La Frontera de la Discordia: México-EU

A la Vuelta de la Esquina

*Real: la Frontera Tiene Mucho de Cerrojo

*Tensión y Supuesta Renuncia de Ebrard

*Política de SRE la Determina el Presidente

*Un Sexenio en México sin Donald Trump

Por Iván Ruiz

La tensión ha ido en aumento con Trump.

Y mientras tanto la supuesta renuncia de Marcelo Ebrard el 2 de abril pasado sigue en la mesa de la discusión política. ¿Fue real o no? Difícil saberlo cuando, con unos días de diferencia, se habló de otra renuncia más, en este caso la del titular de la del Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, por motivos de salud.

Donald Trump.

En este segundo asunto el propio fiscal desmintió haber solicitado retirarse y estar enfermo. Recordó que su encargo es por nueve años.

El caso de Ebrard es otra cosa. Es más difícil saber la verdad de lo que sucedió con motivo de las cartas enviadas a España y al Vaticano, por el presidente López Obrador, con las solicitudes para los gobiernos de pedir perdón a México.

Es evidente que el canciller quedó nulificado. En los corrillos políticos la pregunta era ¿y dónde está el secretario de Relaciones Exteriores? No aparecía.

Después, desde la cancillería enviaron una fotografía de Ebrard con el Papa y se calmaron un poco los rumores. Sin embargo, surgieron comentarios en torno a quién decide la política exterior de México.

La historia señala que el 7 de julio de 1826, al expedir el primer Reglamento Interior del Ministerio de Relaciones Exteriores e Interiores, se delimitaron tanto sus responsabilidades como sus atribuciones. Y para el 31 de diciembre de 1829, el General Vicente Guerrero expidió la primera ley del Servicio Exterior Mexicano.

Sintéticamente diremos que Venustiano Carranza en el Plan de Guadalupe consignó la reorganización de los asuntos de todas las ramas de la administración pública, creándose ocho secretarías adscritas a la jefatura de las Fuerzas Constitucionales, siendo una de ellas la de Relaciones Exteriores.

Posteriormente el 25 de diciembre de 1917, el Congreso de la Unión expidió: la de Secretarías y Departamentos de Estado; en la que se establecía que serán siete y cinco, respectivamente, las unidades administrativas con las que contará la administración pública para el desahogo de sus tareas, reestableciéndose el título de Secretaría de Relaciones Exteriores a una de ellas.

Años después, en noviembre de 1997 se publicó el Decreto por el cual se reformaba el Reglamento de la Ley del Servicio Exterior Mexicano, en el cual sobresalía que el Servicio Exterior dependería del Ejecutivo Federal. Su dirección y administración estarían a cargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Hoy, posiblemente por esa razón, no es el titular de la cancillería quien expone y lleva adelante la política exterior de México, sino el presidente de la República en turno, en este caso Andrés Manuel López Obrador.

Pero, tocar en una entrevista mañanera asuntos tan delicados no es la mejor manera de contar con seriedad en esa materia.

Y quien sabe si el actual canciller comulgue y siga comulgando con esa idea.

Por lo pronto, la semana pasada, Marcelo Ebrard lanzó una bomba que pudiera deteriorar la relación con Estados Unidos, al expresar que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador nunca invitará a México a Donald Trump.

Es curioso que, en tan sólo cuatro meses, la visión haya cambiado, porque en uno de sus discursos como presidente electo López Obrador advirtió que invitaría a Donald Trump a su toma de posesión. Y lo hizo, sólo que no vino él, sino su hija.

Hoy, pareciera que las agresiones del mandatario estadunidense en contra México y de los mexicanos (debido a la política de migración mexicana) enfocadas a obtener la reelección el próximo año, están causando severos problemas en la relación entre ambas naciones. El tiempo lo dirá. Mientras tanto, seguirán llegando los militares estadounidenses a la frontera.

Pero, como escribió Manuel Mollá Ruíz Gómez, de la Universidad Autónoma de Madrid:

“Las fronteras en casi todo el mundo siguen siendo un lugar de paso vigilado y, muchas veces, controvertido o en disputa. Entre México y Estados Unidos, es evidente, la frontera tiene mucho de cerrojo que impide o dificulta la circulación de personas, sobre todo de sur a norte, pero también es la línea a cuyos lados se ha creado una región, muy bien delimitada por el Acuerdo de La Paz, y que comparte una gran cantidad de intereses.”

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