Corrupción e Inseguridad

Yo Campesino

*Promesas Incumplidas: por Definición son Demagogia

Por Miguel A. Rocha Valencia

Se cumplieron cinco meses (apenas), de la actual administración y según en Wall Street Journal, en México “hay un retroceso”. Quien se sienta responsable de eso lo va a negar, aunque los números del INEGI digan que el PIB se contrajo dos décimas, que el gasto público disminuyó 6.1 y que las actividades secundarias y terciarias se desaceleraron.

En cambio, el número de delitos patrimoniales y asesinatos aumentó, señalándose que la nota de alerta está en que cada vez son más los niños víctimas de la violencia, misma que afirman crecerá, pues los menores están más expuestos a agresiones, tanto en la calle como en el hogar, a partir del cierre de las estancias infantiles y los refugios para mujeres agredidas. Eso dicen estadísticas.

Pero además prevalece el discurso de la corrupción; el fenómeno, según la dialéctica del gobierno, desapareció con el cambio.

Es decir, la corrupción como desde hace 18 años continúa como la madre de todos los problemas del país, cuya paternidad corresponde a “la mafia del poder” que saqueó las arcas nacionales y se enriqueció con el presupuesto, otorgamiento de favores, concesiones; y algunos dicen que con la protección al crimen organizado, pandilla a la cual pertenecerían “todos” quienes participaron en los altos niveles del poder político y económico.

Como en Sodoma y Gomorra, no habría suficientes justos que se salvaran del exterminio a quienes han ocupado posiciones de poder; y sin embargo, el anunciado castigo no llega, lo cual sólo se explica, como Francisco Moreno lo deja ver en su libro “Ladrón de Esperanzas”, por la existencia de un pacto de impunidad a cambio de la entrega del poder.

Porque López Obrador no necesitó convencer, los que se fueron, con cinismo, hicieron ver a la sociedad lo que robaron, algunos dicen que al menos son tres billones de pesos, que son la suma de los cerca de 500 mil millones de pesos, que cada uno de los pasados seis años, se presupuestaron para inversión pública y que se sustituyeron con inversión privada.

Por eso tantas concesiones de obra, incluyendo su administración de paga, como las carreteras.

Otros dicen que eso fue una parte, y que lo más “grueso” estuvo en el desvío de programas (estafa maestra), complicidades con el crimen, entrega de concesiones y… cosas inimaginables.

El caso es que no hay culpables con nombre y apellido; continúa el genérico “mafia del poder”, se sigue culpando a la corrupción, pero no hay castigo y la promesa sigue incumplida, cae en el terreno de la demagogia.

Ni hablar de la inseguridad, ya hasta la autoridad reconoció que efectivamente ha crecido, que los delitos patrimoniales van a la  alza junto con la violencia que cobra vidas y extienden los plazos de cumplimiento, seis meses, tres años, con la Guardia Nacional.

Enfrente, se cumplió con la cancelación del NAIM, sustituido por algo que ni a proyecto llega; la gasolina no baja, se compran pipas sin licitación, se entregan concesiones y obras sin consultar ni concurso y a mano alzada, en asamblea se logra lo que se quiere. Tal vez a eso se refiere el periódico estadunidense cuando afirma que aquí se centraliza el poder y se trata de “gobernar por la vía del decreto e intimidación”, claro, sólo a los fifís…

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