Por Jesús Michel Narváez
Cocinado a fuego lento, como deben ser las cocciones de platillos espectaculares, finalmente se sirvió a los comensales y a muchos no agradó y a otros encantó que repitieron porción.
Los cocineros, maestros de la sazón, esperaron el momento preciso aunque ya habían filtrado la receta.
El invitado principal era Alfonso Durazo. Llegó tarde. El platillo principal ya estaba en la mesa y no de negociaciones.
Una rebelión nunca registrada en un cuerpo policíaco de élite, hizo cimbrar las estructuras de quienes presumen la 4t.
Si bien al motín ya estaba anunciado, los celadores ignoraron las señales y supusieron que se trataba de una broma, porque con la 4t no se juega y menos se contradice la palaba del Ciudadano Presidente y de sus apóstoles.
Aunque la reacción para cuestionar el platillo fue tardía, sirvió para que los cocineros defendieran su plato fuerte: aumentó el número de Federales en paro.
¿Y que pidió el que llegó tarde?
¡Que regresen sus sartenes, sus uniformes y sus recetarios!
Nada de diálogo ni de disculpa. Simplemente el principal comensal acusó de que la mano negra que movió la sartén para dorar la píldora tiene nombre y apellido: Felipe Calderón Hinojosa, quien no estaba invitado, aunque de última hora recibió la solicitud de asistir, y que al conocer que se le señalaba como el autor de los platillos, respondió: si tienen pruebas, preséntelas… yo no tengo vela en el entierro.
Para quienes pusieron los todos huevos en una sola canasta, resultó hiriente que se reventaran sin que nadie los apachurrara.
Por eso el invitado principal se irritó, al igual que su jefe, y en lugar de solicitar que se le prepara un nuevo platillo, arrojó el que le sirvieron y acusó a los amotinados de no saber cocinar y no tener condición física para enfrentar los retos que implica ser parte de la élite gourmet que le arrebataron cuando sentía que sería el chef mayor.
Descalificar a los que saben cómo elaborar el platillo y que la suculencia sea la muestra de oro, llevó a los Federales a decir: ¡Basta!
Y ese BASTA, con mayúsculas, no encuentra eco en el que ya les dijo que en 18 meses la cofradía desaparecerá del mapa culinario y las recetas se quedarán en resguardo.
Al doctor Durazo no le cuadró que sus súbditos no se cuadraran y agacharan la cabeza respondiente “Si señor”.
Porque para eso es el jefe. Para que se le respeta y obedezca, aunque sus órdenes apenas si sirven para freír alubias.
Si en las próximas horas no resuelve el conflicto, que parece llegó para quedarse, el Jefe Durazo podría ser relevado. Porque en temas delicados y mal tratados, lo menos que se merece es dejar el espacio a alguien que sí sepa calificar la buena comida y no la confunda con los tacos de arrachera o las hamburguesas con aguacate.
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