¿A Qué Político Impopular Quemarán Como Judas Esta Semana Santa?

Por Nidia Marín

Llegó la Semana Santa y como cada año los mexicanos emigran. Miles de capitalinos viajan a cualquier zona del país y miles de habitantes de la provincia mexicana visitan la Ciudad de México.

De los que recorren la República una buena parte viaja para ver en Papantla, como vuelan los totonacos; en Chihuahua, a los Rarámuris o Tarahumaras bailando “Los Pintos”; o en Nayarit, los Coras que se “borran” con pintura y persiguen a Jesús, mientras que, en Tzintzuntzan, Michoacán los Purépechas encapuchados y engrilletados son dolientes.

Porque así es nuestra Semana Mayor. Por ejemplo, en San Luis Potosí, los Nahuas traen a sus “Diablos Viejos” que hacen zumbar sus látigos; en Morelos, escenifican “el reto” de “Los Doce Pares de Francia”; y en Taxco, los encruzados cargan su penitencia.

El sincretismo se observa a plenitud en las zonas indígenas. Cada quien tiene su versión de la muerte de Cristo. Junto a las danzas al sol y la purificación, “fariseos” y “judios”, reviven La Pasión. Mientras, en las zonas urbanas, La Dolorosa recorre las calles y muestra su pena.

Y hay mucho más. Los Otomíes de Texcatepec, Veracruz, por ejemplo, llevan a cabo una procesión conocida como “Entierro de los huesos”, encabezada por la imagen de la Virgen de la Soledad. En Nuevo León, se efectúa la danza “Los Chicaleros” organizada por “el diablo mayor”. Así, desde el Miércoles Santo por la tarde, hasta el Sábado de Gloria, no dejan de bailar.

Y los Rarámuris (los de píes ligeros) también hacen evoluciones con la danza de “Los Pintos”, representan el bien y el mal, mientras el tambor resuena y la chirimía toca.

En la capital del país también hace aire. Miles de nazarenos, de moradas túnicas, cargan cruces de madera y cubren las polvorientas calles de los ocho barrios de Iztapalapa. Mientras, los “Judas Vivos”, de rojos vestidos y colorados sombreros, cubierto el rostro con máscaras y la cabeza con pelucas de ixtle, lanzan latigazos a la población que los persigue en Cuajimalpa. Así es el Viernes Santo en la Ciudad de México.

En las 16 alcaldías se efectúan las ceremonias religiosas y las escenificaciones de La Pasión. Ya sea en Santiago Ahuizotla, San Juan Tlihuaca y San Pedro Xalpa, en Azcapozalco; en la Magdalena, de la demarcación Magdalena Contreras; en Villa Milpa Alta, de la alcaldía de Milpa Alta; en Culhuacán, de Iztapalapa; en San Juan Ixtayopan, de la demarcación Tláhuac; en San Gregorio Atlapulco, de Xochimilco y en la colonia Roma, de la alcaldía Cuauhtémoc.

La Pasión, en lo general, se desarrolla sobre la base de un guion marcado por la Iglesia Católica, pero… aderezado por los pobladores.

Los nahuas en Villa Milpa Alta, al tiempo que cumplen con los ritos católicos, llevan a cabo danzas en las cuales es posible observar el sincretismo, porque al tiempo rinden tributo en el Cerro Tláloc, al “dios de la lluvia”; en el cerro Tezicalli, a la “casa de piedra que produce granizo”; en el Tehutli y el Tehuiztutitla, “lugar donde se encuentra el mal”, también.

Milpa Alta es un sitio ejemplar de convivencia religiosa. No obstante que desde la década de los años cincuenta llegaron mormones, pentecostales, presbiterianos, testigos de Jehová y adventistas, en las fechas de las celebraciones católicas, como en la Semana Santa, ellos no participan.

Por los caminos de los 12 pueblos, los católicos de los bosques bajan a Villa Milpa Alta para participar.

Y qué decir del Sábado de Gloria. Ese día, en toda la capital del país truenan los políticos impopulares transformados en judas de carrizo y cartón en los patios de casas, condominios y vecindades, en calles y jardines. ¿Quiénes serán los políticos impopulares de 2019? Es posible que otra vez quemen a Trump. Veremos a quiénes más.

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