Aunque pocos lo ven, en el gobierno de Morena sí hay contrapesos que al final evitarán que el país se desbarranque política y económicamente a causa de decisiones centralistas de un solo personaje.
Muestra de ello, es que el actual presidente de la República dio marcha atrás en lo del mando militar en la nueva policía o Guardia Nacional, para dejarlo en manos de un civil, que bien podría ser Alejandro Gertz Manero, el hombre que encabeza la guerra a los huachicoleros.
De alguna forma se vio que Ricardo Monreal Ávila si tiene un peso específico a pesar de no ser totalmente morenista y que llegado el momento podría irse por la libre en busca de mejores horizontes si se le atraviesa Marcelo Ebrard en la carrera ya iniciada por la sucesión presidencial.
Nadie duda que a él se debió el cambio en el proyecto de Ley que creará el nuevo cuerpo de seguridad. Y de paso, flexibiliza la posición de mayoría frente a la débil oposición.
Es tal su peso dentro de las filas del gobierno que incluso eclipsó a Martí Batres quien, afirman, pronto dejará la presidencia de la mesa directiva y no le van a dar un espacio de consolación porque el jefe es Monreal, con quien no se lleva bien, ni se junta.
Se atreve a demandar al Ejecutivo afinar la estrategia contra el robo de combustibles; pondera las acciones, pero apresura a una rápida solución al desabasto, tal vez porque no quiere que todos los de Morena paguen un costo político por ello.
También pide que se den nombres de los ladrones, afirma que no pueden mantenerse en la impunidad. Se trata de setenta mil millones de pesos por año. “Tienen imperios. ¿Quiénes son, dónde están? Esa es nuestra pregunta y no pueden mantenerse en la oscuridad ni menos en la impunidad”.
Esto resulta interesante y bueno para la democracia porque se advierte que hay contrapesos hacia adentro que impedirían la autocracia y asegura que al menos en el intento de hacerlo, habría quien se opusiera desde la mayoría del Congreso. Nos hace ver que habría resistencia a la imposición del caudillo.