

De ahí que la función pública es la parte abierta de la Administración Pública que permite la convergencia entre el gobierno y la sociedad y, consecuentemente, la formulación de políticas públicas, es decir la convivencia armónica en el espacio donde las comunidades debaten en el espacio público con los servidores públicos acerca de sus demandas y necesidades. Ello implica definir objetivos, un plan, un programa junto con el presupuesto participativo y sus consecuentes controles y evaluación de resultados.

La función pública no es lo mismo que la Secretaría de la Función Pública. Pues la primera es responsabilidad de todas las dependencias y entidades de los tres poderes de la unión y de los tres órdenes de gobierno y la segunda supervisa que los servicios públicos otorgados por la burocracia funcionen a fin de que sean otorgados alta calidad, en la cantidad suficiente, con la oportunidad requerida y con buen trato hacia los ciudadanos, lo cual hace que la relación entre la ética y la función pública sea de armonía y productividad. Por eso el Estado es el responsable de normar y supervisar que la prestación de bienes y servicios gubernamentales sea acorde con la cultura de la legalidad y acorde con los principios de eficiencia, eficacia, congruencia y honestidad en el aparato burocrático.

Toda la teoría arriba descrita sólo es aplicable cuando el individuo se siente protegido por el Estado a través de sus instituciones. Una de ellas es la policía, pues tiene entre sus funciones la de instrumentar planes de protección preventivos y estrategias de acción y reacción ante la presencia de la delincuencia. Para ello debe estar preparado en aplicar medidas de persuasión, disuasión y represión, pues es legal y legítimo que, en un momento dado, utilice la fuerza para actuar en el nombre de los principios y valores arriba descritos.

De no hacerlo, la delincuencia crece, se fortalece y se convierte en crimen organizado que significa infiltración en el aparato burocrático corrompiéndolo. Lo cual es grave pues puede infiltrarse en todos los niveles y crear un contubernio de impunidad que orilla a la sociedad a organizarse a fin de defenderse y algo peor, hacerse justicia por su cuenta.

Entonces, en ese caso, el Estado se convierte en fallido y las estructuras sociales se desmoronan pues fueron vulneradas y atacadas en sus principios y valores de cohesión y armonía cívica. En consecuencia, la ética y la función pública deben ser convenidas y articuladas porque reflejan la importancia política y gregaria de la comunidad.

El Gobierno de la República ha insistido en la importancia de la autoridad moral como principio de actuación y eso es a todas luces plausible. Pero eso no significa que acote a las fuerzas del Estado a no actuar y ser vapuleadas. El Presidente de la República ya permitió que dichas fuerzas hagan su trabajo y eso también debe ser motivo de felicitación. La represión mesurada en contra del crimen organizado es algo que debe hacerse o de lo contrario no hay ética en la función pública.

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