El Espionaje Después de la Guerra Fría

*Las Desaseadas Instituciones Mexicanas de Seguridad

*EU y su Agresiva Política Intervencionista en Contra Nuestra

*Espías: Vitales Para la Preservación de la Soberanía

*El CNI Debe Fortalecerse e Impedir la Contra Inteligencia  

Por Ezequiel Gaytán

Es sabido que durante la Guerra Fría (1945-1991) dos países eran territorios plagados de espías, México y Austria. Ambas naciones fueron avispero de informantes debido a su posición geográfica. Por su parte Austria es el país central europeo que más fácilmente podía extender sus vínculos con la parte oriental dominada por la hegemonía soviética, léase Checoslovaquia, Hungría y Alemania Oriental. Respecto a nuestro país debido a la frontera con los Estados Unidos. Por supuesto que Canadá también era sede y centro de espionaje, pero la corrupción del sistema político mexicano facilitaba mayores rangos de operación y maniobrabilidad de las agencias de inteligencia del mundo. Con el fin de la guerra fría disminuyó el activismo del espionaje, pero no desapareció. Es más, siguió perfeccionándose con las tecnologías informáticas y la sofisticación para obtener información.

Con el ataque a las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, las naciones reforzaron sus agencias o departamentos de inteligencia, pues sería suicida no proteger a sus ciudadanos de ataques terroristas, lo cual ha sido inteligentemente aprovechado por dichas agencias a fin de expandir sus ámbitos de operación. Sobre todo, porque existen infiltrados y provocadores que escondidos en la máscara de la paz exigen acotar el ámbito de acción o, peor aún, la desaparición de los órganos de procesamiento de información de los estados.

Y es que, en efecto, no es placentero saber que el Estado realiza encubierta y secretamente trabajos destinados a la obtención de información confidencial, personal, clasificada y de datos (conversaciones y fotografías), empero nadie en su sano juicio espera que los gobernantes bajen los brazos ante riesgos y amenazas de organizaciones enemigas como las terroristas. De ahí que son famosas algunas agencias por su eficacia. Tal es el caso del Mossad, el área de inteligencia de Israel que opera en todo el mundo a fin de garantizar y asegurar la protección del Estado y la comunidad judía.

Las instituciones mexicanas dedicadas a la Seguridad Nacional, desde épocas de la Guerra Fría, fueron efectivas, aunque muy desaseadas e incluso brutales en las formas y en materia de derechos humanos y se ensañaron en contra de grupos de izquierda. Por eso es explicable, hasta cierto punto, la animadversión del actual gobierno hacia lo que fue el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) y su deseo de reorganizarlo en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y adscribirlo a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana con funciones orientadas principalmente hacia la seguridad pública, pero no exclusivamente.

Ahora sucede que los Estados Unidos insisten en continuar su agresiva política intervencionista en contra de México y nos amenazan con guerras arancelarias y anti migratorias. Sus espías están activos, recuérdese que Sun Tzu narra en su obra “El arte de la guerra” que existen cinco tipos de espías: los nativos que son individuos del país sobornables, los internos que son funcionarios comprados, los agentes dobles que juegan el papel del contraespionaje, los flotantes u ocasionales y los liquidables que son licuables o inocuos. Nuestro país está siendo afectado por agentes nativos que están agitando a grupos para confrontarlos con los centroamericanos.

El mundo del espionaje sigue siendo vital para la preservación de la soberanía de los estados y garante de la seguridad de los ciudadanos. Aunque parezca cínico, pero así es.

De ahí que los trabajos de manejo de información que ahora corresponden al CNI deben fortalecerse e impedir mediante la contra inteligencia que los vecinos del Norte sigan ganando terreno con su política xenofóbica acerca de la migración centroamericana y que en México se incube el huevo de la serpiente y rechacemos a quienes vienen huyendo de sus naciones debido al hambre y a sus gobiernos autoritarios.

La protección ciudadana es un concepto aparentemente claro y delimitado, pero no es el caso. Si ahora permitimos que en México triunfe el rechazo a los centroamericanos, mañana será fácil para los EUA expulsar a los mexicanos y a todos aquellos de piel morena de ese territorio. La labor que nos corresponde es titánica, pues abarca los campos de la educación, del trabajo y de refuerzos en las áreas de inteligencia.

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