*Estamos en el Huracán Económico de 2019
*Pero no es la Primera vez que el País lo Padece
Por Jaime Contreras Salcedo
Conocimos a Alfredo Harp Helú hace algunos años en pleno corazón de la Zona Rosa, en una oficina amplia y tranquila que daba a la Avenida Reforma, en donde era la sede de Acciones y Valores, Accival, acababa de ser nombrado titular de la Asociación Mexicana de Intermediarios Bursátiles, es decir, aquellos que dominaban la llamada “banca paralela” y estaban recomprando la diezmada banca estatal, producto de la nacionalización de José López Portillo.
Estábamos a finales de la década de los ochentas, tras el protocolo de la presentación, el café consabido a las 10 de la mañana, el vaso de agua que solicitó el fotógrafo, y que en ese momento llegó el entonces huidizo y desconfiado Roberto Hernández Ramírez, quien años después destacaría en el mundo de las finanzas privadas cuando ambos (Harp y Hernández) sorprendieran al mundo empresarial adquiriendo el Banco Nacional de México, pese a todos los infructuosos esfuerzos por recuperarlo de parte de Agustín Legorreta. Otros tiempos, sin duda.
Salinistas eran esos tiempos. El “casabolsero” como llamaban a Harp y socios sabía a plenitud esta realidad y se preparaba para avanzar en este sendero en donde conocería glorias y sinsabores. México apenas emergía de la crisis devaluatoria de 1982, precisamente de la estatización bancaria, de la espiral inflacionaria que llevó a un crecimiento de los precios hasta de 3 dígitos, de la recesión y crack económicos, que después Miguel de la Madrid calificó noblemente con el eufemismo de “atonía”. Los taxistas sabían bien a bien qué significaba este concepto de los “tecnócratas” (hoy neoliberales), así como la escasez o desabasto de diversos productos, como azúcar, leche, hasta jabones y pasta de dientes, en medio de una desconfianza generalizada de los capitales, nacionales y extranjeros.
En ese país se forjó Alfredo Harp, nos contaba off the récord y decía algo que hace unos días volvió a enarbolar voz en cuello: hay muchas oportunidades para invertir en México, no pocas empresas inscritas en el mercado bursátiles están subvaloradas y requieren inyectarles capital para que no solo se mantengan, sino que crezcan junto con el país, den empleos permanentes y con buenos salarios a miles de mexicanos. Todas las crisis son sinónimo de oportunidad. No podemos ni debemos desaprovecharlas, nos decía convencido, aunque con esa voz cansina que parecía un poco nervioso dictando a su secretaria un oficio importante.
Vinieron los tiempos azarosos de su secuestro, 106 días fuera de casa, que gracias a muchos se solventaron mediante 30 millones de dólares. De lo poco que generosamente nos confío –“tema del que no me gusta hablar”- Harp apuntaba la soledad de su aislamiento, la libertad cotidiana perdida, jamás reconocida, y lo mucho que aprendió de sí mismo y de los humanos en general, conoció nuevas lealtades y gente que le diera la espalda, el pesar de su madre que procuraba a su hijo y claro, sus captores, sedicentes miembros del llamado Ejército Revolucionario del Pueblo.
La semana pasada, por cierto, se cumplieron 25 años de su liberación, “de volver a nacer”, como también lo expresara en su momento.
Tras este “incidente” como lo califica ahora a la distancia, Harp no mermó su capacidad laboral e incrementó su capacidad humana, su ya de por sí enorme humanidad, si se permite el término.
Descasose y casose en poco tiempo, nos presentó a Isabel con quien trabaja en la fundación que lleva su nombre (y que entre paréntesis él le escribiera una sentida canción conquistándola sin ambages, ahora grabada con un trío amigo suyo) y prosiguió su carrera bancaria.
Años después vendió, con su socio Roberto, Banamex a Citigroup, cosa que le derivó en sustanciales críticas de sus pares y amigos, los propios empresarios del dinero, esa “nueva generación de banqueros” que, en su momento, también trasladara casi todos los bancos nacionales a capitales trasnacionales.
Cuando se le ha preguntado sobre el particular, Harp Helú ha dicho que ese era el momento para la venta; que no se arrepiente de ello; y que eso, al contrario, ha fortalecido el sistema bancario “nacional” y aumentado la bancarización en todo el país, aprovechando las nuevas tecnologías en favor, dice, de los mexicanos.
Ahora, hace unos días, fue citado por el mayor responsable de la #4T, Andrés Manuel López Obrador, y no sabemos si por esos 25 años recién cumplidos de renacido, este hombre de negocios congruente consigo mismo, sin duda neoliberal, e incluso integrante de la minoría rapaz que tanto molesta al inquilino de Palacio Nacional, declaró en sus redes sociales (no le gusta ya eso de los monitoreos a menos que se hable de una de sus pasiones, el béisbol,) que, ni hablar, estaba convencido, como ha sido su vida, de que la mejor inversión está en México, un país que calificó como entre los primeros mercados a nivel mundial, con una población económicamente activa y con recursos naturales y culturales extraordinarios.
El libanés y oaxaqueño de origen, en ese orden, nos pasó a decir que siempre ha creído en el enorme potencial de nuestro país y compartió que la mejor receta para salir adelante, pese a los momentos tan complejos por los que atraviesa el país, es creer en la capacidad de producción de la nación, trabajar unidos y siempre hacer una apuesta ganadora por México. Recuerda a todos, con especial acento para los que dirigen el país, diríamos nosotros, que “no es la primera vez” que estamos en el ojo del huracán económico financiero y puntualiza que México ha atravesado momentos muy difíciles anteriormente, pero ha logrado la confianza de los agentes económicos y de la sociedad en su conjunto, para salir adelante.
Conversamos con este buen hombre, filántropo, empresario, insistimos, gran humano, en la presentación de su libro “Vivir y Morir Jugando Béisbol” que entonces nos autografió con cariño, queremos creer, en donde palabras más, palabras menos, nos dijo… lo mismo. El futuro es de los mexicanos, si y solo si sabemos aprovechar las oportunidades y trabajar para alcanzar nuestros sueños. Trabajar. No hacerse pa’loscuro. Como suele pasar ahora, en la época de las nuevas tecnologías que en parte han creado a millones de haraganes. Salud y larga vida al apasionado aficionado de los Diablos Rojos del México. Donde ahora trabaja ahí, como dueño.
Estas Lascas Económicas se reúnen con otras piedras beisboleras y afinan cuchillos para estar en la guerra sin cuartel entre Diablos y los odiados Tigres. Y le esperan en este mismo espacio, pero la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.