Por Jesús Michel Narváez
Aunque el presidente López Obrador rechazó que el país se encuentre en recesión y admitió que la economía crece, poco pero crece, parece ser que los programas financieros en marcha no satisfacen a las calificadoras.
Porque mientras el triunfalismo se regodea en Palacio Nacional, S&P Global Ratings recortó su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana en este año a 1.3 por ciento, desde el previo de 1.6 por ciento, mientras que para 2020 lo recortó a 1.8 por ciento desde 1.9 por ciento.
Para la entidad internacional de riesgo crediticio, la declinación en curso de la producción de petróleo y una moderación en el sector servicios son los principales factores detrás de la desaceleración de la economía de México, respecto al crecimiento de dos por ciento en 2018.
El presidente ha sostenido, con sus otros números, que la producción petrolera aumentó, el informe de Pemex revela lo contrario.
Ha dicho que las calificadoras no dijeron nada cuando la producción cayó 300 mil barriles diarios y se alertan por la supuesta reducción de 20 mil barriles en junio con respecto a mayo.
Omite un dato: cuando la producción se redujo en 300 mil barriles se estaban extrayendo 2.6 millones. Hoy apenas 1.7 millones.
Standard & Poor’s (S&P) expuso que en su pronóstico de crecimiento para México considera que continuará la incertidumbre sobre las políticas bajo la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, las cuales reducen la participación de la inversión del sector privado en sectores clave, como el de energía.
Es vocablo: incertidumbre tiene nerviosas a las calificadoras y mientras no existan indicios claros de que la inversión está segura y que se cumplirán los compromisos, el tema de rebaja en el crecimiento, será pan de cada día.
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