Por Jesús Michel Narváez
Hace apenas una semana el Ciudadano Presidente dio a conocer que 14 millones de personas en estado de marginación –incluyendo el hambre- habrían ya recibido los apoyos correspondientes a los programas sociales. Reconoció que faltaban todavía 8 millones que todavía están en espera de los recursos, porque, aclaro, se revisan los padrones.
Como por arte de magia –y en eso el Ciudadano es un experto- ayer anunció un avance de 80 por ciento en los programas sociales, y señaló que se realiza un censo para saber a quienes se entregan, pues “cuando hay intermediarios no llega o llega con moche o piquete de ojo”.
Vaya, si el pasado lunes el 63 por ciento de las personas que recibirán los apoyos económicos, hay que aplaudirle de manera delirante el avance. En unos días, horas, pues, 17 por ciento se incorporaron a la bendita estrategia de “acabar con la pobreza”.
¡Uf!
En Nayarit, utilizando el lenguaje de un “Estadista del Pueblo Bueno”, expresó textualmente: “mandemos por un turbo la cultura del agandalle, nada de quien no transa no avanza, eso que se vaya al carajo”.
La elegancia para decir que nadie debe robar, no se pone a discusión. Podría ser maestro de cultura y de expresión lingüística y dar ejemplo a los maestros de la CNTE.
En su obsesión por “acabar con la corrupción”, el Ciudadano deja atrás los resultados. Hasta ahora la economía no marcha bien aunque diga lo contario; el empleo ha caído de acuerdo con datos del IMSS del INEGI; la inseguridad no cede y al contrario va al alza con todo y Guardia Nacional; la polución en las Metrópolis se presenta con fuerza y la inversión extranjera directa e incluso la nacional, están de observadores sin prisa por traer sus dineros a suelo azteca.
En sus profundas reflexiones, el Ciudadano también dijo: “Sólo siendo buenos podemos ser felices, la verdadera felicidad no es la fama, el dinero, no es la ropa de marca, el lujo barato o los carros último modelo, es estar bien con nuestra conciencia y estar bien con el prójimo”.
¡Santa definición, Batman!
¿A qué llamará los lujos baratos? Porque si es lujo, es caro. Y parece que nadie lo merece. Ahí la dejo.
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