Por Silvestre Villegas Revueltas (Segunda parte)
En el artículo de la semana pasada subrayaba que desde el lejano 1823 y luego transitando hacia 1910 para concluir en la última década que define el despertar del siglo XXI, una pléyade de autores indicaron y analizaron la perversa relación entre gobiernos eminentemente corruptos y empresarios que ya lo eran, o se dejaron corromper fácilmente, produciendo dicha mancuerna un magnífico negocio para sus intereses personales. Semejante relación perversa generó un desfalco para la nación mexicana que no ha visto aumentar sustancialmente su riqueza pública, sino que por el contrario México es hoy país que ha sido trasquilado en sus recursos naturales, en su infraestructura, en la seguridad cotidiana que es la condición necesaria para una coexistencia pacífica y para el desarrollo de las potencialidades de su ciudadanía.
Cuando se escriben éstas líneas y no sabemos qué sucederá a lo largo de la semana, uno de los temas centrales que está ocupando espacio en las indagatorias de la Fiscalía General de la República, en el abanico de la comentocracia y que ha puesto incómodos a funcionarios del pasado inmediato como del presente aunado a la inquietud que han expresado algunos empresarios, es la actual acusación e indagatoria en contra de Emilio Lozoya Austin, exdirector de PEMEX, la compra fraudulenta de una instalación industrial para fertilizantes, la triangulación de enormes depósitos en dólares, el interés que en ello jugó la brasileña Odebrecht y la compra de bienes inmuebles a nombre de familiares de Lozoya, amén de un denominador común de dichas operaciones fraudulentas: se realizaron antes y durante la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto o en los primeros días de su gobierno. Esta situación se asemeja a ciertos capítulos de las acusaciones en contra del Duarte de Veracruz, del Duarte chihuahuense y un muy interesante etcétera. El abogado de Lozoya, Javier Coello, ha señalado que de ser necesario citaría a declarar a “quien fuera” y en el caso de la estructura de PEMEX ello incluiría a Luis Videgaray, exsecretario de Hacienda y al expresidente Peña, quien era jefe de todos ellos. Ya veremos si el caso avanza…como ha sucedido con la trama Odebrecht en Perú, Brasil, Panamá, por mencionar tan solo algunos países.
Mas allá de lo anterior, los queridos lectores han seguido en los medios de información nacional el preocupante caso de las reducciones presupuestales en hospitales, el desabasto de ciertos medicamentos y las de Caín que han sobrellevado muchos pacientes. A lo largo de las décadas posteriores a la Revolución Mexicana, uno de los grandes proyectos reivindicatorios mexicanos fue la construcción y ampliación de un sistema de salud pública consistente en la creación de hospitales, clínicas y la formación de legiones de médicos y enfermeras. Si se comparan los datos de 1930 con los del año 2000, México transitó de ser un mapa de prácticamente oscuridad en el tema de la salud a convertirse en un árbol de navidad con suficientes focos, pero con la capacidad y necesidad de agregarle otros muchos. Al compás del crecimiento en el sistema hospitalario, décadas muy atrás ya se sabía que funcionarios de hospitales, funcionarios de los sindicatos de trabajadores de la salud, funcionarios de los laboratorios que promocionaban las bondades científicas de sus productos y funcionarios de las compañías privadas que han acaparado de forma monopólica las medicinas y las venden por igual a hospitales que a farmacias, hoy grandes conglomerados de farmacias, “usufructuaron” (doble sic) de una realidad donde hoy, por ejemplo, un paquete de Aspirinas Bayer que se vende individualmente en farmacias por 38 pesos se las vendían al sector salud federal y de los respectivos estados en 95 pesos. Así se procedía con el universo de medicinas especializadas, medicinas ultra-especializadas, equipos de rayos X, equipos para tomografías, equipos de medicina nuclear, instrumental para operaciones, uniformes para cirujanos, enfermeras(os), camillas, camas, sábanas, y que decir de obras de remodelación, ampliación en los edificios hospitalarios. Pertenecer a dicha trama corrupta era vivir muy bien del presupuesto, era sacarse el “Gordo” de la lotería española, era en fin tener los huevos de oro.
Ahora tales intereses particulares y rateriles se quejan. Mientras tanto, igual en 1970 que en el 2019 el sufrido enfermo padece carencias, puede morirse y sus familiares harán todos los sacrificios para conseguir medicamentos. Ha sido un error del gobierno federal cerrar los presupuestos al grado de poner en jaque la vida de pacientes y el funcionamiento del sector salud (ya se han abierto recursos y por cantidades millonarias), pero ha sido un acierto del mismo gobierno el intento por combatir la trama de corrupción en compras/mantenimiento del sector salud. Si los laboratorios mexicanos, o peor, los antiguos intermediarios, no quieren venderle medicinas al gobierno estará muy bien comprarlas en el mercado internacional. Hacerlo es propio de la libertad de comercio, estrategia muy neoliberal. Con ello podremos constatar que algunas medicinas se conseguirán más baratas y de mejor calidad. Por experiencia, medicamentos de EU, Cuba o Turquía resultaron ser más efectivos que los nacionales. ¡¡Qué lástima decirlo!!