Por Fede Bonasso*
Dejen de hablar alegremente de Venezuela, amantes del chivo expiatorio. La culpa de que Venezuela “sea Venezuela” no la tienen solamente Chávez, el socialismo del Siglo XXI y Maduro. Cuenten la historia completa: ustedes que cobran por analizar. Culpables de honor son también los poderes económicos que muy bien conocen el arte de desestabilizar. Que ejercieron ese boicot al que son tan proclives cuando “la patria” se les escurre de las manos. Reacción saboteadora de la que sobran ejemplos en nuestro continente, algunos más criminales que otros, Pinochet y el empresariado chileno a la cabeza. Y desde luego las potencias del “mundo libre” y su histórico desprecio por las naciones “subdesarrolladas”, particularmente aquellas con recursos naturales y que tienen la osadía de ensayar un destino propio.
Un rol clave es el que jugaron (y juegan todavía claro está) importantes medios de comunicación venezolanos y del resto del mundo. Los propios Luis Pazos y Brozos que pululan en Caracas y en el resto del planeta. Sin ellos no existiría Guaidó, por ejemplo, o tantas otras caricaturas con megáfono a las que les levantan un foro o un golpe de estado de la noche a la mañana, como a Jeanine Añez y su corte de librepensadores. O no habría grandes conciertos humanitarios en la frontera venezolana. Sin ellos se le complicaría más al Pentágono justificarle al contribuyente estadounidense sus maniobras intimidatorias. Estos lobbistas disfrazados de periodistas hicieron un aporte fundamental a la “venezolización” de Venezuela. Nadie debería olvidarlo. Y vienen por México.
Muchos medios de comunicación masiva son usinas de narrativas. Lo mismo pasa con “influencers” que, por 100 likes más, son capaces de reducir la realidad a un meme. Todos ellos no se dedican a los hechos sino a la ficción literaria. Una ficción de pésima calidad, para colmo. Después de todo la historia nos muestra que no es difícil instalar prejuicios en esos receptáculos tan proclives al odio que son los cerebros humanos. La batalla se desarrolla en el relato, no en las urnas. Las urnas son el testeo de la narrativa que mejor sepa tocar los botones de la esperanza, del odio y del miedo. Por eso, todo el que miente amenaza a la democracia.
En México, igual que sucedió en Venezuela, políticos, medios de comunicación y analistas hacen esta tarea sin pudor y alegre irresponsabilidad; adulterando el lenguaje a la usanza propagandística de los maestros más inescrupulosos. Unos por lana. Otros porque son víctimas del mismo adoctrinamiento que reproducen. Otros más por oportunismo. Ya me hubiera gustado ver a alguno de estos valientes republicanos aleccionando a Salinas de Gortari tal como se permiten con el “dictador pendejo, tropical y mesiánico que ha secuestrado al poder judicial”.
En Venezuela, muchos medios empezaron llamando “dictador” a un presidente que había sido electo democráticamente. Los bolsillos afectados por el chavismo no repararon en adjetivos, porque ya está bien estudiado que el adjetivo tiene mucho más efecto que el debate. Por eso, el acomodo conceptual que le regaló Jorge Ramos a León Krauze, y gracias a él a un buen número de antenas repetidoras, no es trivial, además de divertido. Quadri, a la derecha de Ramos, vende ahora las utopías del “México potencia” cuando sea el presidente adulto de esta ciudadanía a la que él mismo califica de infantil. Sin pudor, como un napoleoncito ambientalista.
Pero cuidado con estos delirantes que practican su propio autoritarismo, ese que les otorgó la clase, y han llegado para “desterrar las mentiras” instalando mentiras. Ojo que para colmo cuentan con el apoyo decidido de uno de los enemigos más pertinaces que tiene la 4T: MORENA.
El verdadero riesgo de que México se convierta en Venezuela está encabezado por Quadri, Lozano, Zavala. Y todos sus ideólogos, que en nombre de la democracia y de denunciar al “autócrata”, instalan desde la ideología de enfrente el mismo odio y maniqueísmo que vienen a “denunciar”. Ojo con estos nenes soberbios que en cualquier momento recuperan el poder en nombre de la modernidad. Estos tipos que se callaron la boca cuando Iberdrola compró diputados y que ahora ofrecen una solución definitiva para 2024, donde arreglarán todo en 15 minutos. Otra vez, tal como lo prometió Fox. ¿Estos no son mesías, acaso? Mesías pirrurris. Me quedo con un egocéntrico que piensa en los pobres antes que con un egocéntrico que trabaja para los empresarios. O cómo debemos llamar a tipos como Anaya, que prometen salvar al pueblo tonto de las garras del populismo para regresarlo a las garras del lucro. Y después tienen el coraje de hablar de paternalismo. Ese pueblo que usa las centrales camioneras y toma caguamas, al que desprecian profundamente y no logran disimularlo.
No sé cuánto conseguirá transformar la 4T. En este mundo de porquería donde tantos estados nacionales han sido secuestrados por las corporaciones. En estas sociedades donde políticos que viven de los contribuyentes califican a los ciudadanos marginados de “lastre”. En un país donde el crimen organizado ha tomado el territorio e infiltrado al gobierno gracias a la ineficiencia y el contubernio de los que hoy vienen a hablarnos de “ineficiencia y contubernio”.
Pero definitivamente algo ha cambiado en México: el clasismo ha quedado en evidencia para siempre. El clasismo está en calzones, como el machismo. Y a pesar de lo naturalizado que lo tienen todos estos que hablan como si tuvieran una pelota de pin pon en la boca, está siendo desafiado frontalmente por lo que ellos consideran una horda de niños: es decir, ese pueblo que quiere recuperar su dignidad.
*Fede Bonasso es músico y escritor. Su último disco es La subversión. Es autor de la novela Diario Negro de Buenos Aires.
Quadri, el mesías doctoral (y otros superhéroes de la élite)
Por Fede Bonasso*
Dejen de hablar alegremente de Venezuela, amantes del chivo expiatorio. La culpa de que Venezuela “sea Venezuela” no la tienen solamente Chávez, el socialismo del Siglo XXI y Maduro. Cuenten la historia completa: ustedes que cobran por analizar. Culpables de honor son también los poderes económicos que muy bien conocen el arte de desestabilizar. Que ejercieron ese boicot al que son tan proclives cuando “la patria” se les escurre de las manos. Reacción saboteadora de la que sobran ejemplos en nuestro continente, algunos más criminales que otros, Pinochet y el empresariado chileno a la cabeza. Y desde luego las potencias del “mundo libre” y su histórico desprecio por las naciones “subdesarrolladas”, particularmente aquellas con recursos naturales y que tienen la osadía de ensayar un destino propio.
Un rol clave es el que jugaron (y juegan todavía claro está) importantes medios de comunicación venezolanos y del resto del mundo. Los propios Luis Pazos y Brozos que pululan en Caracas y en el resto del planeta. Sin ellos no existiría Guaidó, por ejemplo, o tantas otras caricaturas con megáfono a las que les levantan un foro o un golpe de estado de la noche a la mañana, como a Jeanine Añez y su corte de librepensadores. O no habría grandes conciertos humanitarios en la frontera venezolana. Sin ellos se le complicaría más al Pentágono justificarle al contribuyente estadounidense sus maniobras intimidatorias. Estos lobbistas disfrazados de periodistas hicieron un aporte fundamental a la “venezolización” de Venezuela. Nadie debería olvidarlo. Y vienen por México.
Muchos medios de comunicación masiva son usinas de narrativas. Lo mismo pasa con “influencers” que, por 100 likes más, son capaces de reducir la realidad a un meme. Todos ellos no se dedican a los hechos sino a la ficción literaria. Una ficción de pésima calidad, para colmo. Después de todo la historia nos muestra que no es difícil instalar prejuicios en esos receptáculos tan proclives al odio que son los cerebros humanos. La batalla se desarrolla en el relato, no en las urnas. Las urnas son el testeo de la narrativa que mejor sepa tocar los botones de la esperanza, del odio y del miedo. Por eso, todo el que miente amenaza a la democracia.
En México, igual que sucedió en Venezuela, políticos, medios de comunicación y analistas hacen esta tarea sin pudor y alegre irresponsabilidad; adulterando el lenguaje a la usanza propagandística de los maestros más inescrupulosos. Unos por lana. Otros porque son víctimas del mismo adoctrinamiento que reproducen. Otros más por oportunismo. Ya me hubiera gustado ver a alguno de estos valientes republicanos aleccionando a Salinas de Gortari tal como se permiten con el “dictador pendejo, tropical y mesiánico que ha secuestrado al poder judicial”.
En Venezuela, muchos medios empezaron llamando “dictador” a un presidente que había sido electo democráticamente. Los bolsillos afectados por el chavismo no repararon en adjetivos, porque ya está bien estudiado que el adjetivo tiene mucho más efecto que el debate. Por eso, el acomodo conceptual que le regaló Jorge Ramos a León Krauze, y gracias a él a un buen número de antenas repetidoras, no es trivial, además de divertido. Quadri, a la derecha de Ramos, vende ahora las utopías del “México potencia” cuando sea el presidente adulto de esta ciudadanía a la que él mismo califica de infantil. Sin pudor, como un napoleoncito ambientalista.
Pero cuidado con estos delirantes que practican su propio autoritarismo, ese que les otorgó la clase, y han llegado para “desterrar las mentiras” instalando mentiras. Ojo que para colmo cuentan con el apoyo decidido de uno de los enemigos más pertinaces que tiene la 4T: MORENA.
El verdadero riesgo de que México se convierta en Venezuela está encabezado por Quadri, Lozano, Zavala. Y todos sus ideólogos, que en nombre de la democracia y de denunciar al “autócrata”, instalan desde la ideología de enfrente el mismo odio y maniqueísmo que vienen a “denunciar”. Ojo con estos nenes soberbios que en cualquier momento recuperan el poder en nombre de la modernidad. Estos tipos que se callaron la boca cuando Iberdrola compró diputados y que ahora ofrecen una solución definitiva para 2024, donde arreglarán todo en 15 minutos. Otra vez, tal como lo prometió Fox. ¿Estos no son mesías, acaso? Mesías pirrurris. Me quedo con un egocéntrico que piensa en los pobres antes que con un egocéntrico que trabaja para los empresarios. O cómo debemos llamar a tipos como Anaya, que prometen salvar al pueblo tonto de las garras del populismo para regresarlo a las garras del lucro. Y después tienen el coraje de hablar de paternalismo. Ese pueblo que usa las centrales camioneras y toma caguamas, al que desprecian profundamente y no logran disimularlo.
No sé cuánto conseguirá transformar la 4T. En este mundo de porquería donde tantos estados nacionales han sido secuestrados por las corporaciones. En estas sociedades donde políticos que viven de los contribuyentes califican a los ciudadanos marginados de “lastre”. En un país donde el crimen organizado ha tomado el territorio e infiltrado al gobierno gracias a la ineficiencia y el contubernio de los que hoy vienen a hablarnos de “ineficiencia y contubernio”.
Pero definitivamente algo ha cambiado en México: el clasismo ha quedado en evidencia para siempre. El clasismo está en calzones, como el machismo. Y a pesar de lo naturalizado que lo tienen todos estos que hablan como si tuvieran una pelota de pin pon en la boca, está siendo desafiado frontalmente por lo que ellos consideran una horda de niños: es decir, ese pueblo que quiere recuperar su dignidad.
*Fede Bonasso es músico y escritor. Su último disco es La subversión. Es autor de la novela Diario Negro de Buenos Aires.