CONACYT, Becarios y la Educación en México

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

La semana pasada, la directora del CONACYT, la doctora Álvarez Buylla, explicó para un noticiero radiofónico bajo qué concepto se había dado el episodio donde alrededor de 60 estudiantes mexicanos no se les prorrogó por un cuarto año consecutivo, la beca internacional que gozan para estudiar en universidades de Francia, España, el Reino Unido u otro país donde la instancia mexicana tiene convenios con los respectivos centros educativos extranjeros.

Del otro lado de la línea estaba el representante de los estudiantes agrupados en el colectivo “Carlos Pellicer”, quien desde París y como alumno de la Universidad de la Sorbona, argumentaba el tipo de contrato firmado por los becarios mexicanos con el CONACYT; subrayaba que no era válido cambiar las reglas y, sobre todo, señalaba los múltiples problemas que en la vida cotidiana enfrentan los alumnos de posgrado en el extranjero, léase, pobreza porque las becas no alcanzan; enfermedades porque además de las naturales, el estrés estudiantil produce colitis, depresión, hipertensión, etcétera. La contra réplica de la directora abundaba en torno a que se suspendieron las becas a los estudiantes que no habían cumplido con los requisitos académicos -léase calificaciones y reportes aprobatorios de los comités doctorales. Recalcaba que el CONACYT les aclaró a los becarios, que a partir del cuarto año debían buscar otro tipo de apoyos con las propias universidades donde estudian y en las muchas organizaciones civiles europeas y estadounidenses que dan becas a estudiantes extranjeros; finalmente puntualizó que México era el único país importante que no les exigía a sus becarios en el exterior regresar al país y enriquecer a la sociedad con los conocimientos adquiridos, ello provocaba que un alto porcentaje de los posgraduados se quedaran en los países donde realizaron sus posgrados. Lo anterior era y es una sangría para las finanzas del país y moralmente inaceptable…pero una realidad mexicana.

Como doctor por la Universidad de Essex en el Reino Unido, y becario que fui de la muy generosa UNAM, que no del CONACYT, me parece indispensable señalar algunas vivencias estudiantiles, que a pesar del transcurrir de las décadas permanecen muy actuales. El estudiante mexicano de posgrado en el extranjero es un privilegiado porque se le otorga la oportunidad de una experiencia vital, más allá de lo académico, que es muy difícil alcanzar por el resto del estudiantado del país. Pero lo anterior también tiene su lado oscuro porque las cargas académicas son en extremo exigentes y yo diría extensamente desconocidas para los estudiantes mexicanos del día de hoy, muy mimados por padres de familia, muy mimados por autoridades universitarias (sobre todo en las instituciones particulares) que les han hecho la vida fácil concibiendo planes y programas de estudio “light”, si se comparan con los contenidos académicos de los años de 1990 para atrás. En cuanto a la vida cotidiana, depende mucho del país, la ciudad y la capacidad de adaptarse del estudiante al entorno donde hará su posgrado. Los hay quienes en la muy civilizada Finlandia no aguantan los largos y oscuros inviernos y les da la “depre”; existen otros que viviendo en la carísima ciudad de Londres se desesperan por los precios del transporte público, de la comida y de la imposibilidad económica para asistir a conciertos, obras de teatro, etcétera. También se dan los casos de estudiantes donde la disciplina y vida ordenada de los alemanes les cuesta mucho trabajo de amoldarse o, por el contrario, van a Madrid y Sevilla, les parece fascinante, conocen a algún chico o chica atractiva y terminan por no regresar a la vida académica en México.

No quisiera terminar estas reflexiones sin apuntar algo muy importante que debería considerar la directora del CONACYT y sus funcionarios. El estado mexicano a través del Consejo, de la UNAM y otras instituciones públicas mexicanas que tienen convenios con universidades e instituciones educativas en el extranjero, lo que representa un gasto millonario por los montos de las colegiaturas y la manutención mes a mes de cada estudiante, deben aclarar y precisarle a la universidad, que, su alumno es becado por México y debe ser tutorado cada mes por su director de tesis o responsable del proyecto académico. En el caso inglés el doctorado exige una estancia física de tres años, casi nadie se recibe en ese lapso sino más bien en el quinto, pero sigue uno en regla hasta el año 10 como tiempo límite. No fue mi caso porque el profesor Brian Hamnett, cambridgiano 100% y yo nos pusimos las pilas, pero existen historias de verdadero terror donde los estudiantes de doctorado, que tienen que presentar exámenes, entregar reportes a sus comités tutorales, informes al CONACYT y demás cargas académicas, NUNCA O MUY RARA VEZ SON RECIBIDOS POR SUS RESPECTIVOS SUPERVISORES. Eso sí, cuando se acaban los tiempos y los estudiantes presentan sus versiones terminadas de tesis, ni al director, ni a los comités académicos les gusta el respectivo trabajo, PERO FUERON INCAPACES DE GUIARLOS EN LA MADURACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN DOCTORAL. El resultado personal para el estudiante mexicano es quedar reprobado, si regresa a la institución universitaria mexicana de donde salió nunca se podrá quitar la imagen de destripado –no del seminario sino del sistema universitario primer mundista. Asimismo, los que sí sabemos, interpretamos correctamente cuando algún funcionario público o privado pone en su curriculum “estudios de posgrado en la universidad…” pero no especifica el grado y la fecha de su obtención…hasta llegar a los extremos del periplo cuyo sujeto fue el “doctor” Fausto Alzati que en aquellos años de fines del siglo XX no era ni licenciado.

El tema del CONACYT, sus becarios y lo que ello significa para la educación en México no es un asunto menor, si el gobierno de López Obrador pretende que el país transite a una mayor democracia, a una mayor igualdad social, éstas solamente se materializarán con una educación extensiva y de calidad. Asimismo, México no podrá salir del subdesarrollo si las instituciones encargadas de fundamentar académicamente, promocionar y sostener con recursos la ciencia, la tecnología, las humanidades y las artes, regatean becas, proyectos, puestas en escena, publicación de libros, etcétera. Finalmente, es cierto lo que señaló la doctora Álvarez Buylla, en el CONAYT existían (?) o existen vicios, corruptelas y camarillas excluyentes: males que deben ser extirpados en beneficio del conocimiento y de la patria.

 

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