*Decisión Cuestionable no Subirlos
*Altos Costos en el Mediano Plazo
*Gradualmente y no de Golpe y Porrazo
Por Ezequiel Gaytán
Una de las principales funciones de cualquier gobierno es la de cobrar impuestos y, aunque usted no lo crea, debe ser para cualquier ciudadano una satisfacción pagarlos. Y no, no estoy loco. Los impuestos, como su nombre lo indica, es algo que se nos impone y no es potestativo pagarlos o no pagarlos.
Tampoco procede el amparo en contra de ellos. Aún más, evadirlos es un delito que puede implicar la pena del encarcelamiento.
Es un deber de los habitantes en casi cualquier nación del mundo pagar impuestos y es imposible que no los paguemos, pues hay impuestos directos e indirectos. Es decir, hay ciudadanos cautivos que estamos regulados laboralmente y, por lo mismo, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) se encarga de que mediante el pago de nuestros salarios que se nos descuenten los impuestos correspondientes que legalmente autoriza cada año el Congreso de la Unión. Por el otro lado están los impuestos indirectos que también son legalizados por nuestros representantes legisladores y que básicamente son los que están etiquetados en el consumo; el más famoso es el conocido como el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
En sociedades donde la población económicamente activa es una minoría ante el mercado informal, como es el caso de la nuestra, el IVA es, además de necesario, un impuesto vital. De ahí la importancia de que cada año el poder legislativo evalúe el tipo de impuestos que deberemos pagar anualmente; al capital o al trabajo, así como los directos y los indirectos. Lo cual significa que durante un cierto tiempo se le recargue el peso de los mismos a las empresas y luego, durante otro tiempo, se incrementen los impuestos vinculados con el trabajo. En otras palabras, hay periodos en que por un lado suben impuestos y por el otro bajan y así se mantiene el equilibrio de la balanza ya que el propósito es que la nación tenga finanzas públicas sanas.
Los impuestos, en lo general, se reflejan en eso que conocemos como presupuesto de ingresos y deben ejercerse con responsabilidad por parte del gobierno, pues deben visualizarse en el presupuesto de egresos y eso significa que podamos exigir alta calidad de los servicios públicos gubernamentales que recibimos.
Léase, con nuestros impuestos se paga el sueldo de los servidores públicos de mandos superiores, de los maestros, bomberos, policías, enfermeras y el cartero, con nuestro dinero la Administración pública debe ofrecernos de manera eficiente, eficaz, con calidad, oportunidad y buen trato la atención a nuestras demandas y necesidades tales como escuelas públicas en óptimas condiciones, hospitales con medicamentos, calles y carreteras seguras o acceso a servicios recreativos y culturales.
De ahí que el gobierno, además del cobro de impuestos, también nos debe cobrar precios y tarifas por el uso de ciertos servicios como es el caso de las cuotas de las carreteras o el consumo del agua. Y eso es muy importante y vital a fin de que podamos darle mantenimiento preventivo y correctivo a la gran infraestructura en la que vivimos todos. Y cuando digo todos quiero decir que todos gozamos de los beneficios de pago de impuestos, precios y tarifas. En un ejemplo muy sencillo, pongamos el caso de un niño de quinto de primaria, él tiene los libros de su grado escolar y se los entregó su maestra la primera semana de clases. Todos conocemos esos libros como gratuitos, pero eso es una imprecisión, pues nada es gratis, nosotros los pagamos con nuestros impuestos. En efecto, el niño no paga impuestos directos, pero goza de los libros porque quienes trabajamos y consumimos pagamos impuestos.
Por todo lo anterior no estoy optimista debido al hecho de que no suban durante este sexenio los impuestos. Es una decisión cuestionable y con altos costos económicos en el mediano plazo, pues en algún momento los mismos deberán incrementarse y no es lo mismo que se aumenten gradualmente que de golpe y porrazo en el año 2025. Entiendo que lo que parece una buena idea durante una campaña electoral, no sea una buena decisión durante el ejercicio de un gobierno. De ahí que es probable que los precios y tarifas de bienes y servicios públicos, tales como los que pagamos en las carreteras de cuotas se incrementen significativamente. Recordemos que no es lo mismo impuestos que cuotas gubernamentales.
La actual administración próximamente entrará en el dilema de cómo lograr que las finanzas públicas sean sanas y el equilibrio de ofrecer servicios asistenciales gratuitos. Pues el asunto va más allá de un compromiso efectivamente plausible de apoyar a quienes menos tienen, pero el problema tiene que ver con la visión de largo plazo. Nuestros legisladores y las autoridades hacendarias lo saben, es imposible la justicia social sin el cobro de impuestos, así como sin el incremento de cuotas, precios y tarifas. La próxima generación de trabajadores no debe cargar con un incremento en sus impuestos al trabajo. Aunque usted no lo crea, lo justo es que se incrementen, desde ahora, gradualmente los impuestos.