*Error Calificar al Gobierno de AMLO “de Izquierda”
*Este Tabasqueño se Mueve por Otros Rumbos
*Aunque Ciertas Acciones Parezcan Izquierdistas
*Una Pifia Repetitiva del Presidente: Hablar de más
Por Silvestre Villegas Revueltas
Cuando millones de ciudadanos con derecho a voto asistieron a la jornada electoral donde se eligieron a gobernadores, senadores, diputados federales y locales y al que sería el Presidente de la República, la mayoría de los electores votaron y le dieron un triunfo indiscutible a Andrés Manuel López Obrador. Por primera vez en varias décadas, llegaba a la primera magistratura un personaje no ligado a los grupos de decisión que han dominado el escenario político-económico, por lo menos desde 1994 hasta la fecha; lo anterior no significa que López hubiera carecido durante aquellos años de contactos, encuentros y reuniones con personajes y emisarios de las muchas veces llamadas por él “mafia del poder” en México.
Situación parecida a la anterior descrita pero progresivamente más complicada durante la campaña electoral y en concreto, una vez constituido como gobierno nacional, es que el presidente López Obrador encabeza una constelación de posturas políticas, algunas de ellas participativas de lo que se ha dado en llamar acciones neoliberales, otras y quizá la mayoría, que concuerdan con la visión de que la mejor época de México fueron los tiempos en que la república, entre los años de 1950 a 1970, disfrutó de la visión nacionalista, crecimiento sostenido y seguridad pública durante los sexenios que han sido llamados del “Desarrollo Estabilizador”. Y en tercer lugar, la constelación de “Juntos haremos historia” arropó a radicales de la izquierda partidista que siempre habían perdido y nunca habían accedido a puestos oficiales de gobierno. De igual forma en dicha pléyade de grupos políticos se incrustaron personajes de un conservadurismo desilusionados del PAN que llevaba décadas de actuar al interior del partido como el PRI más rancio y elementos que pertenecen a diversas iglesias evangélicas con su propia visión del mundo, de la moral social, del comportamiento individual y con su lectura política de los triunfos de los candidatos evangélicos en varios escenarios latinoamericanos.
Tomando en cuenta lo señalado en los dos párrafos anteriores debo insistir que ha sido y constituye un error calificar al gobierno federal de López Obrador como una administración de izquierda. Muchos menos socialista como tuve el pavor de escuchar al analista económico de El Heraldo, Alberto Aguilar, en un anuncio que se estaba retransmitiendo en alguno de los canales de televisión de paga; yo invitaría al señor Aguilar a que leyera los textos de administración del socialismo real en Cuba y Polonia y se daría cuenta que nuestro tabasqueño anda por otros rumbos, a menos de que su señalamiento solamente tenga por intención difamar y promover el miedo. En lo que sí puedo conceder es que López y algunas de sus acciones de gobierno le parezcan izquierdistas a los individuos más refractarios que existen en ciertas instituciones educativas, cámaras empresariales y un muy pequeño etcétera que sí tiene poder en los medios de comunicación. ¿Y el tema de los recortes dónde queda?
Allá voy. Me preocupa y mucho, que aquellos ciudadanos que el año pasado votaron a favor de López Obrador, algunos cuantos y no pocos se han visto despedidos por las políticas de recorte en el presupuesto implementado por la Secretaría de Hacienda. Hoy estarán maldiciendo las razones que los llevaron a sufragar por él, pero yo quisiera abundar en la racionalidad y errores de semejante política presupuestal. Cuando allá por el 2008 comenzó la gran crisis económica en España, el gobierno de Mariano Rajoy le bajó los sueldos a la burocracia y con malestar tuvieron que apechugar; las calificadoras internacionales, que son como buitres, rebajaron la deuda española a niveles de basura y la Unión Europea intervino, con diversas medidas, regulando a fondo y adentro el gasto del gobierno español. Solamente hasta hace un par de meses la Unión dejó de fiscalizar las entrañas del PIB y deuda española. Para el caso mexicano son evidentes varios factores: como dijo López Portillo allá en 1982 “ya nos saquearon” refiriéndose a la salida del país de millones de dólares. ¿Por qué? Por los excesos y errores del sexenio. En la actualidad, una de las pifias que se repiten asombrosamente por parte del Presidente es hablar de más; entre diciembre de 2018 y enero siguiente salieron miles de millones de dólares. El caso del nuevo aeropuerto ha sido aprovechado por sus enemigos como un formidable caballo de denostación, y día a día los problemas se acumulan. El gobierno a través de la Secretaría de Hacienda ha cerrado las llaves y con ello está estrangulando la economía de muchos sectores; los recortes llegaron hasta los empleados de a pie, los antiguos gutierritos actualmente llamados Godínez. Pero no solo eso, se han cerrado, clausurado y en el mejor de los casos disminuido partidas presupuestales para cubrir empleos por honorarios, empleos eventuales, algunas becas. Hoy, cuando se escriben las presentes líneas ha salido a la luz pública que habrá muchos despidos en la radio pública del IMER: el presidente prometió investigar Yo afirmo, si el director del Instituto tenía tres suburbans, cuatro guaruras, tres asistentes ejecutivas y varios miembros de su familia trabajando en la empresa, se merece todo el recorte posible. Pero los recortes no deben llegar al nivel de los magníficos programas que tiene el Instituto en sus distintas estaciones de radio que cubren los distintos tipos de música como la clásica, de jazz, tropical o de rock mexicano y extranjero. Para finalizar, yo sé que el presidente de la república no debe ser experto en todos los temas, pero su oficina más inmediata lo debe proveer y PROTEGER con la mejor información verídica y comprobable en temas tan disímbolos como la producción de gas y su falta de distribución en las costas del pacífico mexicano, igual que las becas ofrecidas por las instituciones educativas del estado mexicano al universo estudiantil, que se define por necesidades muy variadas.