Por Jesús Michel Narváez
En el mundo perfecto del Ciudadano Presidente, hay omisiones imperdonables.
Decir que se protege a los periodistas cuando en su mandato han ocurrido 12 asesinatos, cuatro de ellos en el mes de agosto, no parece, es una burla.
De acuerdo con informaciones internacionales México es el país más peligroso para ejercer esta noble profesión. Escribir, narrar para televisión o radio e incluso en redes sociales en nuestro país está más allá de los discursos ramplones y de las ficticias protecciones.
Hay periodistas que gozan ¿será cierto? de la “protección oficial” y sin embargo, los matan.
Y resulta irritante al máximo que siempre se liguen sus muertes con sus “relaciones con el crimen organizado o el narcotráfico”.
En diferentes estados de la República ejercer el periodismo es colocarse un blanco al tiro y los criminales, los políticos, por los policías de los tres niveles de gobierno, disparan y aciertan.
¿Cuál es la razón de matar al mensajero?
Hasta ahora nadie nos ha dicho que escribir la verdad e investigar para encontrarla sea un delito. Quienes quieren que todo lo que se escriba provenga de los boletines oficiales y de ahí “sacar información confiable para opinar”, como lo sugirió el Óscar González Yáñez la semana pasada, equivocan el camino.
Porque la Libertad de expresión no está en venta ni en arrendamiento.
A todos se nos debe dar la garantía para hacer periodismo.
Sin duda que el Ciudadano Presidente tiene otros números y otros datos del número de comunicadores muertos durante su mandato. Y apenas lleva nueve meses.
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