Martha Higareda: ese Género Cinematográfico

La Tiendita de los Horrores

Por Emilio Hill

Es oficial y no debe causar sorpresa, Martha Higareda es un género cinematográfico. Parte de la comedia romántica en exceso ligera -aquella del público televisivo pero que es robada por un momento para acudir a las salas cinematográficas- y goza del favor de ese espectador poco exigente.

Aquel público   que se conforma con el gag televisivo, repetido una y otra vez, que se distingue por tener pocos o nulos referentes para comparar.  Que se deriva pues, de la chick flick nunca tropicalizada, pero sí prófuga de Cinema Golden Choice, que desnuda la sub cultura hollywoodense de guionistas y directores.

Porque Tod@s caen, es el debut en México del director argentino Ariel Winograd, pero educado en Chile y que tiene ya una serie de títulos, de comedia más bien ligera. Pero es también, la confirmación de dos vías del cine nacional: aquel de propuesta y contenido, aun en búsqueda eso sí, de un público y el de una evasión sin mayor sentido que la producción de churros. A esta última categoría, pertenece el filme que nos ocupa.

Por cierto, cabe añadir, que el término churro para referirse a un filme mal realizado, viene de la época en la que la producción en serie de géneros cinematográficos mexicanos remataba la Época de Oro. Hace referencia a la realización en serie, cual masa de pan dulce.

Y casi desde sus inicios, la antes Televicine, filial cinematográfica de Televisa y ahora llamada Videocine, tiene esa característica como sello. Para muestra, una pareja: hagamos una de Higareda o Chaparro, para el caso es lo mismo. Luego de la tristemente exitosa franquicia No Manches Frida, juntemos al taquillero dúo y filmemos un éxito. El tema es lo de menos.

Porque en Tod@s caen el sitcom televisivo, o una aspiración de este, se deja ver sin pudor. Y comprueba que los lugares comunes pueden armar, que no construir y mucho menos llevar a buen puerto, un filme de refractario: La comedia romántica como reafirmación moral de tono conservador, el universo de una clase media casi inexistente para el grueso del público y sobre todo al que se dirige el largometraje, que encuentra el universo donde transita – la colonia Condesa- su falso postulado de la clase media.

Antes el rancho y la vecindad de pobres pintorescos, algunos años después la vecindad del pelado innombrable, ahora la Condesa es el universo de la ficción del cine comercial mexicano. Y una buena parte de los filmes sobre comedias románticas de Videocine se desarrollan en este escenario. La estética como discurso pues.

El arquitecto ligador y medio patán Adán (Omar Chaparro) cae a pasar de su soberbia, en el juego de la capulinesca empoderada Mía (Martha Higareda), quien aspira a producir un programa de televisión en la que se busque pareja. Dolida por una relación fallida, se propone conquistar a Adán para hacerlo sufrir.

Prófugo de Tomás Tomás (Sólo con tu Pareja, Alfonso Cuarón, 1992), Adán se quiere suicidar al verse herido en sus sentimientos y egos –circunstancia que incluye huir desnudo de una fiesta, escena con cierto parecido al filme ya mencionado-. En tanto en otro momento, Eva, canta dolida frente a un amplio público a su macho antes castigador y hoy castrado, cual Lupita D’Alessio en Mentiras (Abel Salazar, Alberto Mariscal, 1986). La película, pues, es un híbrido arbitrario de referentes -que en algunos casos- consolida y deforma el gusto del público objetivo.

Adan, es acompañado por sus dos grandes cuates: Tobi (Mauricio Barrientos), encargado del departamento de pastelazos y Rafa (Santiago Michel), personaje de cierto interés, por cierta ambigüedad sexual, que la mezquindad y moralina del filme nunca permite desarrollarse. El mismo error que en Hazlo Como Hombre (Nicolás López, 2017).

Torpe a nivel narrativo, Tod@s caen se toma la comodidad de abusar de romper la cuarta pared – cuando un personaje se dirige al público para explicar una situación- para justificar la poca destreza del director. Eso y el excesivo uso del teléfono.

Juntemos pues a una pareja exitosa, para hacer una comedia romántica, que por lo menos en apariencia, hay que reconocerlo, vulnera los roles de género, en esta ocasión es la chava quien traiciona la relación y juguemos al imaginario público de un binomio exitoso a nivel cinematográfico, pero sin la destreza de las comedias clásicas.

El cine pastelero de Videocine, que tanto daño hace en la formación (deformación) del público.

Los que caen, son las ingenuas autoridades cinematográficas que apoyan de un modo u otro, la realización de estas películas.

Cito un clásico: a huir como de la peste.

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