Por Silvestre Villegas Revueltas
El caricaturista “Rius”, en su libro Lecciones sobre el Capitalismo, relataba que cuando el hombre prehistórico le señaló a su congénere que esa piel del animal cazado era suya, que esa mujer le pertenecía y que aquellos hombres los concebía como contrarios y estaba dispuesto a defender sus pertenencias frente a los afanes de los segundos, en ese momento nació el concepto de propiedad privada y la noción de enemigo. Y de aquellos tiempos remotísimos que se pueden datar en decenas de miles de años -debe tomarse en cuenta a manera de comparación que hoy México tiene tan solo 198 años de haber conseguido la independencia de España, en el para nosotros lejano año de 1821- la Historia de la Humanidad se ha caracterizado por un sinnúmero de conflictos armados que implican la oposición de grupos de hombres, la animadversión por las ideas o ideas diferentes, las críticas debidas a afanes económicos, por la defensa de un descubrimiento científico, geográfico o bien la imposición de instituciones creadas por el genio humano.
Ya en un plano más cercano en el tiempo y en el ámbito de nuestra cultura, la Guerra Civil Española (1936-1939) opuso a dos bandos, el republicano y el nacional, que se hicieron una guerra a muerte provocando no solamente miles de víctimas, destrucción de pueblos y ciudades sino que se impusiera a la totalidad de la nación española un proyecto político “falangista/fascista/militarista/ultra-católico” que colocó a la Alemania del nacional-socialismo, a la Italia de Benito Mussolini y al militarista régimen del Imperio del Japón, a la izquierda de la imposición ideológica encabezada por el dictador Francisco Franco y su cohorte de generales, burocracia partidista en “El movimiento”, jerarquía eclesiástica, amén de muchos empresarios que se enriquecieron durante el franquismo. A pesar de lo anterior y a manera de complemento, vale la pena subrayar que millones de ciudadanos españoles sí se entendieron con la mayoría de cosas que implicaba el régimen totalitario de Franco en España; no se nos debe olvidar que dicho gobierno tuvo muchos simpatizantes en Hispanoamérica y en México donde vivían los antiguos españoles, peyorativamente llamados gachupines. A lo largo de las décadas de 1940 y finales de 1970 el franquismo combatió todo tipo de disidencia, las cárceles estaban llenas de presos políticos, muchos españoles se exiliaron después de que Franco no cayó con el fin de la Segunda Guerra Mundial, y a partir del espaldarazo que recibió la España franquista por parte de los Estados Unidos, inmerso en la guerra fría y el régimen español presentándose internacionalmente como el campeón del anticomunismo, puede considerarse y así fue: el triunfo ideológico de la España nacional encabezada Franco. 40 años de una victoria absoluta realizada por los vencedores militares de la guerra civil española. Al interior de la oposición consideraron al franquismo como la segunda edad media que se abatía sobre España. Pero cuando murió en caudillo en 1976 y a pesar de tener “todo bien atado”, la sociedad española y los perdedores de la guerra civil empezaron a ganar en diversas arenas, conquistaron muchas libertades, se han democratizado pero siguen sin resolver algunas herencias, ya no dijéramos de tiempos del franquismo sino de la conformación dieciochesca del reino de España, léase el nacionalismo catalán y quizá su independentismo. ¿Hubo derrotados en España? Sí y lo fueron los republicanos, pero la Historia cuenta en sus milenios que nada es eterno y mucho menos la velocidad que adquieren los acontecimientos a partir de la independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa. Ello mismo sucede en el ámbito de las ideologías y en los proyectos de vida.
Para el caso de México, que temporalmente es más reducido, no cabe duda que triunfos y derrotas, en apariencia son más fáciles de detectar porque los “conservadores y reaccionarios”, esto es, aquellos que quieren conservar un estado de cosas sin modificación alguna, o los segundos que quieren retrotraer al presente un estado de cosas ya superado, han sido derrotados militarmente por los hasta ahora tres movimientos sociales más importantes de la historia mexicana a saber: la guerra de Independencia, el proceso y guerra de Reforma y la Revolución Mexicana. Los opuestos ideológicos personificados fueron Morelos e Iturbide, ambos fusilados; en la segunda época Juárez y los fusilados Miramón y Mejía. Y respecto a la “revolufia”, Madero y Victoriano Huerta significan la antítesis de un México que todavía quiere ser genuinamente democrático y otro que hunde sus raíces en las razones particulares y de clase materializadas en los asesinatos de 1808. Huerta personificó el peor espíritu traicionero mexicano, el cual contó en su gabinete con sobresalientes personajes del porfiriato que había sido derrotado en 1911, más en el plano de los significados que en lo tocante al tema militar; la toma de Ciudad Juárez y la derrota de la fuerza porfiriana tuvieron más importancia en el terreno simbólico que una debacle de guerra que inutilizase al ejército de Porfirio Díaz.
Pero el siglo XX y lo que llevamos del nuevo milenio es una prolongación y derivación de las razones que originaron y la forma en que terminó la Revolución Mexicana en 1921. A diferencia del franquismo, aunque hubo vencedores éstos no lo fueron de manera absoluta, peor, los “revolucionarios” querían parecerse a la oligarquía porfiriana y a través de diversos caminos se aliaron con ésta, produciendo un nuevo ente político/económico que ha usufructuado todas las ganancias. Resultado de lo anterior, la elite en México, primero a través de los negocios resultantes de las diversas “nacionalizaciones”, y posteriormente debido a las privatizaciones del llamado tiempo neoliberal se convirtió en una oligarquía multimillonaria que de 1984 a la fecha construyó todo un entramado de asociaciones, universidades, organismos autónomos y sociedades civiles afines a su proyecto ideológico.
Los más recalcitrantes enemigos de “la Revolución” se agruparon en el PAN, en el sinarquismo, entre algunos empresarios de medio calado muy afines al franquismo, entre ciertos sectores de la Iglesia Católica, o bien en la izquierda de todos los adjetivos revolucionarios. ¿Hay enemigos ideológicos derrotados en México? Si y no, pero ninguna de ambas posturas ha ganado de aquí al fin de los tiempos, tampoco los perdedores en el terreno de las ideas y en los proyectos de nación que, posiblemente, en otras circunstancias y en un futuro, pudieran llegar a obtener otra vez un triunfo. La actual ojeriza en contra de López Obrador, aparte de sus pifias personales, es que por primera vez en una generación, los que siempre habían ganado ahora perdieron. Y ¿quién sabe? Pero ello no es una maldición bíblica en los rápidos tiempos que corren.