¿Cambiar la Clase Media o Rectificar?

Artículo Invitado

*El Discurso de Primero los Pobres Todo Indica ya Quedó Atrás

*Opositores y Demás Fueron Colocados en el Mismo Costal

*Vinculación a una Expresión Ideológica, no a Estrategia de Gobierno

*El Diagnóstico Parte de una Premisa Falsa y Equivocada

*Somos Rehenes de una Estrategia Deficiente en el Combate al Crimen

Por Alejandro Zapata Perogordo

Pasados los comicios y vistos los resultados en la Ciudad de México, ante lo que se asemejó a un arrebato impulsivo producto de un inocultable desagrado, el Presidente se va en contra de las clases medias, curiosamente no ataca a la oposición, a todos los que considera sus adversarios los coloca en ese costal.

El discurso de primero los pobres quedó atrás, ahora la intención es crear una nueva clase media más solidaria y con mayor conciencia, que no se deje manipular, evidenciando una postura más vinculada a una expresión ideológica y no necesariamente a estrategias de gobierno.

En principio el diagnostico que hace parte de una premisa falsa y equivocada, al calificar de poco solidaria a las clases medias; ciudadanos egoístas y aspiracionistas, que se dejaron manipular por los conservadores neoliberales, lo que desde luego en una sociedad que aspira a tener los elementos necesarios para su desarrollo integral como personas, en un sistema democrático, resulta discriminatorio a todas luces.

Por otra parte, contrario a su afirmación, si algún pueblo ha dejado huella con sus valores solidarios somos nosotros, cada vez que se ha presentado una tragedia, surgen de forma natural el sentimiento y la acción para colaborar e ir en ayuda de los afectados, esos históricos episodios difícilmente pueden ser borrados de la memoria colectiva y menos aún de nuestra identidad.

No obstante lo anterior, el hartazgo colectivo sigue vivo, los resultados esperados y además prometidos, cada día se alejan más, sin que los discursos atemperen los cotidianos padecimientos y males que nos aquejan.

Los que pertenecemos a las clases medias sin descartar ningún otro segmento, estamos a merced de una delincuencia imparable que, a decir de las agencias norteamericanas, se ha apoderado del cuarenta porciento del territorio mexicano, nunca se vio el clima de violencia y la participación de los carteles en las elecciones como ahora, sin embargo, a los ojos del titular del Ejecutivo, se portaron bien.

Somos rehenes de una estrategia deficiente en el combate al crimen, atrapados entre la constante amenaza delincuencial y, la permanente corrupción gubernamental, no hay mucho para donde voltear, las injusticias e impunidad son parte integral de la cuarta transformación, en esas áreas nos hemos sentido completamente desprotegidos, comenzando por la inactividad y complacencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Es obvio que la solución a los problemas nos atañe a todos, sin distinción. Difícilmente se puede dar una salida correcta invitando a la confrontación, al odio, a la división y los rencores, ya que, en lo esencial, el sentido común indica la unidad, la corresponsabilidad y el compromiso, en otras palabras: altura de miras.

En ese orden, la lección de las pasadas elecciones desde el punto de vista democrático no es el cambiar a las clases medias, pues éstas solo hicieron uso de un derecho soberano en donde expresaron su voluntad, la lectura lleva consigo un llamado a la rectificación, a buen entendedor, pocas palabras.

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