Entre Apapachos, Repudios y Acarreos

A la Vuelta de la Esquina

*Un Evento que no fue Informe, Sino Acto Político

*La Finalidad Quizás fue de Carácter Mesiánico

*Vulnerando las Normas que Antes nos Regían

Por Iván Ruiz Flores

Entre el apapacho y el repudio. Son los tiempos. Son las divergencias. Nunca como ahora México estuvo tan dividido entre quienes rechazan un régimen autoritario y quienes lo consideran digno y democrático, no obstante las evidencias del inmisericorde acarreo, como en otros tiempos, desde el sureste básicamente.

Los estados que más aportaron contingentes de “simpatizantes” al mitin de López Obrador fueron aquellos donde hoy gobierna Morena, como Tabasco (con 90 autobuses), Chiapas con otros tantos, Veracruz, Puebla, Morelos y Guerrero (por amiguis) y Estado de México por la cercanía y la influencia.

El evento que se llevó a cabo el día primero de julio en el Zócalo de la Ciudad de México no fue un acto de gobierno porque éste sólo ocurre si el Congreso, previa convocatoria, se reúne y legisla y después expide una ley al respecto.

Quizás se trató de un simple acto político, cuya finalidad era conservar el poder, aunque básicamente no estuviera en riesgo, pero sí registrara un descenso en las preferencias de los ciudadanos. También pudo ser mesiánico.

No fue un informe de gobierno, porque de acuerdo con las normas, que guste o no al señor presidente, aun rigen en México el mismo deberá presentarse conforme lo señala el artículo 69 constitucional que indica: En la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo de cada año de ejercicio del Congreso, el Presidente de la República presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país. En la apertura de las sesiones extraordinarias del Congreso de la Unión, o de una sola de sus cámaras, el Presidente de la Comisión Permanente informará acerca de los motivos o razones que originaron la convocatoria.

Esto es así después de la reforma de 2008 al dicho artículo, mediante la cual se eliminó la asistencia del presidente de la República a la apertura del primer periodo de sesiones del Congreso.

Como señalara Rosa María Gutiérrez Rosas, en su trabajo “El Informe Presidencial”:

“Es verdad que con esta reforma se ha logrado que los legisladores no armen auténticos zafarranchos por la presencia del presidente, y que éste sea blanco de agresiones verbales o que de plano se le impida de manera por demás grosera el acceso al recinto parlamentario, pero ¿hasta cuándo tendremos legisladores que se comporten de acuerdo a la investidura que tienen? ¿Hasta cuándo asumirán su responsabilidad y estarán dispuestos a terminar con la parálisis legislativa que ha imperado en los últimos años?”

Hace unos meses se llegó a escuchar algún planteamiento presidencial respecto a devolverle al artículo 69 su redacción original para que fuera obligatoria la asistencia presidencial ante el Congreso. Se desconoce si sucederá, porque todo indica que el actual mandatario está más cómodo con sus baños multitudinarios de pueblo en el zócalo donde, en esta ocasión, acudieron a rendirle pleitesía desde los hombres más adinerados de México hasta los indígenas chontales y de otras etnias de pueblos muy pobres del sureste.

Y como su palabra es ley, aunque haya negado pretender la construcción de una dictadura, lo más probable es que las normas que en otros tiempos regían nuestro estado de derecho, queden en un buen recuerdo. Sí, a futuro se dirá, antes de López Obrador y después de López Obrador.

Quizás después del evento las casas encuestadoras midan que tan benéfico fue para la popularidad del mandatario o… si resultó contraproducente.

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